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Historias en vuelo

NhutMinh Nguyen: de soldado en Afganistán a promotor de la educación como herramienta de liberación

En un vuelo de Ho Chi Min City (ex Saigon) con destino a Siem Reap, Camboya, un curioso compañero de viaje cuenta su historia


Susana Pozzi

Tomo temprano en la mañana el vuelo VN 3819 que parte de Ho Chi Min City (ex Saigon) con destino a Siem Reap, Camboya. Ubico el asiento 11B. Quien será mi acompañante durante la hora cuarenta que durará el vuelo está ya cómodamente sentado. Es un joven de rasgos orientales que gentilmente me ayuda con mi mochila . Antes de acomodarla le pido que aguarde. Debo sacar mi libro de Nadia Murad para leer durante el viaje.  Nos sentamos , agradezco su gesto y comenzamos a conversar. Típica charla entre extraños . De dónde eres, qué hacés, y blablabla. El joven es de origen vietnamita pero ciudadano americano, tiene dos hijas ( me muestra sus fotos a través de la pantalla de su iPhone) y viene seguido por este lugar del globo por su trabajo. Hasta ahí era conversación formal. Dice “le va a gustar Camboya. Siem Reap y Phom Phen son seguras y la gente es amable”. Percibo un excelente inglés. Lo que me lleva a preguntarle cuándo llegaron a Estados Unidos con su familia. El joven relata que fue en 1985. Padre, madre , su hermano y él partieron de Vietnam sin más. “No fue fácil pues no teníamos mucho dinero”, confía. “Nos instalamos en Kansas, que es donde vivo”. “Trabajo con negocios por el mundo”, responde ante mi curiosidad. Y para que no quedaran dudas detalla que pasó antes por Frankfurt. 

De repente el giro de la conversación cambia. Mi compañero casual en el habitáculo de Air Angkor dice “estuve dos años en la armada para poder tener ciudadanía americana y tener dinero para pagar mis estudios”. No sé muy bien por qué pero le disparé al azar :

—Estuviste en Afghanistan.

—Sí. Dos años. Desde 2002 al 2004.

Me quedo un tanto perpleja pero mi curiosidad puede más y disparo;

—”Cómo fue estar ahí?”

Y con un dejo de melancolía, con la mirada perdida en un punto que tal vez le devuelve imágenes de esos días dice “duro, muy duro”.

—Estuve ahí no por convicción sino por necesidad, la ciudadanía y el pago de mis estudios. Fui piloto de helicópteros”.

—Sabías que había niños, gente inocente?

—Si, lo sabía y aún me pone mal, También me duele mucho que mi mejor amigo haya muerto ahí.

—Cómo murió? disparo mientras mi curiosidad va en aumento. Mi acompañante ,circunstancial de viaje, mira a través de la ventanilla como viendo algo

—Mi tarea como piloto era dejar compañeros y sacarlos en situaciones de emergencia. En ese momento habían sido atacados por un grupo enemigo. Entre los heridos – graves- estaba mi mejor amigo. El ataque era imparable. Nunca pude aterrizar. Me ordenaron regresar”. “Es el gran dolor y la gran culpa que cargo. No sólo por mi amigo y compañeros. Siento una gran culpa por todos los inocentes. Salí de ahí tras dos años. Pude estudiar, tengo ciudadanía. Formé familia y tengo un muy buen trabajo que me lleva a andar por el mundo”.

Lo escucho pensando en que los horrores de la guerra me vienen acompañando. No me hace mal. Todo en la vida es una buena lección. Creo que así también lo entendió NhutMinh (Sunny) Nguyen -ese es su nombre- mi ocasional compañero en el vuelo VN 3819 quién después de lo vivido en Afghanistan construye escuelas en lugares en los que , como me dijo en medio de la charla , “en nombre del dinero se hacen guerras y los que pierden nada tienen. Las guerras no son por cuestiones religiosas , son por dinero “. Poner su dinero para desarrollar proyectos para crear escuelas para  niños que no tienen acceso a la educación les ayudará en la vida para superarse y vivir en paz. También es su modo de compensar , en lo personal, el dolor causado a otros. 

Avisan que en pocos minutos aterrizaremos en Siem Reap. Me mira y me dice “es la primera vez que hablo de estas cosas con un desconocido”. Saco mi teléfono y le pido tomarnos una selfie. El saca el suyo y hacemos una más.

 

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