Karina Bidaseca**
“La tierra está llamando a despertar a las mujeres”, exclamó el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir que llegó a Buenos Aires en el Día de Acción Global, luego de caminar durante 70 días en este tiempo de terricidio/feminicidio/trans/travesticidio.
El concepto de “terricidio” fue creado por el Movimiento y enriquecido durante el Campamento Climático: Pueblos contra el Terricidio en el Lof Pillan Mahuiza Puelmapu–territorio ancestral Mapuche liberado en Chubut, Argentina, de 2020.
Desde las cosmovisiones indígenas el terricidio es “el asesinato de la Madre Tierra” y de las distintas formas de vida, de la materialidad de los ecosistemas como la espiritualidad que es la vida misma. https://desde-elmargen.net/campamento-climatico-pueblos-contra-el-terricidio/
Los espacios sagrados de los indígenas son ocupados por mega-proyectos extractivistas
Hoy la tierra está amenazada por el capitalismo extractivista cuya matriz civilizatoria moderna/colonial/ occidental y heteropatriarcal intentó borrar los saberes de nuestros pueblos y las formas de cuidado de la vida. Impulsando el aniquilamiento de la naturaleza al objetificarla cuan mercancía, los espacios que los pueblos indígenas consideran sagrados, son ocupados por megaproyectos extractivistas en línea con la complicidad de los Estados.
Estamos ante un régimen corporativo de alimentación bajo el uso de tecnologías artificiales externas como el Big Data, el Banco Mundial de Semillas de Svalbard –auspiciado por la Fundación de Bill y Melinda Gates– que “resguarda” las más de un millón de muestras enviadas por 61 bancos de germaplasma del mundo, que enfrenta la amenaza del deshielo del permafrost del Ártico por el calentamiento global.
“La relación con nuestras semillas está siendo colonizada”, advierte la ecofeminista Vandana Shiva. Sin semillas, sin tierra, sin lluvia, sin rituales de permiso y agradecimiento a la Pachamama, no podríamos alimentarnos. Su colonización por las corporaciones inicia un orden de neoesclavitud.
El 45% de la riqueza mundial está en manos del 1% más rico
La fertilidad de la tierra ya no se reproduce, puede comprarse en el mercado capitalista donde los plaguicidas afectan la salud. Del mismo modo que los asesinatos de lideresas ambientales, la práctica de chineo contra las niñas y mujeres indígenas, irrespetan los derechos humanos de las mujeres y el derecho a los territorios como la defensa de la vida.
Estos tiempos de antropoceno son de urgencia para todas las especies, incluidos los humanos y no-humanos: tiempos de muertes y extinciones masivas; de pandemias; hambrunas frente a la inédita concentración que Global Wealth Report de Crédit Suisse señaló: el 45% de la riqueza mundial está en manos del 1% más rico.
Los cuerpos de las mujeres han sido la primera colonia humana inseminada
Aun así, los proyectos extractivistas no consiguen desarticular el tejido social de las comunidades que resiste estoicamente las arremetidas. La lucha contra el terricidio impulsada por las mujeres indígenas desde sus territorios, es anticolonial, anticapitalista, antipatriarcal y antirracista; contraria a la matriz civilizatoria de muerte.
Los cuerpos de las mujeres han sido la primera colonia humana inseminada. Somos cuerpos-territorios, fusión que se asocia al fenómeno global que se profundiza en los territorios rurales e indígenas, conocido como feminicidio. Terricidio es nada más ni nada menos que un feminicidio.
Otro tiempo está despertando para reestablecer la armonía
Las imágenes de las mujeres en India abrazadas a los árboles frente a la deforestación; o en la Amazonía, en que esa cifra alcanza los 2,3 millones en 2020; las inundaciones por represas en Chile o la escasez de agua; el cierre de caminos y ríos; los incendios en la Patagonia que arrasaron más de 30 mil hectáreas; o la pérdida de más de 9 mil hectáreas en Santiago del Estero por el cultivo de la soja, con el consecuente desplazamiento de campesinos y pueblos originarios acorrala en Chaco al pueblo wichí. Entre ellos la búsqueda de las plantas medicinales y los rituales de sanación hablan de otro tiempo que está despertando para reestablecer la armonía.
El Buen Vivir siente la naturaleza como un ser viviente, en reciprocidad afectiva no racional. No hay como tal una especie; nos hacemos especies vinculándonos con otras. Somos una multiplicidad de especies.
El Movimiento exige que el terricidio se erija en crímenes de lesa naturaleza. ¿El latido de la tierra será escuchado?
**Socióloga, coordinadora del Programa Sur-Sur y del Grupo de Trabajo Epistemologías del Sur de Clacso. Investigadora principal Conicet. Profesora titular de Idaes/Unsam y adjunta en FSOC-UBA