Miguel Lifschitz / Intendente
Está claro que el triunfo ante Corea del Sur fue muy merecido. La verdad es que se vio que tenemos un gran equipo. Si bien se desordenó un poco en el final del primer tiempo y en el comienzo del segundo, una vez que se acomodó dio una verdadera clase de fútbol y logró un muy buen resultado que nos deja muy bien posicionados para lo que viene en el Mundial.
Vimos el partido con la mayor parte del gabinete, en la Municipalidad, con el lógico nerviosismo y las habituales particularidades que nos convierten en improvisados analistas deportivos, esa costumbre innata por la que todos los ámbitos laborales, educativos y recreativos se convierten en foros de debate futbolístico que permiten consumir el resto de la adrenalina que nos dejó el compromiso de la selección.
Pero como si esto no fuera suficiente, Rosario también en ésta juega fuerte, porque a su vez, fiel a otra de sus tradiciones, tiene en el equipo nacional a jugadores que surgieron de nuestros clubes, como Ángel Di María, Maxi Rodríguez, Walter Samuel, Gabriel Heinze y el más emblemático: Lionel Messi.
Un orgullo que se multiplica al saber que ellos, desde el más alto nivel competitivo que se pueda alcanzar, no olvidan sus orígenes en esta ciudad, en la que se saben reflejados en miles de pibes que dan sus primeros pasos en el deporte como juego, como práctica de interacción colectiva y fundamentalmente, en muchos casos y en los que más relieve alcanza, como vehículo de inclusión e integración social.
Bienvenida sea esta sensación de estar todos juntos jugando con la misma camiseta. Y que ese espíritu, tal como sucede en este año de festejos por el Bicentenario de la Patria, se refleje y multiplique ante todos los desafíos que enfrenta nuestra sociedad, privilegiando el diálogo y el consenso para resolver los problemas que requieren nuestra atención como rosarinos, santafesinos y argentinos.