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“22 de Agosto”: tres acontecimientos exhumados en un relato teatral íntimo, sensible y conmocionante

El actor, director y maestro de teatro rosarino Sabatino Cacho Palma habla de su nuevo trabajo, surgido de una serie de hallazgos, con el que vuelve a la actuación luego de quince años, que tendrá su esperado estreno este fin de semana, con dos funciones en la sala Arteón  

Referente de una generación de teatristas rosarinos que pasó, en los años 80, de Arteón a Discepolín, una de las tantas ramificaciones que tuvo el icónico grupo creado entre más por el gran maestro local Néstor Zapata, Sabatino Cacho Palma, otro de los grandes maestros y directores de la escena rosarina de trascendencia nacional, entendió hace un tiempo que sólo con el cuerpo podía contar algo que empezaba a pasarle.

Una serie de casualidades numéricas o quizás causalidades, porque todas están vinculadas con la historia y con hechos reales, lo desafiaban a volver a ocupar ese lugar que lo tuvo tantas veces en escena y que parecía haber dejado atrás hace quince años, que luego lo llevó, como director y dramaturgo, a acompañar de cerca a otros actores y actrices que se animaban a sus experiencias donde poética y política siempre fueron y son un par dialéctico. Algo de eso pasó en este último año con su compromiso para que Arteón, la sala de Sarmiento 778, no se cierre definitivamente sus puertas, algo que por suerte parece que no va a pasar.

A finales de los 80 y comienzo de los 90, El Cairo, encuentros en el oasis, fue la despedida del grupo Discepolín en el viejo Centro Cultural Bernardino Rivadavia, hoy Fontanarrosa, y el comienzo de un tramo en la carrera de Cacho, además reconocido médico psiquiatra, en solitario, más allá de que el teatro siempre es una experiencia colectiva. Pero aquello lleva a pensar que los cierres y las despedidas están en todo el recorrido de este gran creador con más de cuatro décadas de experiencia que siempre, una y otra vez, vuelve a apostar por el teatro. “Aquella fue la despedida definitiva de un grupo emblemático de la ciudad, Discepolín. Nos habían echado literalmente de nuestro gran espacio en calle Sarmiento al 500 y con lo que nos quedaba de dignidad y de entusiasmo, tuvimos un febrero entero en los que hoy es el Centro Cultural Fontanarrosa”, contó conmovido el creador a modo de disparador de una charla en la que el motivo central fue 22 de Agosto. Y si después de tantas palabras, su nuevo trabajo, con el que regresa a la actuación, luego de dirigir a Pablo Razuk en El camino de la fuente (donde juntos exhuman a Lorca), que se conocerá este fin de semana en Arteón, el lugar que, en ciernes, motivó su singular creación y este gran regreso.

La vida, un poema 

“Si nuestra vida ya está escrita, que por lo menos sea un poema, así nos da la posibilidad de interpretarla, y así comprobar que siempre nos queda una página más por escribir o, al menos, el recurso de escribir en el margen de la hoja, o al pie de página”, escribió Cacho a modo de presentación de su nueva propuesta que no le corre el cuerpo a lo poético como tampoco a lo político.

“El 22 de agosto de 1915 muere Miguel, a los 26 años, tres años mayor que su hermano Cesar Vallejo, que empieza a encontrar en la grietas del dolor, de la segregación y de la miseria, las letras que lo trasformarán en el poeta más humano de América. El 22 de agosto de 1972 se produce la Masacre de Trelew, donde comienza a desencadenarse la tragedia de un país que pronto será devastado, más allá de esa breve primavera del gobierno de Campora y los primeros meses de Perón. La temible Armada Argentina ensaya en Trelew un mecanismo de tortura, destrucción y aniquilamiento que luego arrasará el país a partir del golpe genocida del 24 de marzo del 76, y que tendrá su máximo exponente en la trágicamente célebre Escuela Militar de la Armada (hoy Espacio de la Memoria). El 22 de agosto de 1980, mientras un país sentenciado (se mataban los años 70) no paraba de sangrar, se estrena en la sala de Arteón Cómo te explico, primera obra para adolescentes, en un país que había silenciado su teatro y donde sus principales referentes estaban en la cárcel, en el exilio o continúan, aún, desaparecidos. Su protagonista era mudo, efectivamente como todos los adolescentes de la dictadura, que no tenían teatro, ni voz, ni rostro”.

