Por: Daniela Barreiro.
El recital se retrasó para la noche del domingo por la lluvia que cayó sobre la ciudad el sábado, cuando debía desarrollarse el recital en el Anfiteatro.
Será una noche especial para el rock argento: dos de las bandas más emblemáticas del género nacional (de las que quedan en pie) brindarán dos shows en uno; en realidad, recitales en los que Las Pelotas y Catupecu Machu tocarán separados pero juntos. El show comenzará a partir de las 21 y tendrá lugar en el Anfiteatro Municipal Humberto de Nito (Parque Urquiza).
“Esta fecha surgió en el 97 cuando Las Pelotas nos invitó a tocar por primera vez”, aseguró Fernando Ruiz Díaz, vocalista de Catupecu Machu. “Lo que pasa es que nos gusta rockear y queremos salir a hacer quilombo juntos; esta fecha se dio mágicamente, no fue algo que planeamos”, agregó Germán Daffunchio, quien lidera la agrupación Las Pelotas.
La mañana no parece ser un buen horario para que se los entreviste, sin embargo y con la mejor predisposición los líderes de las dos agrupaciones se juntaron, se abrazaron, se saludaron y recordaron, en diálogo con El Ciudadano, viejos tiempos, adelantando lo que será el show de esta noche.
“Lo que pasa es que es difícil encontrarse en la ruta con gente con la que verdaderamente tengas una amistad”, dijo Daffunchio al tiempo que Ruiz Díaz agregó: “Nosotros somos amigos porque Germán aceptó ser mi amigo, porque esta amistad surge de la admiración. La primera vez que tocamos con ellos fue una vez que se nos rompió la Trafic, llegamos muy tarde y no nos dejaron tocar. Al otro día tocaba Las Pelotas, nos llamaron y nos dijeron que el manager de Las Pelotas había dicho que podíamos tocar antes que ellos. Para nosotros era un flash porque siempre habíamos sido sus seguidores, sobre todo Gabi (Ruiz Díaz). En ese momento rompíamos todo y nadie quería tocar después que nosotros. Cuando estamos terminando se nos acercó un jefe de producción y nos dijo que los músicos de Las Pelotas estaban presentes y querían que toquemos un tema más, no lo podíamos creer. Cuando bajamos del escenario pasó algo que guardo como un momento groso; estaba Germán con esa risa pícara que tiene; le digo: «!Loco gracias por esto, no sé que decirte!» y me responde: «¿Sabés cuanto te va a costar?». Ahí empezó todo”.
“Te hizo un resumen –dijo Daffunchio entre risas y bromeando respecto de la verborragia de su compañero y amigo– porque podría haber escrito un libro. Ambos grupos son familia, es como la hinchada de Racing y la de Gimnasia que se juntan a comer asados todos los domingos. No es común que en el ambiente del rock pase eso”.
“En este ambiente hay un ego que es muy nocivo, hay mucha gente que se mueve con envidia. Nosotros nos conocimos por la música y por la admiración y eso nos mantiene juntos”, agregó el líder de Catupecu.
Respecto del hecho de que son dos agrupaciones que –cambios de formación al margen– siempre se mantuvieron en formato banda y nunca optaron por lanzar un formato solista, opinaron en forma similar. “Afuera hay un montón de gente pero nuestra película como músicos termina siendo un camarín”, dijo Ruiz Díaz al tiempo que Daffunchio completaba la frase: “Siendo solista no podés hablar con nadie porque todos están contratados, no tenés un solo amigo, es por eso que nos gustan las bandas”.
El mezcal y la cobra, lo nuevo
Catupecu Machu llega a la ciudad semanas antes de la presentación oficial de su último disco El mezcal y la cobra que se llevará a cabo el 4 de diciembre en el Luna Park. El material llega en un momento muy especial de la banda ya que comenzaron a grabarlo poco después de que Javier Herrlein y el ex manager Fausto Lomba abandonaran la formación y se incorporara a la misma el ex Cuentos Borgeanos Agustín Rocino, quien se hizo cargo de la batería.
Otra de las particularidades es que este material abre y cierra con el mismo tema, dos versiones de una misma composición. El primero titulado justamente “El mezcal y la cobra” y su contrapunto acústico “Shakulute peruano”, un título que hace referencia a un instrumento híbrido entre una milenaria flauta japonesa de bambú y una flauta de metal occidental. “El shakulute es muy significativo porque es el instrumento que terminó dándole nombre al tema y al disco. Estábamos armando armonías desde los riffs; ese tema fue producto de una búsqueda de muchos días. Cuando encontramos ese sonido me resultó extraño y flashée; era como el de las flautas que utilizan para encantar a las serpientes como la cobra. Pensando lo de la cobra vi una botella de mezcal que había en el estudio y salió la letra. El shakulute me impactó mucho porque la parte de arriba es como la pipa de la caña de bambú y la parte de abajo es occidental, de metal, como un clarinete. Es un instrumento que lo hicieron como uniendo oriente con occidente. Creo que sintetiza un poco la búsqueda de Catupecu Machu”.
Respecto del cambio de formación que sufrió la banda en los últimos tiempos, el autor de “Entero o a pedazos” y “Eso vive” contó: “Los cambios afectan los ánimos. Este es un disco mucho más abierto, más para afuera. Cuando uno viene de una situación de tensión y la termina es como desatar un nudo; cuando lo soltás, sentís una liberación. Lo importante de todo esto es darte cuenta que lo tenés que hacer y más en una banda de rock, que es un grupo de locos que no sabés cómo hacen para mantenerse unidos. Estábamos muy separados de la esencia. Cuando pasó lo de la separación, al otro día le dije a Macabre: «¡Tenemos que hacer el disco ya!, canalizar todo eso que está pasando». Cuando pasó lo de Gabi (sufrió un gran accidente en 2006) no hicimos “Lo que quiero es que pises sin el suelo 2” (tema potente y eléctrico), sino que salimos con “Viaje miedo”, con guitarra criolla. Se esperaba más rabia, pero recién en este disco vuelvo a tocar la guitarra eléctrica como me gusta. En este tiempo lo más eléctrico que hice fue justamente con Las Pelotas cuando participé en Despierta. Vino Germán y me pidió un solo y yo acepté a pesar de que en esa época no estaba haciendo nada parecido. Sin duda este disco es la muestra de más de un cambio”.