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La pandemia de coronavirus está impactando muy fuerte en el mercado laboral argentino

La pandemia ha golpeado directamente al ambiente laboral con la pérdida de puestos de trabajo, cierre de empresas, aumento de la desocupación, incremento del empleo precarizado (monotributistas, subocupados y trabajo no registrado), caída del salario real y suba del teletrabajo

Juan Manuel Ramb (*)

Con la consolidación de algunos indicadores del año 2020, se puede realizar un análisis del saldo laboral que dejo el año pasado, signado por las restricciones a las actividades económicas producto de la pandemia.

La pérdida de puestos de trabajo, cierre de empresas, aumento de la desocupación, incremento del empleo precarizado (monotributistas, subocupados y trabajo no registrado), caída del salario real e incremento del teletrabajo con uso de los equipos propios son algunas de las consecuencias.

En el presente informe se hace un breve análisis de la información cruzando los datos del informe del mercado de trabajo de la EPH, el informe de Situación y Evolución del trabajo registrado del SIPA y las estadísticas de Cobertura y Siniestralidad de la SRT.

Pérdida de puestos de trabajo

Durante el período que va de Diciembre de 2019 a Diciembre de 2020, según el SIPA, se perdieron más de 220 mil puestos de trabajo. Dentro de las categorías en que se dividen los trabajadores, la caída en los empleos se debió principalmente a pérdidas de trabajo del sector privado, que “aportó” una pérdida neta de 200 mil puestos.
Por otro lado, se ve un crecimiento en la cantidad de monotributistas en un 1%, y, dentro de los asalariados, el sector público también tuvo un crecimiento levemente inferior al 0,5%.

Si se observa la tabla se aprecia que en el 2018 también hubo una fuerte caída del empleo privado, que fue compensada por un aumento del empleo público, pero fundamentalmente un incremento importante del monotributista. En la evolución 2018 – 2020, los asalariados del sector privado se redujeron en casi 350 mil, mientras los trabajadores del sector público y los monotributistas subieron 73 mil puestos cada uno.

Teniendo en cuenta que la PEA (Población Económicamente Activa) crece a razón de 200 mil personas por año, el saldo durante el 2020 es de 400 mil personas fuera del sistema de trabajo formal, los cuales son absorbidos por el empleo informal o como desocupados que suman a los índices que se viene incrementando preocupantemente en los últimos años. Pero además, se observa una tendencia que es la caída del asalariado privado y un incremento del monotributista, es decir, existe una tendencia a la flexibilización laboral.

Empleadores

El saldo del año del 2020 en cuanto a la cantidad de empleadores fue negativo en 16.485 empresas. Este número es similar al último año del macrismo, año en el que se perdieron 13.505 empresas. Porcentualmente, las empresas perdidas representan un 2,31% del total en el 2019 y un 3,13% en el 2020.
Los rubros más afectados tanto en el 2020 como en el 2019 son similares, siendo estos los servicios de alojamiento y comida, el transporte, enseñanza, cultura y arte, con la diferencia de que porcentualmente la caída es mayor durante el 2020. El único sector que posee una mayor caída durante el 2019, es la industria manufacturera, siendo 1500 empleadores el saldo negativo en el 2019 y 800 en el 2020 .

Siniestralidad

Respecto de los accidentes y enfermedades profesionales, si bien el total de denuncias en el 2020 fue prácticamente similar al del 2019 (hubo un 4% más de casos en el 2020), el total de muertes se incrementó en un 240 % a causa del COVID-19 .

Si bien este valor es impactante, no se debe olvidar que está infravalorado por la discriminación que sufrieron los trabajadores de las provincias del interior del país en cuanto a la cobertura del COVID 19 como enfermedad profesional, principalmente las provincias de Santa Fe y Córdoba (como se denunció en el artículo “Los trabajadores y empresarios de Santa Fe fueron discriminados por las ART”) usando como excusa las deficiencias técnicas del DNU 367/20.
La pandemia dejó al descubierto el comportamiento de las grandes empresas que hoy tienen a cargo, de forma exclusiva, el cuidado de la salud de los trabajadores, y cuando los números no cierran, restringen deliberadamente las prestaciones en contra de los derechos de los trabajadores.
Una de las principales enseñanzas de la pandemia, fue que la salud de la población no puede estar en manos de las empresas privadas. El mismo principio debería aplicar cuando hablamos de la salud de los trabajadores.

El teletrabajo

El teletrabajo se impuso de forma notable durante la pandemia, como una forma de combatir y frenar el contagio sin cortar con la actividad económica.

Previo a la pandemia, el 5,8% de los trabajadores realizaban trabajo desde su casa. Para finales del 2020 ese porcentaje se incrementó al 20,2%, llegando a alcanzar el 22,2% en el 2do trimestre del 2020. Pero la modalidad del teletrabajo prepandemia y en pandemia no es la misma.

El teletrabajo, en términos de salud laboral, antes de la pandemia, se regía por el Decreto SRT 1552/12 que, entre otros beneficios, obligaba al empleador a brindar al teletrabajador una silla ergonómica, un extintor y un botiquín de primeros auxilios. En pandemia, este decreto fue suspendido para los nuevos teletrabajadores, debiendo estos hacer uso de sus propios equipos y herramientas, tal como lo manifiesta la última encuesta de la EPH, donde menciona que el 67% de los teletrabajadores usa sus propios equipos (previo a la pandemia este porcentaje era del 48%).

