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Instituciones de barrio, pandemia y el cohete chino: reflexión sobre las restricciones a clubes

Una mirada sobre la realidad de los clubes en la pandemia, la lucha por cuidar a sus socios pero también por subsistir para aportar todo su caudal cultural, deportivo y social

Por Hugo Domínguez, directivo del Club Saladillo

Mientras leía, mejor dicho, miraba, porque si hay algo que la infodemia, más vieja que la pandemia Covid, dejó de aprendizaje es que ya no se lee, sólo se mira, me llamó mucho la atención la historia del cohete chino, o parte de él, del cual a sabiendas de que caería, no era posible determinar dónde ni cuándo.

Un poco cansado ya, reconozco, de virus, misiles, o cualquier tipo de artefactos chinos que anden dando vueltas sin control por el mundo, agregue usted si quiere productos de la economía en esta frase, porque bien podría haber sido un cohete africano, como para variar un poco, y pidiendo de antemano disculpas al lector por la libre asociación, esa tendré que profundizarla en el consultorio, pensaba en las políticas que se utilizan para la toma de decisiones para establecer las restricciones.

Estas restricciones, que aprendimos a relacionarlas con un gran portón verde, ¡que cuestión tenemos los argentinos con las restricciones y el verde!, que salía todo el día en la tele y que mirábamos un poco más antes que ahora, esperando las nuevas categorías de todas las cosas para al menos intentar pensar cómo íbamos a vivir los próximos meses, semanas, días, horas, en ese orden, dado que al principio al menos admitían la posibilidad de duelo sobre lo perdido o quitado, pero ahora son tan rápidas y cambiantes que siquiera nos permiten procesarlas.

Estas restricciones surgen de un proceso de decisión, basado en cierta información, construidas por personas, en este caso, por lo que se entiende, supongo con un exceso de buena fe, que buscan un equilibrio entre lo sanitario, lo social, lo económico y lo político, y esta última palabra la traigo porque no sale mucho. Pero ya es hora de sacarnos la venda.

Veintiún líneas y me disculpo dado que aún no me presento, mi nombre es CLUB y hablaba justo de las nuevas categorías de todas las cosas, las autoridades políticas en base a la información mencionada, han resuelto vaya a saber uno bajo que razonamientos, al menos podemos decir que se les complica un poco contarlos, presentar todo el esquema de restricciones en base a una casi infinita categorización de las cosas.

Me preguntaba entonces cómo será que me tienen categorizado, ya que hace un tiempo que no leo la palabra que todo lo define, mi nombre, ¡CLUB!

Creo contundentemente que un club no tiene que ver con un centro de entrenamiento deportivo privado, ni con galpones, ni con gimnasios semicerrados, o canchas con ventanas, o pasillos y terrazas al aire libre, la palabra club no está relacionada con la estructura, la estructura es donde se desarrolla un club, tan variada como clubes existentes, que tanto como yo se dedican a brindar un espacio de desarrollo social, deportivo, psíquico, de salud, de asistencia, de vida, eso!

Un club es una propuesta que permite el desarrollo de la vida misma con todos sus matices. La función de un club es mucho más dinámica y flexible que una estructura, porque encuentra su potencial en el vínculo y no en el espacio, el vínculo social es lo que domina y se apropia de cada club, y sobre esos vínculos sociales se construye, se revela, se retroalimenta, se deconstruye y se construye nuevamente.

Le pido que no se me adelante y no sea prejuicioso, no encontrará en mi relato negacionismo a la pandemia o favoritismo a los grupos antivacunas, de hecho le estoy afirmando de antemano que un club existe sólo si se da el hecho social, cualquiera fuera su estructura.

