El secretario general de la CGT, Hugo Moyano, encabezó ayer una inmensa concentración de trabajadores, como no se veía desde hace muchos años en Argentina, en el estadio de River Plate, acto que también tuvo como oradora a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. La escusa: celebrar el 65º aniversario del 17 de octubre de 1945, el Día de la Lealtad en el universo peronista. El objetivo: organizar a los trabajadores para su incursión plena en la política por medio de la participación en los tres poderes del Estado. Para eso, Moyano exhibió un poder de movilización difícil de empardar en una sociedad donde impera la mediatización y el empleo del Twitter para comunicarse con el mundo exterior.
Para desgracia de los detractores de Moyano –que son muchos– la enorme concentración terminó sin incidentes que pudieran empañar uno de los objetivos que el líder camionero quería dar por cumplido ayer: demostrar que su conducción de la CGT representa a muchos, a la mayoría de los trabajadores del país. Hubo un muerto, militante de la UOM, al que le falló el corazón durante la desconcentración tras el acto.
Sobre un escenario decorado con dos gigantografías de las figuras de Perón y Evita, la presidenta Cristina se dirigió así a miles de trabajadores que colmaron la cancha de River Plate, donde también pronunciaron discursos Moyano y el titular del gremio de los taxistas, Jorge Viviani.
Como correspondía a la fecha, Cristina agradeció la “lealtad” de los sindicatos hacia su gobierno y consideró a las organizaciones gremiales como “aliadas estratégicas” de su administración y de las empresas.
“Los trabajadores y sus organizaciones sindicales son aliados estratégicos, también de las empresas, para seguir creciendo y generando valor y riqueza; y nosotros, desde el Estado, tenemos que garantizar esa distribución del ingreso”, reflexionó.
También aprovechó la oportunidad para destacar la contratara de la fidelidad: “Quiero agradecer a ustedes la lealtad y, créanme, que cuando les hablo de lealtad sé de lo que se trata porque también he conocido traiciones de las más profundas que se pueden conocer en el ejercicio de la primera magistratura”.
Con todo, la presidenta pidió a la dirigencia “solidaridad” hacia quienes “todavía no pudieron conseguir trabajo” en el país y exhortó a su propio gobierno, a los sindicatos y a los empresarios “a seguir redoblando esfuerzos” para revertir esa situación.
La jefa de Estado hizo eje también en la “transformación política, social y económica que tuvo la patria en estos años” y remarcó que Argentina es un “país en crecimiento, que progresa y que puede ser disfrutado no sólo por los trabajadores”, sino por toda la ciudadanía.
Entendió que es momento de “convocar a todo el país para seguir profundizando la transformación” y pidió imaginar si “diez años atrás” se podría haber realizado una celebración así por el Día de la Lealtad.
“No se podía –se respondió– porque había un país sin trabajo, sin producción, un país donde perdimos la esperanza y la ilusión que alguna vez anidaron en millones de argentinos que construyeron el movimiento político y social más importante de Latinoamérica”.
“Cuando los trabajadores no están y cuando las organizaciones sindicales desaparecen es porque cayó la actividad económica de un país y cuando eso sucede, más tarde o más temprano, la malaria les llega a todos”, advirtió y aludió a la “década del 90” y su réplica en la crisis de 2001.
Junto a Cristina estuvieron además su marido y titular del PJ nacional, Néstor Kirchner; el gobernador bonaerense, Daniel Scioli; los ministros de Planificación Federal, Julio De Vido; y de Trabajo, Carlos Tomada; el canciller Héctor Timerman; el titular de Unión de Empleados Judiciales, Julio Piumato; el gobernador entrerriano Sergio Urribarri; y el diputado Héctor Recalde, entre otros.
En su discurso, Moyano indicó que “en este camino de la lealtad, los trabajadores somos leales a quienes no traicionan a los trabajadores y me estoy refiriendo al ex presidente Néstor Kirchner y a la actual presidenta Cristina de Kirchner”.
En ese sentido, agregó: “No somos obsecuentes, somos consecuentes con los gobiernos que llevan adelante una política que permite recuperar la dignidad de los trabajadores”.
Y fue al grano, sin pelos en la lengua: “Este acto no es un acto político, este acto no es una demostración de fuerza; los trabajadores sabemos el poder y la fuerza que tenemos, pero tenemos la gran responsabilidad de utilizar ese poder y esa fuerza”.
“Como decía Perón -explicó- los trabajadores tienen que pasar de ser un instrumento de presión a ser un instrumento de poder, y este acto es para concientizar a los trabajadores, dejarles en claro quiénes son y quiénes fueron los que pretenden engañarlos”.
El titular de la CGT manifestó que “los trabajadores tenemos que tener en claro dónde depositar nuestro voto, quiénes son los confiables; no nos comemos más mentiras y disparates, ya sabemos quién es quién”.
Y concluyó asegurando que “esto no será un coloquio de Idea (en alusión a la reunión de empresarios que se desarrolla en Mar del Plata), pero es un coloquio de lealtad a quienes responden a los intereses de los trabajadores”.