EDITORIAL
Ahora que sí nos ven
Por Arlen Buchara @arlenbuchara
EL CIUDADANO
Si alguna vez se hiciera una postal para contar cómo fue 2018 en Argentina seguro sería color verde. Si alguien tuviese que ponerle una palabra escribiría feminista. Entre las protagonistas estarían mujeres, lesbianas, travestis, trans y personas no binarias. Y en el sustantivo genérico iría una letra E al final.

En 2018 el movimiento feminista de la Argentina se volvió más visible que nunca. La primera evidencia fue el pañuelo. El triángulo de tela verde que había nacido 15 años antes como un amuleto para dar la pelea por la legalización del aborto salió de los placares donde se guardaba para usarlo en fechas especiales y pasó a estar en todos lados. El verde colgado de la mochila y la cartera, atado al cuello o en la muñeca, no sólo mostraba la adhesión al proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Era la prueba de que había mucho más en construcción. Mientras en el mundo el Día Internacional de la Mujer mostraba un paro violeta, en Argentina las calles se teñían de verde evidenciando una identidad propia. Poco a poco los debates de la agenda feminista entraron a todos los ámbitos. Palabras como machismo, patriarcado, feminismo y lenguaje inclusivo empezaron a pronunciarse con naturalidad en los medios, en las charlas entre amigos y amigas, en familia, en el trabajo, en las escuelas, los clubes y las organizaciones. Y llegaron no sólo para ser enunciadas sino para revisar la forma en que se construyen los vínculos entre las personas.

La visibilidad feminista no salió de un repollo. Evidencia un movimiento político que se construye desde la vuelta de la democracia en las ediciones del Encuentro Nacional de Mujeres, una experiencia federal inédita en el mundo que año tras año recorre el país. A partir del “Ni Una Menos” del 3 de junio de 2015, el grito contra los femicidios y la violencia de género ganó masividad con la llegada de adolescentes y jóvenes. En 2018 el debate por el aborto legal en el Congreso Nacional fue el escenario para mostrar la organización construida pero también fue el semillero de más organización en todos lados.

Los feminismos argentinos –porque el feminismo no es uno solo– irradian en el continente y en el mundo. “Ni Una Menos” fue traducido a distintos idiomas y generó movimientos en otros países bajo la misma consigna. El antecedente de la primera huelga internacional del 8 de marzo de 2017 fue el paro de mujeres del 19 de octubre de 2016, por el femicidio de Lucía Pérez en Mar del Plata. El debate por el aborto legal del año pasado abrió la puerta de discusión de la legislación en toda Latinoamérica, donde sólo dos países tienen la legalización.

Pero la visibilidad no significa todavía haberlo cambiado todo. Por el contrario, en un contexto de políticas de ajuste, miseria y hambre las desigualdades y violencias crecen. Y como pasa con todo movimiento revolucionario, genera también una reacción conservadora. Y esa oposición no aparece en cualquier momento de la historia: va en consonancia con los gobiernos de derecha, neoliberales y fascistas que ganan espacio en el continente y en el mundo.

El paro y movilización de este 8 de marzo tienen motivos suficientes. En 2018 hubo 259 femicidios y travesticidios. En lo que va de 2019 se sumaron 45. La violencia contra las mujeres e identidades disidentes crece mientras el gobierno de Cambiemos desfinancia. El ejemplo más claro es que este año destinará apenas 11 pesos por mujer del presupuesto para erradicar la violencia de género

