Una multitud se dio cita ayer desde las primeras horas de la mañana en el Monumento a la Bandera, para participar de la celebración y acto oficial del Día de la Bandera. Con una tónica peronista, los asistentes hicieron gala de su singular militancia vitoreando a la presidenta Cristina Fernández de Kircher durante su discurso y repudiando con chiflidos la presencia del gobernador y candidato a presidente, Hermes Binner, quien no habló. El desfile cívico, tal como se pidió especialmente desde la Nación, fue más cercano al público que el año pasado.
Desde temprano, el Monumento comenzó a recibir no sólo a comerciantes de banderas, banderines, vinchas, praliné y alimentos propio de un día de parque. Bombos, platillos, y banderas –muchas banderas– se hicieron presentes alrededor del vallado que miraba al palco oficial. Alrededor de las 11.30, estos “espacios preferenciales” ya habían sido ocupados y sostenidos desde primera mañana. Entre las numerosas agrupaciones representadas en los trapos que identificaron al público, se encontraban “Peronismo Militante”, “Juventud Kirchnerista”, “Juventud Peronista”, “Frente Trasversal Nacional Popular”, “Alternativa Popular”, “JP Descamisados” y “Martín Fierro”, entre otros. Localidades como Las Rosas, Entre Ríos, Villa Gobernador Gálvez, Gálvez, Firmat y tantas otras también manifestaron su presencia a través de las banderas partidarias que exhortaban “Bienvenida Cristina. Junto a Cavallero Intendente y Rossi Gobernador”; “Cristina, la historia te llamará la madre de la Patria” o a consignas propias de la mística peronista como los nombres de Jaureche y Cámpora. Atada con globos inflados con helio, una pancarta volaba con la fotografía de la presidenta y la inscripción “O juremos con gloria vivir”.
La bandera más grande del mundo, la que año a año se amplía por iniciativa de Julio Vacaflor, fue una excusa para los militantes que cargaban el paño como una forma de acercarse al palco y a Cristina. Pero esta vez la bandera fue opacada por la proliferación de las banderas de la militancia.
El sonido preliminar al acto consistía en cánticos de cancha con temática política e insistentes referencias a miembros de la oposición al kirchenerismo y la manifiesta disputa con el grupo Clarín. “Noble, Magnetto, devuelvan a los nietos”, “Che, gorila, si la tocan a Cristina, que quilombo se va a armar”, eran algunos de los versos más repetidos en la gris mañana de ayer. Los mismos eran coronados con el pedido: “Borombonbon, Borombonbon…Para Cristina, la reelección”.
Promediando las 12, y mientras el palco oficial –10 metros más cerca que el año pasado– comenzaba a llenarse de autoridades de los tres niveles del Ejecutivo y el legislativo, el sector del vallado que enfrentaba el atril desde donde iba a emitirse el discurso de la presidenta se convirtió en un embudo de militantes y banderas ansiosos.
Cerca de las 13 había llegado el momento del discurso –el único–, de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner que anunciada como una rockstar, emergió, del pasillo del palco para sentarse junto al gobernador de Santa Fe y candidato a presidente, Hermes Binner, y el intendente de la ciudad, Miguel Lifschitz. “¿Por qué no enrollamos las banderas (por las partidarias)? Así vemos todos”, pidió la mandataria entre sus primeras palabras. Y aclaró: “Enrollarlas pero no bajarlas, nunca bajarlas”. La consigna, según señaló la presidenta, está relacionada con el anuncio del decreto oficial que firmó ayer, por el que los edificios públicos y empresas nacionales deberán mantener izada la enseña patria durante los 365 días del año. “No es una originalidad de esta presidenta, en realidad no hago más que retomar un viejo decreto del año 1869 firmado por Domingo Faustino Sarmiento como presidente de todos los argentinos que más allá de las diferencias políticas también debemos considerarlo como un hombre que luchó por la Argentina”, refirió Fernández quien se mostró confiada en que los gobiernos provinciales y municipales adherirán. Sin embargo, el punto más álgido de efervescencia del público fue el tramo del discurso que dedicó a Néstor Kirchner