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Se formaron en un taller textil y ahora producen ropa para tener una salida laboral

Son nueve chicas y un chico que integran Maléfica Indumentaria en la Asociación Evita Sol Naciente. El año pasado fueron una de las Unidades Productivas del Santa Fe Más que fabricaron barbijos y este año diseñan remeras, almohadones y cortinas para vender 

Nueve chicas y un chico cursaron el taller textil de la Asociación Civil Evita Sol Naciente de barrio Matheu y en esta nueva etapa producen ropa, accesorios, cortinas y almohadones en Maléfica Indumentaria, como llamaron a la Unidad Productiva del programa Santa Fe Más. La meta del grupo es vender lo que producen y también ofrecer sus servicios para las personas que deseen tengan diseños exclusivos. 

Como en todos los ámbitos, la llegada de la pandemia marcó al grupo justo cuando empezaban el camino de producción. Isabel es la referente de la Asociación y contó que fue un desafío organizarse y transitar la experiencia laboral de producir en serie con plazos. «El trabajo del año pasado fue inolvidable porque fabricaron barbijos. El gobierno provincial nos daba los insumos y tenían que hacer mil unidades por semana, destinados al personal esencial. Como lo hicieron bien, también les dieron para hacer batas y botas. Esa práctica no la tenían y fue muy bueno porque eso les sumó experiencia a la hora de buscar un trabajo», contó. 

Priscila y Bruno son dos integrantes de la Unidad Productiva que estuvieron el año pasado y destacaron que, si bien fue difícil, se ayudaron entre todos. 

Priscila de 21 años está desde hace dos años en la Asociación. Empezó el taller textil porque su madre iba y se quedó. Isabel remarcó que cuando terminó la formación, la invitaron porque es responsable y vieron sus ganas de trabajar. 

«A mí me gusta, por eso vengo», resumió Priscila y describió que este año empezaron a hacer remeras para chicas y están terminando de armar la página de Instagram y de Facebook de Maléfica para publicitar lo que producen. 

«No solamente decidimos hacer ropa de mujer, también almohadones, cortinas y accesorios», dijo y se animó a pensar en el después de la Unidad Productiva. «Podemos seguir con Maléfica porque ya somos todas compañeras. Está muy bueno porque cuando se plantea una idea, las otras la siguen. Si alguna no puede con alguna máquina, va otra y la ayuda. Y si hay diferencias se charlan», siguió. 

Bruno tiene 18 años y es el único varón del grupo. Reconoce que cuando le avisaron del taller textil no quiso ir. Hace más de dos años que está. «No me imagino mis días sin venir acá por las cosas que aprendí y las que me llevo. Es un ambiente muy sano porque cada uno se ayuda y nadie es más que el otro», destacó.

«Empecé en la Unidad Productiva en 2020 y también tengo otro proyecto que hacía desde antes: remeras estampadas. Hago un diseño propio porque no me gustan las que venden», dijo. 

Bruno explicó que cuando contó su idea en la Asociación no dudaron en ponerle a disposición las máquinas de sublimado y la impresora para acompañarlo en su proyecto personal y aclaró que su intención es seguir con Maléfica Indumentaria. 

Daniela y Zoe son primas, viven en barrio Hospitales y se sumaron a la Unidad Productiva este año. Para Daniela, de 21 años, lo que más le costó entender fue el funcionamiento de la Overlock –una máquina industrial que sirve para terminaciones profesionales–. «Me costó enhebrarla pero las chicas me tienen paciencia, así que le voy agarrando la mano rápido», ejemplificó. 

Su prima Zoe, de 19, también está desde hace dos años en la Asociación. «Podés ser vos misma, es un ambiente tranquilo y no hay peleas», resaltó. Zoe quiere seguir estudiando y tiene como meta «hacer ropa copada porque la que está a la venta es toda igual». 

Cristina es la coordinadora de la Unidad Productiva y con Isabel se entusiasmaron por las ganas con las que el grupo empezó este año. «Ya diseñaron algunos modelos de remeras, casi tienen terminada la página para poder publicar lo que producen y también diseñaron folletos para ofrecer sus trabajos. Este año están a full. Es un grupo muy organizado», contaron. 

Los talleres en Evita Sol Naciente 

Como la mayoría de las asociaciones, Evita Sol Naciente nació tras la crisis del 2001. La integraban vecinas y vecinos que empezaron con copas de leche en Villa Moreno y barrio Matheu. Tras casi dos décadas, la Asociación está consolidada como punto de referencia para las y los jóvenes. En el espacio de calle 24 de Septiembre 1045 dictan los talleres de textil, tapicería, electricidad e informática junto a la Unidad Productiva Maléfica. Y en el predio de Moreno y Mister Ross tienen el taller de Huerta Orgánica. 