AL PARO

El 8 de marzo es una de las fechas más importantes en el calendario de la agenda feminista del mundo. Desde 2017 la modalidad de huelga tomó fuerza como una forma de mostrar las desigualdades y las violencias de las que son blanco mujeres, lesbianas, travestis, trans y personas no binarias. La convocatoria internacional es a un paro de 24 horas en los trabajos y en las casas. Pero la modalidad se adapta a las condiciones de cada cual porque lo importante es adherir de alguna manera. El de este año será la tercera edición y fue organizado en asambleas en todo el mundo.
El aborto no sólo sigue siendo clandestino en la Argentina, con una suma de más de tres mil muertas desde la vuelta de la democracia. La avanzada de grupos antiderechos y su alianza con los poderes político, judicial y médico –de los cuales también son parte– lanza una ofensiva contra los abortos que ya son legales en Argentina desde 1921. En 2019 dos niñas de 11 y 13 años de Tucumán y Jujuy fueron víctimas de estados provinciales que no garantizaron la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) a la que tenían derecho por las dos causales que el Código Penal habilita: habían sido violadas y corrían riesgo sus vidas porque el embarazo en niñas menores de 14 es seis veces más peligroso que en adultas. Las sometieron a semanas de tortura para llevarlas a cesáreas, un método que no está en ningún protocolo de ILE y que sólo buscar salvar a fetos con escasa posibilidad de vivir.

La avanzada antiderechos fue también por la ley de Educación Sexual Integral (ESI) sancionada en 2006. Los grupos evangélicos de “Con mis hijos no te metas” están a la cabeza. La organización no funciona sólo en Argentina. Surgió en Perú y crece en Latinoamérica para hacer retroceder las políticas de ampliación de derechos. Llegaron incluso a las listas de las elecciones de 2019, con Amalia Granata en Santa Fe, de la mano del Frente Unite, creado por el pastor evangélico Walter Ghione.

La visibilidad no llegó tampoco a la política. La paridad votada a nivel nacional en 2017 entró a cuentagotas a las provincias. En Santa Fe el Senado la trabó y el gobernador no pidió tratamiento en extraordinarias. En las listas hubo intentos de paridad con sabor a maquillaje. Las mujeres y disidencias sexuales fueron celebradas por la militancia, dieron la discusión dentro de los partidos pero la mayoría de las propuestas electorales son encabezadas por varones.

La visibilidad tampoco generó igualdad en el ámbito laboral. Las mujeres ganan un 27 por ciento menos que los hombres, no llegan a los puestos de jerarquía y tenemos uno de los sistemas de licencias por maternidad y paternidad más atrasados del mundo. La conquista de la jubilación para las amas de casa y trabajadoras domésticas fue recortada por la reforma provisional. Era apenas un reconocimiento al trabajo no remunerado que sostiene la actual economía argentina, en la que el 70 por ciento de las tareas de cuidado las hacen mujeres. Mientras las periodistas feministas son fuente de consulta e interpelación, esas mismas voces faltan en los medios de comunicación. Basta ver el horario central de cualquier programa político o económico para notar que casi no hay presencia femenina. Y si la hay son columnistas y no conductoras. La igualdad en el deporte ni siquiera aparece como un horizonte para los dirigentes, que ignoran los pedidos de profesionalización de deportistas de distintas disciplinas.

La reacción conservadora intenta entrar también en los feminismos. Las Radfem –también conocidas como Feministas Radicales– quisieron instalar la idea de un 8M en el que sólo marcharan mujeres, excluyendo todo el abanico de la diversidad sexual. Lo intentaron en las asambleas organizativas que hace años se declararon antibiologicistas y que dejaron en claro que el feminismo argentino es con trans, travas, travestis, putas, lesbianas y no binaries adentro. El planteo parece más mezquino aun cuando aumenta la vulnerabilidad del colectivo trans: con la crisis el promedio de vida de las travestis bajó de 40 a 35 años y hay una escalada de los travesticidios. Ante esta avanzada la respuesta de los feminismos fue unánime: no hay lugar para el odio.

La visibilidad, entonces, es una de las partes del todo. Es parte de un camino largo que genera nuevos desafíos hacia adentro y afuera. Es estar en el centro del debate y hacerse cargo con organización, discusión y reconociéndonos iguales y diversas. Como dice el cántico feminista, es el “ahora que sí nos ven”. Lo que sigue en la estrofa es la certeza. La convicción de que, tarde o temprano, el patriarcado se va a caer.

COOPERATIVA DE TRABAJO LA CIGARRA LIMITADA