Ese hecho social interrumpido por la pandemia, y un poco por todas las autoridades, porque convengamos que la distancia requerida para combatir el virus es física y no social, y no es este un dato menor, ha generado indefectiblemente que el espacio club quede detenido. Y digo detenido porque los clubes no pueden funcionar como dije anteriormente como un centro de deportes, si bien se entiende la coyuntura , quiero dejar bien en claro que no es lo mismo entrenar deportes que pertenecer a un club, de hecho me pasé la vida centenaria que llevo tratando de que básicamente eso no ocurra, no se puede pensar en un club con personas separadas , en burbujas, sin el abrazo o la caricia, sin el contacto humano, sin el hecho social, si eso ocurre para pasar este momento se entiende, pero eso no es un club.

Ya a esta altura nos preguntamos qué fue del cohete chino, pero podemos ver que ha salido una nueva notica, o fake news, esta última palabra aceptada desde la aparición del take away, ha caído en el medio del mar!, creo que árabe, cosa rara esta que aun en forma descontrolada pareciera que tienen los misiles algún tipo de memoria propia para caer siempre cerca de algunos lugares preferentemente.

Se revela entonces la asociación inicial, estas restricciones son como el cohete chino! Todos sabemos que van a caer, pero no sabemos cuándo o dónde, no sabemos a qué grupo de la categorización de todas las cosas afectara, y entonces casi en forma desesperada comenzamos a ver el indefectible efecto que causan y advertimos que cada cosa busca mutar a alguna otra sólo para poder ingresar en la legalidad de la letra, algunos se acomodan en la letra chica, otros en la letra gris , otros ya rebeldes no la leen ni respetan y en ese caldo yo ya cansado desisto y me siento a pensar en que viene siendo la hora de pegar el grito!

¡Señores de las autoridades! ¡No es posible que me categoricen! Sólo pretendo decirles lo que siento, sólo quiero que traten de entenderme, pero para poder entenderme tendrán que escucharme y para eso es necesario que en el principio me reconozcan y respeten.

Lo primero que puedo decirles y pedirles es que me dejen realizar los duelos, no puedo hacerlo si cada doce horas me quitan otra cosa, si es necesario los acompañaré en este tremendo momento, si es necesario quedaré vacío y esperando el tiempo que requieran, pero les pido que al quitarme algo sean ustedes los primeros en sostener lo que deciden, mírense un poco la tinta del codo y reflexionen sobre su capacidad para sostener las medidas.

Les pido que dejen de categorizarme y pedirme que me convierta en algo que no soy ni seré jamás. ¡Soy CLUB! ¡Soy vínculo social!

Les pido que al margen de la coyuntura actual me reconozcan como es debido, que me incentiven tal y como se incentiva a otras también importantísimas organizaciones, sanatorios, escuelas, iglesias, policías, creo que merezco estar en ese selecto grupo de organizaciones que contribuyen a un mejor desarrollo de la sociedad. ¡No es justo que sólo falte yo!

Les pido que entiendan que yo apoyo sus restricciones aunque más de una vez siquiera las entienda, porque tengo un compromiso social enorme, porque para mí no hay nada más importante que la vida, los apoyaré, pero necesito que me acompañen, no puedo solo, he visto cómo acompañan a diferentes sectores, algunos más afectados y otros menos, pero necesito que me acompañen, que me generen un incentivo económico para que pueda subsistir, para que cuando todo pase, y esperando que sea pronto, yo pueda estar acá, para volver a recibir a esas maravillosas personas que hoy por cuidarlas no recibo.

Quisiera que noten que hablo de acompañamiento e incentivos, terminemos con la palabra asistencia, subsidio, ayuda, necesitamos incentivos y acompañamiento, incentivos económicos continuos y acompañamiento con las políticas adecuadas. Terminemos con la lógica de la caridad, no la merecemos!

El cohete chino ha caído en el medio del mar, quedó perdido entre millones de litros de agua, se desvaneció, quedó en la nada, gracias a dios, no sabíamos cuando, no sabíamos dónde, sólo sabíamos que caería, y finalmente cayó sin que muchos se pudieran dar cuenta.

Mi psicólogo interviene, “el cohete no serás vos, CLUB???”

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