La Gringa estaba enferma. Había tenido un ACV el año pasado, cuando ya estaba presa en la cárcel de mujeres acusada de integrar una asociación ilícita de la mano de René Ungaro, el Brujo. La mujer cayó presa en 2019 y este año estuvo a punto de firmar un acuerdo abreviado pero el juez se negó. Luego, la Cámara lo admitió por lo que técnicamente la Gringa debía acordar un nuevo proceso en el que su defensor buscaba pedir su libertad. La Gringa, nombre con el que se conocía a Ramona Elvira Ávalos, de 45 años, murió en la Unidad 5 hace una semana. Este martes, Daniel «Cabezón o Coyote» Balaguer, su ex pareja, fue acribillado en la zona sur y a un día de que recuperara la libertad de la cárcel de Piñero.
El miércoles 21 de abril y durante la última visita que recibió en el penal de 27 de Febrero al 7800 –la de su pareja–, la Gringa se descompensó. La llevaron a la enfermería y de allí al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca), donde finalmente murió. Desde Mujeres tras Las Rejas denunciaron una vez más las malas condiciones de la atención en materia de salud en los penales.
Como se trató de una muerte en custodia, la Fiscalía espera el resultado de la investigación para saber si la muerte de la mujer tuvo que ver con alguna negligencia en el penal, el cual fue allanado.
La Gringa abrió una secuencia de muertes. Su pareja durante muchos años, Daniel Balaguer, había salido este lunes de la Unidad 11 de Piñero. Estaba vinculado también a la banda de René Ungaro, aunque su pedigrí de viejo cañero lo había mantenido preso durante años en la Unidad 3, ubicada en Zeballos 2951 y conocida como la Redonda.
Habían pasado muchos años juntos. Incluso cuando el Cabezón estuvo tras las rejas o cuando al hijo de La Gringa, Leo de 14 años, lo asesinaron a balazos muy cerca del lugar donde este martes le descargaron un cargador en el cuerpo a Balaguer, en Patricias Argentinas y Benito Juárez.
Otro hecho que llama la atención ocurrió el mismo lunes en el que el Cabezón salió en libertad. Fue en la ruta 14 a la altura de Soldini cuando balearon el auto en el que viajaba un ex preso que recién había dejado la cárcel de Piñero, tras cumplir una condena de 12 años por homicidio. En esa agresión, el conductor de una camioneta Hilux se puso a la par de la Renault Kangoo que estaba siendo remolcada por el Volkswagen Fox de una remisera y los ocupantes abrieron fuego.
La remisera Vanesa Hernández murió en el acto y un hermano del hombre liberado resultó herido grave. Si bien las primeras informaciones oficiales indicaron que el presunto blanco del ataque no pertenecía a las bandas narcocriminales que tienen a sus jefes en Piñero, algunos investigadores dijeron que el ataque tuvo como móvil su relación con un lugarteniente de Los Monos. Otros deslizaron que pudieron haberse equivocado de blanco ya que ambos presos, por éste y el Cabezón, dejaron la cárcel el mismo día.
La Gringa
Ramona Elvira «Gringa» Ávalos estaba acusada como miembro de la asociación ilícita liderada por el Brujo Ungaro con su sede en el Fonavi del Parque del Mercado y dominio en la zona sur.
La Gringa era de barrio Tablada y había sido detenida en agosto de 2019 cuando la acusaron por tenencia de armas de fuego y le encontraron algunas bochitas con cocaína en una casa donde se escondía en Capitán Bermúdez.
En octubre de 2019 la imputaron como miembro de la organización que el Brujo Ungaro comandaba desde la cárcel, dedicada a un abanico de delitos que van desde balaceras, usurpaciones hasta el ingreso de materiales prohibidos en las cárceles.
Según la hipótesis del fiscal Matías Edery, la mujer se ocupaba de los turnos que Ungaro regenteaba para el ingreso de familiares a la cárcel de Piñero lo que generaba unos 30 mil pesos por semana.
