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Se conoció una pieza musical que reúne a Gardel, Bowie, Piazzolla, Spinetta y Mercury

El pianista Sebastián Volco y el bandoneonista Pablo Gignoli, quienes desde 2012 y en París vienen sosteniendo un dúo tanguero, sumaron a Fernando Samalea en batería y percusión para un álbum donde se aprecian versiones muy propias de grandes autores

El pianista Sebastián Volco y el bandoneonista Pablo Gignoli, quienes desde 2012 y en París vienen sosteniendo un dúo tanguero, sumaron a Fernando Samalea en batería y percusión para dar forma a un sugerente álbum donde se aprecian versiones muy propias que van de Gardel-Lepera a Bowie y Mercury, de Piazzolla a Leguizamón-Castilla y de Rovira a Spinetta.

«Este material es más bien una fusión de lo que para nosotros es la herencia y la mezcla entre el tango y el rock», arriesgó el bandoneonista durante una comunicación con Télam acerca del flamante lanzamiento en plataformas digitales de Volco & Gignoli + Samalea.

Por su parte, el pianista aportó que a la propuesta la ve «como a la de un dúo/trío de música popular»: «En este y todos nuestros proyectos si bien podemos acercarnos más o menos a algunos estilos, ninguno es muy partidario de las banderas y de los marcos».

Esa libertad creativa y sonora es la que les permitió abordar un repertorio integrado por «Volver» (Carlos Gardel-Alfredo Le Pera), «Los libros de la buena memoria» (Luis Alberto Spinetta), «A Evaristo Carriego» (Eduardo Rovira), «La Pomeña» (Gustavo Leguizamón-Manuel Castilla), «Buenos Aires Hora 0» (Astor Piazzolla), «Life on Mars?» (David Bowie) y «Bohemian Rhapsody» (Freddie Mercury).

Con el toque de Samalea, un viejo conocido de ambos integrantes de la dupla, y una atmósfera sonora donde también Charly García dice presente, la placa abraza una síntesis tan diversa como lograda y atrapante.

Al respecto Gignoli contó: «Toda esta música fue experimentada en vivo muchas veces por el dúo, tanto en conciertos como en milongas con gente bailando y estos siete temas fueron la decantación de un repertorio bastante más amplio donde tenemos composiciones propias, tangos clásicos y muchos temas alternativos del rock argentino o anglosajón».

A lo que Volco añadió que aquí trabajaron «para crear un mundo fino y agradable, con profundidad y misterio, pero esquivando la tentación de sumar elementos disonantes o exagerados».

«En contraposición a cuando priorizamos transmitir una idea personal lo más fiel posible dándole cero importancia a lo que pueda opinar alguien ajeno al proyecto, acá nos pusimos un filtro estético en el sentido de preservar el concepto de «belleza» más apto para todo publico», puntualizó el músico que el año pasado publicó el notable Living inside, su primer disco de solo piano.

Consultados sobre si piensan al tango como a un espacio creativo capaz de albergar y dialogar con otros géneros y creadores, Pablo Gignoli señaló: “El tango es un género que nace del encuentro de muchas culturas diferentes, cuando la globalización comenzaba a tomar preponderancia mundial a través de las grandes migraciones, la liberación de los esclavos, las revoluciones sociales, la industrialización, etcétera. Entonces, poner al tango en el lugar de algo sagrado, cerrado, inamovible, es matarlo y colgarlo en un museo. Por otra parte este álbum, al no ser un trabajo denominado tanguero nos permitió ir para varios lugares sin tener que pedir permiso ni disculpas a «naides»».

Por su parte, Sebastián Volco compartió: “Yo personalmente, que soy amante del tango, creo que no. El tango tiene ciertos limites que si se traspasan se transforma en otra cosa y no tiene nada de malo dejar de llamarlo tango. Es posible sentarse a analizar las raíces e influencias, pero si no suena a tango, no es tango. Es como decir que la música electrónica es rock’n roll… sin dudas su tatarabuelo es Chuck Berry, y los efectos sobre la audiencia es similar, pero es otra cosa nueva/diferente. ¿Astor es tango o no es tango? Frente a una genialidad tan inmensa ¿Eso es importante? ¿Gotan Project es tango? Yo creo que no. ¿La pizza sin muzzarella y con ananá es pizza? Yo creo que no. Los estilos son maravillosos y está genial preservarlos y conocerlo bien para poder tomar sus elementos y escénicas y así poder crear algo nuevo”.

Sobre la reunión de tantas creaciones de reconocidos autores como David Bowie, Freddy Mercury, el Flaco Spinetta, el Cuchi Leguizamón y hasta Charly García cuyo pulso sobrevuela parte del repertorio, Gignoli aclaró: “No tratamos de demostrar nada. Solo intentamos hacer un disco que sea grato de escuchar, que nos hable a todos por igual y de alguna manera entre todos estos compositores se da una particularidad, que todos supieron escribir estas melodías que son parte de la banda sonora de la vida de muchos de nosotros”.

Y agregó: “En «Volver» lo que hicimos fue tocarlo como si fuese una versión de Serú Girán. En vivo, sin la batería, siempre comenzamos con los bajos tipo «Adela en el Carrousel» del piano y yo pegándole a la tapa izquierda como si fuese una máquina de ritmos y hacia el final lo explotamos como si fuésemos una banda de cinco monos. Todo eso, con el aporte de Fer quedó realmente como nos lo imaginábamos. «A Evaristo Carriego» y «Buenos Aires Hora 0» son dos obras fundamentales de la vanguardia de los años 50. La manera en que Rovira creó esa pieza casi no tiene comparación en el género y «Buenos Aires Hora 0» es atemporal”.

A lo cual Sebastián Volco sumó: “Esas obras son inmensas y tan ricas musicalmente que pueden ser arregladas de muchas maneras fuera del género y cobrar un nuevo sentido y poder”.

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