Palma presenta de este modo a su nuevo trabajo, otra exhumación escénica que surge de la memoria latente, de la lectura incansable, de la investigación, de la inquietud y de la necesidad de volver una y otra vez a decir las mismas cosas para que nadie las olvide.

Ver lo que no se ve

“Algunos ya saben que el 22 de agosto es el último plazo que nos dieron para sacar todas nuestras cosas y que, justamente, esa fecha impuesta vino a revelar una notable coincidencia: tres acontecimientos distintos se abrirán en este relato teatral, que recorrerá un hilo tan íntimo como invisible”, dijo Palma sobre el potencial cierre de Arteón.

“Es una obra dura, conmocionante; empieza siendo muy caótica, muy anárquica, porque van apareciendo un montón de imágenes y de recuerdos y una convicción muy plena de que hay algo de lo que quiero hablar y quiero hablarlo ahora. Es como un gran collage de sucesos, momentos muy importantes para mí y seguramente también para quienes vean la obra, porque son cosas que sucedieron”, contó Cacho acerca de 22 de Agosto, fecha emblemática de los tres capítulos de esta singular pieza escénica en la que lo acompaña su hijo y también actor, Lautaro Palma, de 22 años (otra vez el 22), los mismos años que Cacho tenía cuando estrenó la inmanente Cómo te explico, al tiempo que la dirección quedó en manos del creador porteño Alejandro Casavalle, al frente de un gran equipo artístico y técnico.

Sin contar demasiado de todos esos sucesos que el teatro trae de regreso, se sabe que en 22 de Agosto, un técnico llega al teatro para retirar parte del material, a terminar de separar las cosas y a realizar un pequeño inventario de lo que hay previo al cierre de la sala. Allí, entre tantos fantasmas, se encuentra con el actor, y en un diálogo improvisado, deciden repasar el material de aquello que vienen trabajando desde hace meses: “Enfrentan un suceso; ha venido público, entonces deciden brindar un acontecimiento teatral ritual de despedida y cierre. Es así como, partiendo de la idea de crear un suceso que se torne visible, dejan en evidencia el hecho del cierre definitivo de una sala de teatro independiente con más de cincuenta años de historia”, dijo Palma sobre Arteón, y en ella, los cientos de salas cerradas o demolidas a lo largo de la historia.

“Es así como técnico y actor deciden hacer un «ensayo abierto» y pasar, ante un público improvisado, algunos fragmentos de una obra que probablemente no se llegue a hacerse nunca”, sumó.

“La obra está contada en primera persona, no es una crónica, o en todo caso es una crónica soportada en el actor y en su relato. Tomo un hecho personal, esa misma mañana de la masacre, y por primera vez en la historia del colegio Dante Alighieri al que asistía, y estaba en tercer año, salimos a la calle. Éramos más de mil alumnos protestando por la dignidad y por lo que había sido esa masacre. Es bueno que el público sepa, por si no lo recuerda, que aquello no fue una lucha, no fue un combate; fueron 16 detenidos a los que torturaron, los sometieron a vejaciones durante seis días y en la madrugada del 22 de agosto del 72 los asesinaron”, contó el creador acerca de uno de los momentos de la propuesta cuyos tramos están anudados con dos testimonios, la carta de Frank Kafka a su padre y el relato singular de un internado manicomial de nombre Cesar, que el actor conoció en su recorrido profesional, que es quien, siendo él ése personaje, presenta la obra, y a lo largo de su recorrido se va encontrando con un poema perdido en su memoria, que perteneció a Vallejo, pero que él necesita recuperar como propio.

