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¿Una nueva guerra fría? Otra vez, urge la tercera posición y la unidad regional

En medio de la disputa comercial –y todo terreno– entre Estados Unidos y China, aparece una nueva oportunidad para una genunino desarrollo nacional con justicia social. Y una de las aristas clave, marcan los autores, es el río Paraná, el estratégico camino que controlan poderosos intereses foráneos

Esteban Guida y Rodolfo Pablo Treber

Fundación Pueblos del Sur (*)

Especial para El Ciudadano

La pandemia dejó al descubierto las enormes debilidades del sistema político-económico que impera en nuestra región. Esto se vio reflejado no sólo en el plano sanitario sino también en las grandes dificultades logísticas y productivas que surgieron como consecuencias de la implementación, consolidación y naturalización de un sistema que promueve la concentración de riquezas, competencia y desigualdad sobre el desarrollo humano y colectivo.

En el contexto geopolítico, el efecto del covid-19 es la profundización de la guerra económica preexistente entre Estados Unidos y China. La confrontación por el dominio mundial es creciente, y, como en cada uno de estos momentos a lo largo de la historia, los mercados internos de los países ajenos serán el objetivo común y campo de batalla de ambos contrincantes. La debilidad manifiesta de los Estados y la crisis económica, presente y venidera, resultan el marco propicio para el avance de la producción e “inversión directa” de los países poderosos, sometiendo y obturando el desarrollo del resto del mundo.

Hoy, como a fines de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno argentino deberá tomar posición al respecto y definir el sentido de avance de nuestra Nación. Si optamos por un proyecto de industrialización regional y generación de empleo genuino, o continuamos bajo el dominio de intereses foráneos como furgón de cola de alguna potencia extranjera. La crisis y puja por el predominio mundial nuevamente nos abre una ventana de oportunidad para emprender un proyecto económico y político con foco en la justicia social. Desde luego esto también trae aparejadas grandes dificultades y amenazas.

Con el objetivo de recomponer su status de líder mundial y luego de tantos años de dominio e intromisión sobre cada uno de los países de la región, a nadie le puede sorprender que Estados Unidos vuelva a profundizar sus políticas de saqueo de materias primas y destrucción de mercados internos de la Patria Grande, con el fin de apropiarse de recursos a bajo costo y quedarse con el valor agregado sobre su producción. Por otro lado está China avanzando posiciones y mostrando en nuestro país y la región, a través de su seductora política de inversión en infraestructura y logística, que sus pretensiones están en línea con las ya conocidas potencias imperiales.

Como en aquel entonces, nuestra posición nacional dista mucho de tomar partido por uno y otro bando, ya que de lo que se está hablando es de la soberanía nacional y los recursos de la Patria. Porque, en definitiva, es el trabajo lo que está en disputa detrás de todo conflicto geopolítico. Por eso, si el vector para encarar el problema no es la creación de trabajo genuino y la generación de riqueza nacional, el rumbo resultará inexorablemente equivocado. Urge planificar la demanda política de nuestro Pueblo y las fuentes de trabajo que la satisfagan, pero para que esa voluntad política sea realizable es indispensable recuperar la administración de nuestro comercio exterior a fin de definir qué entra y qué sale del país.

En este sentido, la actual disputa por el manejo, control y usufructo de nuestro majestuoso río Paraná es un capítulo más de estas guerras de dominio sobre nuestros recursos, y es nuestra responsabilidad ponernos en guardia y ser inteligentes para no volver a cometer los gravísimos errores que se cometieron, como por ejemplo, con la Guerra de Malvinas, cuyos costos políticos y económicos siguen siendo en extremos gravosos para los argentinos de hoy.

El 30 de abril de 2021 vence la concesión que Hidrovía SA tiene sobre la autopista fluvial que enlaza los principales puertos de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires. Se le presenta al gobierno una inmejorable oportunidad de rescatar la administración portuaria en manos del Estado nacional sin ruptura de contrato, indemnización ni litigio legal alguno y, así, comenzar un verdadero proceso de reconstrucción industrial con base en la recuperación de nuestra soberanía política.

Actualmente, y desde la liberal década del 90, nuestros ríos internos y su tráfico están en manos del consorcio conducido por la empresa belga Jan de Nul, proveyendo los servicios de dragado y señalización a cambio de un peaje de u$s 3,06 por TRN (tonelada de registro neto) a los buques circulantes. Así, y con plena vinculación comercial con las multinacionales del comercio exterior (Cargill, Cofco, Archer Daniels Midland, Bunge y Dreyfus), actores ajenos al interés nacional deciden lo que entra y sale por nuestros ríos. Por lo tanto, definen nuestra economía interna, precios y trabajo disponible.

En esta encrucijada no resulta una cuestión menor, ni mucho menos una decisión más en la agenda coyuntural. La manera en la que el gobierno resuelva este tema definirá si estamos en presencia de un gobierno que persigue el interés nacional, o si resulta ser uno más en la larga lista de culpables y/o cómplices de la destrucción de la Argentina a manos del mejor postor. Misma cosa vale para los gobiernos provinciales y municipales, que con su acción u omisión juegan, quieran o no, el mismo partido. Es totalmente falso que los gobiernos descentralizados no pueden hacer nada frente a semejante situación; muy por el contrario, tienen la enorme responsabilidad de impulsar y representar los intereses nacionales de los locales, dejando detrás una larga y nutrida experiencia en materia de corrupción, complicidad y negocios a espaldas del pueblo.

Necesitamos recuperar el control del comercio exterior a través de nuestros puertos, crear un fondo permanente y sustentable para la reconstrucción de la flota mercante nacional, y desarrollar un actor estatal que se haga cargo, por mano propia, de la logística nacional. De esta manera, industrializar al país, alcanzar la independencia económica y conquistar el pleno empleo, el trabajo para todos los argentinos que nos acerque a la anhelada justicia social.

Esta es la disputa que hay detrás de la concesión de la denominada “Hidrovía”, por eso es tan relevante y adscribe a nuestras luchas por la Independencia y la soberanía nacional; una nueva oportunidad de acercarnos a una Patria más justa, libre y soberana como supimos tener y perdimos en pos del beneficio extranjero.

 

(*) fundacion@pueblosdelsur.org

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