Innumerables acontecimientos en un escaso margen de tiempo, es una referencia espacio – temporal que podría acercarse a una definición sobre lo que acontece en la vida política de Argentina. Si bien los últimos años estuvieron caracterizados por procesos pendulares en la gestión, una de las cuestiones que prevalece en el clima social es el odio o los discursos anti política. El sociólogo y politólogo Marcelo Leiras, abordó este fenómeno como una herramienta capitalizada por un sector de la oposición al gobierno nacional para proliferar en la ciudadanía más reaccionaria y agitar el descontento social.
En diálogo con El Ciudadano, Leiras desestimó la posibilidad de un crecimiento contundente del rechazo social a la política, aunque consideró que en momentos donde “el desempeño gubernamental se percibe como decepcionante, es más fácil estimular la movilización” en la que predominan esas consignas.
Por otra parte, abordó el rol de los medios de comunicación a la hora de reflejar ciertas manifestaciones, e inclusive en algunos casos les atribuyó la capacidad de ser “un estímulo de la bronca”. También se refirió al concepto de Justicia que predomina entre quienes protagonizan convocatorias que exponen altos grados de violencia. “No es Justicia en realidad, sino persecución judicial de los líderes políticos que ellos encuentran contrarios a sus posiciones”, deslizó el sociólogo de la Universidad de San Andrés, también egresado como politólogo de la Universidad de Notre Dame.
-¿Cobró mayor vigor o hay un fenómeno de crecimiento de la anti política en la sociedad?
-Yo no estoy seguro de que haya aumentado la anti política o de que más gente recurra más frecuentemente a ese argumento pero sí observo que es parte de la oposición la que apela a ese argumento de manera más frecuente.
Sí creo que aparece como herramienta más frecuente de parte de algunos sectores políticos, en particular la derecha de Juntos por el Cambio o los que se presentan como sectores duros de esa oposición que estimulan el rechazo a este gobierno recurriendo a argumentos anti políticos en general
-¿Qué factores incidieron para que ciertos sectores hagan uso de esa herramienta?
-El recurso anti política es un recurso común, es parte de la cultura política de las democracias contemporáneas. Resulta más verosímil cuando el desempeño gubernamental se percibe como decepcionante.
En un contexto de restricciones durante la cuarentena estos sectores aprovechaban eso para que sus movilizaciones resultaran más notorias. La situación de pandemia también puso a la gente más susceptible y fue más fácil estimular la movilización. Pero no me parece que sea un argumento creciente, sí es cierto que en la medida que no se perciba una mejora económica, una porción de la gente va a considerar que ese argumento es verosímil, pero no creo que haya un crecimiento notorio de la anti política en el último tiempo.
-¿Alcanzaría con un consenso político para erradicar ese fenómeno o hay un sector que saca provecho de ello?
-Es evidente que hay un sector de la clase dirigente en América latina y en todo el mundo, cuyo compromiso con la democracia se ha debilitado y recurre a estrategias erosionantes de la convivencia democrática para fortalecer su posición electoral. Esto ocurre en Argentina y es la posición que tienen los sectores duros de Juntos por el Cambio. Su compromiso con las tácticas democráticas no me parece creíbles. La mejor forma de que la anti política o los argumentos anti políticos no se difundan, es con una gestión de gobierno que sea eficaz.
-¿Hay un apoyo en los medios de comunicación para difundir este tipo de ideas?
-En Argentina y en todo el mundo los medios de comunicación tienen una posición muy cercana a partidos o líderes políticos. En Argentina hay un sector importante de los medios de comunicación que expresa las posiciones de la oposición. De un modo más autónomo Clarín y de un modo menos autónomo La Nación, que es verosímil pensar que fue comprado por Mauricio Macri o alguno de sus amigos como dicen algunas versiones. Le dan una notoriedad a las opiniones del ex presidente que no podría justificarse de ningún otro modo.
-¿Se podría pensar que los medios pueden colaborar con moderación ante ciertos temas o forman parte de ese proceso del debilitamiento democrático?
-Los medios en algunos casos replican las estrategias de la oposición y también creo que tienen un compromiso debilitado, no solo con la convivencia democrática sino también con la función informativa, son programas de propaganda en algunos casos, y cuando encuentran campo fértil contribuyen a la difusión de argumentos anti política. Yo no esperaría moderación de parte de los medios ya que tienen motivos políticos partidarios así como también comerciales. En algunos casos la estrategia del agite o el estímulo de la bronca resulta buen negocio, entonces han recurrido y lo seguirán haciendo por ese mismo motivo.
-¿Por qué en las últimas manifestaciones opositoras al gobierno predominan mucho las consignas relacionadas a la Justicia?
-No es Justicia en realidad, sino persecución judicial de los líderes políticos que ellos encuentran contrarios a sus posiciones. Si no hay castigo a esos líderes, ellos entienden que significa impunidad. Con base en eso hubo muchos atropellos a las garantías procesales durante el gobierno de Macri. Según trasciende, eso fue posible apoyado en una estrategia del gobierno de Cambiemos. Entonces no lo asociaría a una demanda de Justicia, sino en rigor una demanda de castigo, y me parece que los castigos corresponden cuando alguien ha cometido delitos a través de procesos confiables. El encarcelamiento de Cristina Fernández parece ser el objetivo principal de estos sectores como fue el encarcelamiento de Lula en Brasil. Estas estrategias judiciales tienen una motivación política, son muy poco confiables y también le hacen muy mal a la vigencia del Estado de derecho.
-¿Se debe un debate la política a cerca de la judicialización constante de los actos de gobierno?
-Es un recurso que han utilizado todos los sectores, mientras más se recurra a ese discurso, la convivencia política entre los partidos para la estabilidad de la democracia, se deteriora. No creo que haga falta un debate sobre eso, es evidente que es un recurso nocivo y hace falta un compromiso firme de que eso no va a continuar. Ese compromiso debe ser creíble en la medida que haya jueces que no estén disponibles para ese tipo de estrategias, y ahí hay un problema serio con la credibilidad de los jueces argentinos. En la medida que haya mecanismos que permitan volver a confiar en el poder judicial, los acuerdos en la política también van a ser más confiables. Los jueces son garantía de acuerdo. No depende solo de lso actores partidarios sino crucialmente de las y los jueces.
-¿Los discursos de odio posibilitaron un mayor grado de impunidad a la hora de abordar causas por violaciones a los Derechos Humanos durante la última dictadura?
-Las causas juzgadas más recientemente han avanzado con firmeza, excepto en algunos contados casos, por eso creo que a pesar de la posición de algunos jueces no se evitó el castigo de muchas de esas violaciones. Eso demuestra que no todo el poder judicial es responsable del desprestigio de la institución. Es muy importante que las operaciones judiciales no vuelvan a ocurrir, para lo cual hace falta, creo yo, una reforma del poder judicial.