“Hay un nexo con Vallejo porque César, aquél paciente, escribía poesía y un día nos pasó apropósito o no, no lo sabemos, una poesía de Vallejo como si fuera propia. Tenía eso, pero me faltaba un hallazgo increíble, porque eso es el teatro, la suma de una serie de hallazgos: la Negra Sosa graba en el 73, justamente, su disco Traigo un pueblo en mi voz, que es un estandarte para los 70, y uno de los temas es «A mi hermano Miguel», a partir de la poesía de César Vallejo dedicada a la pérdida de su hermano gemelo Miguel Vallejo. La cuestión es que cuando voy a buscar la fuente, porque lo que más me gusta es investigar, Miguel murió un 22 de agosto. Fue impresionante, porque además tengo eso que tenemos todos los teatreros de las cávalas y de los números, y esa fecha no paraba de multiplicarse y de desafiarme”, contó Palma acerca de esta serie de sucesos que lo llevaron a montar la obra.

Y en el mismo sentido, sumó el último de los episodios: “El 22 de agosto de 1980 se estrenó Cómo te explico, que además de ser mi debut como actor es el debut de Chiqui González como directora. En aquél momento, nos animaba haber sufrido persecuciones, censuras, amenazas graves; hablar de la adolescencia en plena dictadura, una adolescencia que no tenía ningún modo de expresión, fue muy provocador. Hay que recordar que a partir del golpe del 76 desaparece lo que se llamaba el rock nacional y va a volver en el 82. Había desaparecido del mapa ese rock nacional tan fuerte de los 70 que nos había marcado tanto. El protagonista de esa obra era Ricardo Navarro que hacía de mudo”.

En el mismo sentido de evocar un tiempo fundamental en la construcción de su imaginario como artista, Arteón y Discepolín fueron espacios de gran resistencia que, también, son basales en todo el proceso de creación de 22 de Agosto porque forman parte de su profuso imaginario. “Es impagable la deuda, por eso hace un año que estoy luchando para sostener Arteón. Aquellos maestros cuidaron de nosotros, y cuánto nos cuidaron… por eso hicimos el gran esfuerzo de sostener la sala abierta y ahora parece que no se va a cerrar el 22 de agosto como estaba anunciado”, rememoró.

Sobre recuperar ese espacio del actor que siempre estuvo allí esperando el regreso, desde su trabajo en Memorias de Satán, Alain Didier, en 2008, Palma dijo finalmente: “Mi recorrido y sobre todo mi formación fue estrictamente como actor; empecé con Chiqui González, Norman Briski, Tato Pavlovsky, Raúl Serrano, Alberto Ure, entre muchos otros. Lo que elegí aprender siempre fue la actuación, y a partir de formarme como actor puedo dirigir como dirijo, dado que yo dirijo al lado del actor o la actriz. Trabajo acompañando, no trabajo desde afuera. Siempre estoy implicado en la escena y cuando escribo hago lo mismo: yo escribo prácticamente en el escenario; escribo pensando en la situación, en el público, en cómo se va a comunicar eso que queremos comunicar”.

Y cerró: “Mi historia como actor está en mi cuerpo; lo que aprendí de mis grandes maestros lo llevo conmigo para siempre, es esa idea de dejar que nos habite la multiplicidad. Y estoy totalmente conmocionado y asustado a la vez, puedo despertarme a cualquier hora de la madrugada pensando en un texto de la obra, es un gran desafío que me lleva de regreso al comienzo”.

Para agendar

22 de Agosto. Y si después de tantas palabras, de Sabatino Cacho Palma, se conocerá este sábado a las 21 y domingo a las 19, en la sala Arteón (Sarmiento 778), donde seguirá en cartel todos los sábados de junio.  Con actuación de Sabatino Cacho Palma y Lautaro Palma, bajo la dirección de Alejandro Casavalle, el equipo de realización artística y de puesta en escena se completa con Néstor Aliani (también a cargo de la escenografía), bajo la supervisión general de Néstor Zapata. El vestuario y arte es de Lorena Salvaggio, el trabajo vocal y laboratorio de la voz de Temis Parola y el rodaje, edición y realización del material audiovisual, de Juan Carlos Frillocchi. Reservas al 341-6904166. Redes: http://www.instagram.com/22deagosto_

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