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“Yo estoy muerto en vida”

Un subcomisario de 44 años que está detenido desde abril del año pasado por el asesinato de su pareja en la localidad de Oliveros sostiene que “en esta historia hubo dos víctimas y dos victimarios”.

El intenso romance que unió durante siete meses la vida de un policía con la de un profesor de historia y su trágico desenlace dejaron al descubierto la delgada línea que divide al amor del odio. Hace un año la noticia sacudía a los habitantes de la localidad de Oliveros. Nelson Rosso había sido asesinado a tiros dentro de su dormitorio por su propio amante: un subcomisario rosarino 17 años más joven que él y para quien el profesor había montado un consultorio psicológico en el interior de su casa. Alejandro Scalcione fue procesado por el delito de homicidio calificado por alevosía, que contempla la pena de prisión perpetua, y se encuentra alojado en el penal policial de Rosario, desde donde contó su versión de los hechos: “En esta historia hubo dos víctimas y dos victimarios. Él me mató primero, después lo maté yo. Ahora él está en un cementerio y yo, muerto en vida”.

Según el relato de Alejandro, de 44 años, su vida se le fue de las manos cuando conoció a Nelson, en septiembre de 2008. Su profundo enamoramiento lo llevó a dejar atrás una relación de 15 años y mudarse a Oliveros primero y a la casa de Nelson después. Pero, según recuerda, en poco tiempo la relación se tornó enfermiza y era él quien sufría la peor parte. “Nelson era posesivo, controlador, manipulador y me medía todos los pasos. Me cosificó, me hizo su objeto. Me decía que yo era la mosca y él la araña”, contó Alejandro, quien además aseguró que su amante sufría “una crisis de identidad sexual” y le armó el consultorio “como pantalla” para no asumir ante su familia que tenía una pareja homosexual. Y fue en ese consultorio donde Alejandro atendió a su primera paciente de Oliveros, la hija mayor de Nelson.

La relación cayó en picada y tuvo un final sangriento el 18 de abril de 2009, poco antes de las cuatro, cuando el profesor de historia moría en su cama, a los 60 años, luego de recibir dos plomos del arma reglamentaria de Scalcione, quien a los pocos minutos de disparar llamó a la Policía y se entregó. “Maté a mi pareja”, dijo.

Poco más de un año después y a la espera de afrontar un juicio oral y público, Alejandro reflexiona desde prisión: “En 26 años de servicio jamás disparé un tiro. Le rezaba a Dios todos los días no tener que sacar el arma y jamás lo hice, ni siquiera disparé al aire”. Lo cuenta como si el destino se hubiese ensañado con él desde el mismo momento en que perdió el colectivo que tomaba todos los días a la misma hora rumbo a Puerto Gaboto y tomó el servicio siguiente: “El ómnibus se ocupó por completo excepto el asiento a mi lado. Ya había arrancado cuando subió él”.

El amor llegó a la vida de Alejandro junto a la primavera de 2008, ese 12 de septiembre, luego de rendir una de las últimas materias de la carrera en Psicología Social, y se marchitó apenas empezado el otoño siguiente durante una madrugada en la que, según sus palabras, tiró 42 años de construcción por la ventana.

En las dos declaraciones indagatorias, Scalcione relató lo sucedido durante la noche que mató a su amante pero sólo hasta el momento en que entablaron una fuerte discusión, luego de la cual su mente se “puso en blanco” y no recuerda nada.

En la entrevista en el penal, Scalcione agregó que “cuando volvió en sí” tenía la pistola apuntándose en la boca y le temblaba todo el cuerpo. Durante algunos segundos pensó en quitarse la vida pero finalmente cambió el arma por el celular y llamó a la Policía.

Además dijo que ésa no fue la única vez que pensó en el suicidio. “Él me destruyó económica, espiritual y emocionalmente. Espiritualmente desde el momento en que pensé en matarme”, dijo Alejandro tras enumerar sus desgracias: “Dejé a mi pareja, me mudé cuatro veces y perdí 18 kilos”.

Luego del trágico cierre del romance, Alejandro volvió con su pareja anterior, Roberto, quien lo visita dos veces por semana y con quien quiere reconstruir su vida. De todas formas, el ex policía asegura que siente mucho dolor y tiene una herida que no cierra y hasta que no se perdone a sí mismo no podrá seguir adelante. “Esto va a cerrar cuando bajen el martillo. No puedo pedir perdón porque todavía no me perdoné a mí mismo”, dice.

La psicología siempre cautivó a Scalcione. Por eso obtuvo cinco diplomas en la materia y varios términos específicos que no son ajenos a su relación con Nelson. “Tuvimos una relación patológica. Había un dominado y un dominante”, explica Alejandro quien tildó a su ex como un “perverso” y un “agresivo pasivo”. En ese sentido recuerda que era muy contradictorio con su amor y le repetía todo el tiempo: “Si te quedás me hacés daño y si te vas me matás”.

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