Si bien en un primer momento el teletrabajo tuvo buena aceptación entre quienes lo practicaban, a medida que se extendía en la práctica y en el tiempo, se evidenciaban signos de desregulación en favor de los empleadores. Desde la dificultad para la desconexión laboral y la vida personal, la mayor carga horaria, el uso de los propios equipos, el pago del trabajador por los servicios y hasta la falta de mobiliario adecuado para la tarea, motivaron la sanción de la Ley de Teletrabajo 27.555/20 impulsada por los diputados del Frente de Todos, Vanesa Siley y Walter Correa.

Esta ley, al igual que el DNU 367/20, cuenta con deficiencias técnicas en el que las empresas se apoyaron para lograr que a la fecha, la mayoría de las empresas, hacen caso omiso de la misma, y tal es así que, como se menciona previamente, el 67% de los teletrabajadores hoy sigue usando sus propios equipos, cuando la Ley establece claramente que deben ser provistos por las empresas.

De esta manera, el teletrabajo, terminó siendo un beneficio para el empleador, que gozó de los beneficios del ahorro en gastos de servicios, espacios, equipos y mobiliario.

Salarios

Tomando la evolución de la remuneración media versus la inflación, en el 2020 el salario medio perdió 1,3 puntos, y en el 2019 perdió 6,7 puntos. Si se retrocede un año más, se aprecia que la diferencia es mayor aún, ya que en el año 2018 el salario medio perdió 13,5 puntos frente a la inflación.

Se puede observar que la evolución de los salarios medios viene perdiendo frente a la inflación, aunque se aprecia que la brecha es cada vez menor a medida que se acerca en el tiempo. Sin embargo, la pérdida se da año a año, y si uno toma los últimos 3 años, la caída del salario medio de los empleos registrados, frente a la inflación, es de 16,2 puntos porcentuales.

Es importante resaltar que se toman datos del SIPA; es decir, los salarios medios de empleos registrados, ya que el SIPA no contemple el salario de los empleos no registrados. Los primeros presentan siempre una evolución mayor que los ingresos en los empleos no registrados. Además, si en vez de la inflación general, se adopta la evolución del precio de la canasta básica, se puede apreciar que esta última fue mayor. Por ejemplo, el incremento anual de la canasta básica alimentaria a Diciembre de 2020, fue del 45,5%, mientras que la inflación anual en igual período fue de 36,1.

Una canasta básica de alimentos que crece por encima de la inflación, y salarios no registrados que crecen muy por debajo del ritmo de la inflación, más un incremento del desempleo, son un combo que golpeó duramente a los sectores de menores ingresos de la sociedad en el último año.

Desocupación

Los indicadores de empleo empeoraron todos en el último año según la EPH. La desocupación pasó del 8,9% en el cuarto trimestre del 2019 a 11,0% en el mismo trimestre del 2020. En igual período, la tasa de empleo cayó del 43,0% al 40,1%; debido casi exclusivamente a la pérdida del trabajo asalariado del sector privado, afectando principalmente al servicio doméstico, hoteles, transporte y comercios, mientras que se observa una alza en la industria manufacturera y la construcción.

En definitiva, en el último año hubo una caída importante del sector asalariado privado, y del autónomo. Se mantuvo el empleo público y un leve incremento del monotributo. Tal como viene siendo la tendencia de los últimos años, se avanza en la dirección de la precarización del trabajo.

Conclusiones

La pandemia ha impactado de forma disruptiva en el ámbito laboral. Durante el 2020, el año de la pandemia, se perdieron de forma neta más de 220 mil empleos formales. Además, se cerraron más de 15 mil empresas. Esto produjo, como consecuencia lógica, un aumento de la desocupación.

El tipo de empleo que más creció es el monotributista, que es un trabajador sin aguinaldo ni cobertura frente a los accidentes y enfermedades profesionales. Un tipo de empleo que surgió en los 90 y que es el más usado por las nuevas plataformas digitales.

En cuanto la salud laboral, las muertes se incrementaron en casi un 250% producto de los contagios laborales de COVID-19. A su vez, los salarios de los empleos formales siguieron perdiendo frente a la inflación, y por supuesto que la situación es aún peor para el trabajador informal.

Por último, el teletrabajo se instaló como una modalidad laboral, pero no se cumplen los derechos establecidos en la ley de teletrabajo. Tal es así, que casi el 70% de quienes realizan las tareas en sus hogares usan sus propias máquinas y herramientas.

Como conclusión, la pandemia ha golpeado directamente al pueblo trabajador, que ha soportado la pérdida de sus puestos de trabajo, del poder adquisitivo e incluso de la vida misma. Es fundamental recomponer de forma urgente la calidad de vida del trabajador argentino, y evitar así el empobrecimiento de la sociedad en general, con todas las consecuencias que ello implica. El trabajo es el principal organizador social, recomponerlo y prestigiarlo con salarios dignos y cumplir con el concepto de trabajo decente de la OIT, debe ser la prioridad de un gobierno peronista.

(*) Ingeniero

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