Al Evita Sol Naciente concurren alrededor de medio centenar de jóvenes de distintos barrios como Tablada, Matheu, la Sexta, Hospitales, Acindar, Las Flores y este año se sumaron dos chicos de Villa Gobernador Gálvez. Estas capacitaciones se dan dos veces por semana y pertenecen a la etapa de formación del programa Santa Más, una iniciativa impulsada por el gobierno provincial a través del Ministerio de Desarrollo Social que busca la inclusión de las y los jóvenes, de 16 a 30 años, en todo el territorio provincial. 

«Queremos fomentar la cultura del trabajo que se fue perdiendo. Ahora llegó el Santa Fe Más que es como una lucecita porque los chicos y chicas cobran una beca. Es una platita que los ayuda y se capacitan sin tener que pagar nada. No solamente es la formación sino también la contención porque acá si alguien tiene un problema tratamos de estar y contenerlos. Estamos muy contentos con las herramientas que nos ofrecen porque la salida laboral es el objetivo que cruza todos los cursos que tenemos como organización», dijo Isabel.

El curso de Huerta Orgánica que está en el predio de Moreno y Mister Ross también tiene como objetivo la producción. Ricardo tiene 20 años, lo llaman Richard, y es uno de los diez jóvenes que este año está en esta etapa de formación. «Me encargo de preparar la tierra, después hablamos para sembrar y regar. Ya cosechamos tomates, repollos, radicheta, rúcula, calabazas y cebolla de verdeo. También hacemos compost y empezamos con las aromáticas», enumeró como una especie de recorrido por el taller. 

Richard también colabora en el taller de Tapicería. Claudio es el capacitador y lo definió siempre dispuesto a aprender y a dar una mano. 

 

 Este año Claudio tiene un grupo de 15 jóvenes y reconoce que no es fácil. «Lo primero que enseñamos son todos los elementos de seguridad, cómo usar las herramientas, mantener el lugar de trabajo limpio y cumplir con el horario. Reforzamos estos principios porque no sólo sirven para trabajar en tapicería, se aplican para todo. El año pasado también hicimos barbijos y dimos clases virtuales pero ahora retomamos con protocolos. La primera tarea fue que los chicos tapizaran sus propias sillas y mientras las hacen, aprenden el oficio», remarcó. 

Armar una página para mostrar los trabajos del grupo en redes sociales e innovar fueron las dos metas planteadas para este 2021. «La idea es hacer puff y sillas personalizadas. Queremos enseñarles a usar el sublimado para actualizar el oficio del tapizado», contó Claudio. 

«El futuro laboral depende del trato con personas. Me incorporé este año y me parece buenísimo que de la mano del Santa Fe Más el día de mañana ellos puedan tener este oficio. Acá se enseña a avanzar juntos y es la clave para ser bueno en lo que hagas», se presentó Jonathan, el acompañante del taller. 

 También habló de las experiencias que los jóvenes comparten en las reuniones quincenales que tiene el programa en su etapa formativa. Entre Jonathan e Isabel contaron que esas charlas son fundamentales porque las chicas y los chicos con los que trabajan llegan con realidades distintas y algunas son difíciles. «Avanzamos cuando encuentran que se pueden desarrollar, opinar y ser ellos mismos. Ahí se nos hace fácil enseñarle el oficio», explicó Isabel. 

La asociación también tiene el taller textil de donde egresaron los diez integrantes de la Unidad Productiva Maléfica Indumentaria. 

Nazarena y Milagros son las más jóvenes y tienen 16 y 15 años. Este año empezaron a operar y conocer las máquinas: sus partes, cómo enhebrar y las primeras costuras. Nazarena empezó el año pasado con las clases virtuales, pero ahora le gusta más porque es presencial. Milagros está en la etapa de conocer las funciones de la máquina. Las dos son tímidas, dijeron que disfrutan estar en el taller por el grupo que se formó y esperan seguir aprendiendo para cumplir con la consigna de esta etapa de hacer todos los accesorios para su baño. 

Isabel y Cristina concluyeron que la posibilidad de dar los talleres y de tener una Unidad Productiva del Santa Fe Más amalgama el trabajo que hace la Asociación en el territorio y las políticas públicas del gobierno provincial. «Estas herramientas que nos brinda el Estado nos ayudan a mostrarles a las chicas y chicos que no quedan sólo con el aprendizaje. Ahí vemos la posibilidad de una inserción laboral», cerró Isabel. 

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