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Tiene fecha de inicio el postergado juicio por el linchamiento de David Moreira: 26 de mayo

Dos acusados se sentarán en el banquillo por homicidio en agresión, con expectativa de pena de entre 2 y 6 años. Están citados más de 70 testigos para un caso emblemático, que por su saña hasta tuvo una referencia del papa Francisco. Para la querella, el paso del tiempo conspira contra la justicia

Flavia Campeis / Especial para El Ciudadano

El próximo 26 de mayo comenzará en el Centro de Justicia Penal de Rosario el juicio oral contra dos de los acusados por el crimen, siete años atrás, de David Moreira en un feroz ataque de un grupo de vecinos de barrio Azcuénaga, luego de un robo.

El juicio estaba programado para noviembre del año pasado pero por cuestiones de agenda se suspendió y se reprogramó para el próximo mes.

En debate oral serán juzgados Gerardo Gutiérrez y Cristian Antonioni, a quienes se les imputó el delito de homicidio en riña o agresión, con expectativa de pena de entre dos y seis años de cárcel. Un tercer acusado, Nahuel Pérez, fue condenado el año pasado en un juicio abreviado y recibió una condena de tres años de prisión condicional.

Se espera que haya alrededor de 72 testigos de la brutal golpiza cometida el 22 de marzo de 2014, en inmediaciones de Marcos Paz al 5400. David tenía 18 años, era peón de albañil y según su familia “jamás había tenido un antecedente policial”. Murió tras agonizar tres días en terapia intensiva. Sus homicidas fueron un grupo no determinado de vecinos que lo acusaron de robarle la cartera a una mujer cuando iba como acompañante en una moto. El conductor huyó; David cayó junto al rodado y fue asesinado.

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En el juicio no podrá estar presente la persona que encabezó el pedido de justicia, la mamá de David, Lorena, ya que con el padre del chico se mudaron a Uruguay porque no pudieron soportar la muerte de su hijo y la exposición mediática que aparejó el caso. Ahora la pandemia les imposibilitará cruzar la frontera para estar presentes en esta instancia decisiva.

Sobre el inicio del demorado juicio el abogado querellante, Norberto Olivares, cuestionó: “El paso del tiempo conspira con la eficacia de un juicio justo, porque no es lo mismo entrar en la inmediatez de los hechos, e indudablemente el paso de los años hace que la movilización de los familiares, allegados y organizaciones ya no esté, porque los familiares están en Uruguay desde hace varios años”.

Además, el abogado de la familia Moreira evaluó que “la lógica judicial dista mucho de ser un sistema perfecto, porque no solamente el poder judicial está colapsado por la situación de violencia cotidiana muy fuerte, sino que está demostrando que a los efectos de brindar un servicio de justicia eficaz e inmediata es todo lo contrario”, y de inmediato agregó: “Vamos al juicio con el tercer fiscal de la causa lo que implica un cambio en los enfoques, los abordajes, las ideas”. Hoy está a cargo de la causa el fiscal Alejandro Ferlazzo.

Además Olivares recordó que en una primera instancia los dos acusados que llegan a juicio fueron imputados por homicidio agravado (con expectativa de pena de hasta 25 años), carátula que luego se cambió a un tipo penal mucho más leve.

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Conmoción

El crimen de David Moreira fue uno de los primeros casos a partir de los cuales se empezó a hablar de linchamientos en los medios de comunicación de todo el país y hasta el papa Francisco se refirió al asesinato, cometido por quienes no habían sido víctimas del robo, y dijo que la escena le dolió porque “sentía las patadas en el alma”. Ahora, el inicio del juicio se anunció en medio de la conmoción local por otro caso de violencia desatado tras un robo, como es el de Diego Claudiano, quien atropelló con su camioneta y mató a dos jóvenes en Fisherton después de que le robaran, el pasado 8 de abril.

Sobre este tema, Norberto Olivares expresó: “Nosotros asumimos las defensas de estas cuestiones porque estamos embarcados en una corriente de pensamiento que quiere ponerle a la perspectiva civilizatoria una característica de tipo humanista, comunitaria. Que el enemigo no está entre los vecinos, entre los compañeros de trabajo, porque se ha generado el sospechar entre nosotros, y es necesario poder volver al ideal de la comunidad, de sentirnos parte, solidarios”.

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