Edery le achacó puntualmente ser un engranaje de la organización y en ese carácter recibir órdenes de otros miembros privados de su libertad; de estar a cargo de la logística de los hechos cometidos por la organización junto a manejar y administrar recursos propios y del resto de los imputados. También le imputaron la organización de venta de números para el ingreso de la visita al penal de Piñero; organizar amenazas y extorsiones, atentados contra las personas, lesiones, encubrimiento de robo de vehículos y el desguace junto a las usurpaciones. Todo ello con la finalidad de la defensa territorial de barrio Tablada junto al Fonavi de Lola Mora e Hipócrates y el del Parque del Mercado para obtener un rédito económico, reconstruyó el fiscal en la imputación.
Con el correr de la investigación y la producción de evidencia, el fiscal Edery acordó con el defensor oficial Darío Pangrazi presentar en su caso un procedimiento abreviado.
El convenio ubicó a la mujer como miembro de la asociación ilícita y propusieron una pena de 3 años de prisión. El abreviado pasó el examen de admisibilidad pero el juez no lo homologó al considerar que la Gringa pertenecía a la categoría de jefa de la asociación lo que impactaba en la pena que con esa calificación tenía un mínimo de 5 años.
Esta decisión fue apelada por la defensa que explicó en la apelación ante los camaristas que el juez Héctor Núñez Cartelle confundió el control de legalidad y se inmiscuyó en la calificación legal sin fundamento.
El fiscal Edery agregó que se trata de una organización de suma complejidad y el Ministerio Público de la Acusación (MPA) trata de cerrar abreviados con los eslabones más débiles de la asociación a los fines de tener un juicio más claro y limpio respecto a los cabecillas. Y sumó que poner a la mujer en un rol de mayor entidad que el imputado por la Fiscalía es excederse en las funciones.
Tras escuchar a las partes, los camaristas Georgina Depetris, Guillermo Llaudet y Carolina Hernández resolvieron invalidad la resolución del juez Núñez Cartelle y remitir el caso al Colegio de Jueces de Primera Instancia para que se sorteara un nuevo juez y le diera tratamiento al acuerdo presentado por las partes. La Gringa murió antes de que el recurso la pusiera en libertad.
Dolor y muerte
La Gringa recordaba en su Facebook una de sus penas mayores y que llegó en 2013. Su hijo, Leonel Martín Segovia, que tenía 14 años, caminaba por inmediaciones de Chacabuco y Centeno cuando una Yamaha YBR 125 con dos ocupantes se le aproximó por detrás. Le dispararon tres veces y murió poco después en el hospital Roque Sáenz Peña. “Te busco en mis sueños y te veo sonriendo”, fue uno de los últimos posteos de la Gringa con la foto de su hijo que hoy tendría 22 años.
El Cabezón
Balaguer era alto, grandote. Los días en la Unidad 3 hace más de una década no pudieron quitarle el aspecto que llamaba la atención, por su altura y sus pocas palabras con algo de misterio.
Ahí en plena ranchada, que compartía con sus amigos, solía contar algunas anécdotas del Flaco Pistola, un hombre que había llevado la merca a la villa de la Siberia. “Viste esto que dicen ahora de la fabelización, bueno eso lo inventó el Flaco”, explicaba uno de sus compañeros de celda que ponía palabras en boca del Cabezón, que hablaba poco.
La mayoría de sus condenas fueron por robo. En 2011 fue sentenciado por un robo a un súper chino y una casa de empanadas, aunque el magistrado lo declaró reincidente por segunda vez. El Cabezón contaba con una pena de 19 años y 3 meses de cárcel dictada en el año 2000, que unificada con esta nueva condena se eleva a 26 años y 9 meses de prisión.
Después recuperó la libertad y fue preso por un delito menor, un encubrimiento. En la audiencia que se llevó a cabo el viernes pasado logró la libertad bajo fianza y recién volvió a la calle el lunes cuando pudo hacer efectiva la caución. El martes lo mataron en barrio Las Heras.
Citaron en una esquina a un pesado con historia y lo ejecutaron de ocho balazos