Fue un 25 de mayo de hace algunos años. Desde la Asociación de Padres por la Igualdad Rosario, más conocida como Applir, pidieron a los dueños del bar El Cairo que los dejaran filmar un corto en sus instalaciones. Y fue así que Daniel Hernández, un chico con síndrome de down que se había capacitado en la institución como asistente de mozo, se paró al lado de uno de los jóvenes que llevaba un café en una bandeja y le dijo: “Yo soy igual que vos, yo estudié. Voy a traer mi currículum”. Y a los pocos días empezó a trabajar.
Daniel tenía 44 años y murió este miércoles. Desde las redes de El Cairo lo despidieron como a un amigo y su muerte causó dolor en las redes, ya que muchos habían sido atendidos por este singular mozo. “Mi gordo hermoso, era el orgullo de la familia”, cuanta su hermana, a quien la tristeza no la deja avanzar.
María Rosa Julián es presidenta de Applir y una de las grandes luchadoras para que los chicos con discapacidad sean incluidos. Allí se capacitó Daniel y muchos otros chicos que salieron después a trabajar. Durante la pandemia la lucha fue otra, intentar que los chicos sean vacunados.
María Rosa contó que, según los familiares, Daniel dio negativo en el primer hisopado para detectar covid, pero aún no tienen el resutado del segundo. Y aseguró que si bien la causa de la muerte fue un paro cardiorrespiratorio, tenía todos los síntomas de coronavirus. También aseguró que le costó encontrar un lugar para que lo internaran debido a la saturación del sistema de salud.
“Estamos muy triste, es muy difícil”, relató María Rosa. Y contó que cuando empezaron a vacunar a personas con discapacidad, los chicos de Applir quedaron excluidos por no estar institucionalizados. “Son 30 chicos con diversas patologías, algunos muy jóvenes que deberían estar vacunados”, expresó.
“Es triste que después de tantos años de trabajar en una institución no los vacunen. No entiendo el porqué. La discapacidad es la misma y es muy triste”, definió.
En Applir los chicos tienen diversas patologías, la mayoría intelectuales. “Los chicos tienen ganas de volver a estar juntos. Mi hija tiene síndrome de down y ha trabajado en bares, en La Reina, tenemos capacitaciones y talleres, pero desde marzo del año pasado estamos cerrados”, se lamentó la mujer.