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Alejandro Bunge, el inspirador del primer Plan Quinquenal, la economia planificada del país

Su prédica fue el proteccionismo para lograr la industrialización de la Argentina y conquistar la independencia económica. Era ingeniero y, para él, la industrialización era una sola y en su desarrollo, mediante el apoyo y protección del Estado, estaba el futuro

Humberto Zambon (*)

 

El primer intento de planificación económica a mediano plazo en nuestro país fue el Plan Quinquenal, aprobado a principios del primer gobierno de Juan Perón. El inspirador, Alejandro Bunge, ya había muerto, pero el plan fue redactado por sus discípulos, en especial José Figuerola, siguiendo fielmente sus ideas.

Alejandro Bunge (1880-1943) se recibió de ingeniero en Alemania, aunque se dedicó a la estadística matemática; también en Alemania conoció la obra del economista Federico List, quien fue uno de los primeros en oponerse al liberalismo clásico, defendiendo la protección a las industrias nacientes para lograr el desarrollo económico.

Vuelto a la Argentina, fue el primero en construir y utilizar los indicadores estadísticos, especialmente el de costo de la vida y la distribución del ingreso. Para el primero de ellos, en base a los datos del censo de 1914, dividía el ingreso de las familias en un 50% para alimentación, 26% para vivienda y 24% para vestimenta y otros.

En julio de 1918 fundó la Revista de Economía Argentina, dedicada exclusivamente a los problemas locales, única en su género, que llegó a tirar 7.500 ejemplares y que contaba con suscriptores en todo el mundo. Se editó en forma continua hasta 1948, dirigida por Alejandro hasta su muerte y luego por Max Bunge. Alrededor de la revista se conformó un importante grupo de discípulos, que se renovaba paulatinamente, entre los que figuró Raúl Prebisch.

Anualmente publicaba sus estudios demográficos, con las tasas de natalidad, mortandad y crecimiento vegetativo; analfabetismo y estudios sobre costo de vida. Hay que tener presente que el primer censo nacional se realizó en 1914 y el segundo en 1947, por lo que –para el período intercensal– los únicos datos estadísticos disponibles son los elaborados bajo su dirección. Publicó también una encuesta sobre vivienda obrera en la Capital Federal, para 1913-14.

En un trabajo realizado en Alemania, en 1909, propuso la creación de una zona de libre circulación de mercancías entre Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay y Paraguay, a los que, como alternativa, se podía sumar Brasil. Eso fue retomado años después en la Revista y fue el antecedente utilizado por Prebisch en la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y, adicionalmente, es uno de los ignorados antecedentes del Mercosur.

Desde 1921 en la Revista de Economía Argentina se insistía en que la política inglesa consistía en comprar materia prima barata para venderla manufacturada, exportando, conjuntamente con las manufacturas, un producto ideológico como era la idea del libre cambio. Eso a pesar que los países centrales habían aplicado internamente un estricto proteccionismo en el período de formación y consolidación capitalista.

Su prédica fue el proteccionismo para lograr la industrialización del país y conquistar la independencia económica. Se opuso a la idea dominante de “industria natural”, que es aquella en la que el país tiene ventajas naturales para participar de la División Internacional del Trabajo, distinta de la otra, denominada “artificial”. Para Bunge la industrialización era una sola y en su desarrollo, mediante el apoyo y protección del Estado, estaba el futuro del país.

Otra de sus banderas fue “el impuesto al latifundio social”, un impuesto progresivo para obligar a los latifundistas a ceder tierra al Estado para su parcelación y colonización. Participó en el Congreso en defensa de este proyecto, que no prosperó pero fue uno de los antecedentes tenidos en cuenta en 1973 para la creación del Impuesto a la Renta Potencial de la Tierra, de muy corta vida.

En 1940 publicó el libro “Una Nueva Argentina”, donde recopiló, corregidos y actualizados, artículos de la revista. En particular hubo uno, basado en un artículo de 1925, que tuvo trascendencia: el que describía a la Argentina como país abanico. El epicentro era la ciudad de Buenos Aires, de donde partían, como el varillaje de un abanico, todas las redes ferroviarias y viales que recorrían el país. Tomando como punto de referencia a la Capital, se podían trazar dos círculos concéntricos, uno a los 580 kilómetros y el otro a los 1.000; la primera zona (0 a 580 kilómetros) era la central, la segunda, de 580 a 1.000, la intermedia y de 1.000 kilómetros en adelante, la periferia.

Alejandro Bunge no tuvo militancia partidaria, aunque no tuvo inconvenientes en bosquejar un plan económico para Marcelo de Alvear, basado en una política de protección aduanera para la industrialización, que no fue aceptado por el gobierno radical, y, luego, colaborar con el gobierno militar de 1930 para establecer el impuesto a los ingresos (réditos) y elevar los derechos aduaneros para favorecer a la industria local.

Por sus ideas estaba cerca del Partido Socialista. Además, era amigo de Alfredo Palacios y muy unido a su hermano Augusto, dirigente de ese partido, diputado nacional y director del periódico socialista La Hora. No se incorporó al partido por algunas diferencias ideológicas sobre lo que para él era un internacionalismo abstracto que impedía ver intereses nacionales concretos. Sobre esto hay una anécdota interesante: cuando en los años 20 se discutía el mantenimiento del valor adquisitivo del salario obrero, la mayoría del Partido Socialista (contra la opinión de los Bunge y del mismo Juan B. Justo) resolvió atarlo al valor del oro. Entonces el joven Raúl Prebisch (que consideraba como sus maestros a Alejandro y Augusto Bunge) escribió en La Hora un artículo sobre lo anticuado de esa posición, defendiendo el uso de los índices de precios como punto de referencia; cuando lo amonestaron por disciplina partidaria, cuentan que Prebisch rompió su ficha de afiliación.

Al contrario de Bunge, en la mayoría de los discípulos había influido la Doctrina Social de la Iglesia, lo que los llevó a tomar posiciones políticas cercanas al nacionalismo progresista católico. Muchos participaron del gobierno surgido en 1930 y en 1943.

Cuando asumió la primera presidencia Juan Perón nombró como secretario técnico a José Figuerola (que había despedido, en nombre de los discípulos, los restos de Bunge) y como responsable del plan de industrialización a otro representante del mismo grupo, Emilio Llorens. Figuerola tuvo a su cargo la dirección de la redacción del “Primer Plan Quinquenal”, que recogió las ideas de Bunge: industrialización, producción hidroeléctrica, aumento del número de propietarios rurales, creación de un seguro social amplio y obligatorio, participación de los obreros en la propiedad y beneficios de las empresas, nacionalización de los ferrocarriles…

Nota bibliográfica: “Una nueva Argentina” fue editado por Kraft (Buenos Aires, 1940) y hay una segunda edición de Hyspamérica (Madrid, 1984) que todavía se pueden conseguir ejemplares. Otra bibliografía recomendada sobre Alejandro Bunge es la siguiente: “El grupo Bunge y la política económica del primer peronismo (1943-1952)”, por Claudio Bellini (Latin American Research Revew, febrero de 2006) y “Alejandro Bunge, economista y sociólogo (1880-1943) por José Luis De Imaz, Desarrollo Económico, octubre-diciembre de 1974

 

(*) Doctor en economía. Ex decano de la Facultad de Economía y Administración de la Universidad Nacional del Comahue y ex vicerrector de la Unco. De vaconfirma.com.ar

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