El diputado provincial Fabián Palo Oliver le ganó la batalla al coronavirus. Tras pasar por un sinfín de padecimientos producto de la enfermedad, volvió a su casa después de 73 días en el infierno. Oliver se contagió de coronavirus y tuvo que ser internado. Su cuadro clínico comenzó a complicarse. Estuvo en terapia intensiva con respiración mecánica, debieron practicarle una traqueotomía y atravesó tres virus intrahospitalarios. Los padecimientos no terminaron ahí: tuvo que volver a aprender a caminar y a hablar y se siente vivo y agradecido para dar tu testimonio, en diferentes radios de la provincia, y dejar un mensaje contundente ante la difusión de ideas negacionistas de la pandemia.
En diálogo con Radio 2, el diputado radical reconoció que “volvió a vivir”. “Estuve discutiendo con la muerte y haberle ganado no es poco», remarcó.
El diputado ingresó a centro de asistencia santafesino el 16 de marzo pasado con un diagnóstico de neumonía bilateral. Cuatro días más tarde tuvo que ser intubado y comenzó a recibir asistencia respiratoria mecánica. Se despertó el 2 de abril pasado tras padecer tres virus. “Empezás a tomar conciencia, el 7 de abril me pasaron a una terapia común pero sobre todo cuando me trasladan a un centro de rehabilitación muy cerca de Rosario, ahí me di cuenta de lo que me había pasado. No tenía movilidad en brazos ni piernas y no podía hablar por la traqueotomía”, advirtió.
Estuvo 23 días internado en el hospital Cullen intubado con traqueotomía. Quedó sin movilidad ni funcionalidad en brazos, manos, en las piernas y perdió 18 kilos. “La verdad es que fue muy pero muy duro, pero es una de las características de esta nueva cepa, que cada vez es más contagiosa y la letalidad se incrementó. Los daños que provoca no son los mismos que el año pasado. Semana Santa fue el momento más crítico porque me ingresaron tres virus intrahospitalarios.”.
Con respecto a las consecuencias de la enfermedad, Oliver reflexionó: “Me di cuenta del daño que me había provocado el coronavirus en el cuerpo, fue muy duro, me permití llorar y estar enojado hasta que comprendés que los únicos que pueden hacer algo para que salgas caminando además de los excelentes profesionales que me atendieron es tu propio esfuerzo”, observó.
Ahora está haciendo rehabilitación para recuperarse de las múltiples secuelas que le dejó la enfermedad. Tiene problemas para movilizar sus brazos y manos. “Me quedaron las piernas de un nene de 7 años”, señaló.
La pesadilla comenzó a ceder con la vuelta a su casa. “Llegar a mi casa después de 73 días fue emocionante”, y manifestó su repudio hacia las manifestaciones de los denominados Médicos por la Verdad: “Me enoja mucho verlos, con mi compañero de rehabilitación lo veíamos el otro día en la televisión y decíamos «son unos imbéciles» No se puede ir dando esos mensajes que tienen que ver más con la muerte que con la vida”.
En declaraciones a LT8, amplió: «Uno tiene que aprender a disfrutar más de las pequeñas cosas de la vida. A veces uno hace las cosas que le gustan casi mecánicamente. Hay que tratar de mejorar la calidad del disfrute del ocio, del tiempo libre, la calidad de lo que uno le da a la familia, de lo que uno recibe porque a veces uno está en el lugar y no está al mismo tiempo. El trabajo te atrapa. Vivimos en un mundo a 100 kilómetros por hora todo el día. A veces es bueno pero es malo por la pérdida del disfrute y eso es lo que hay que aprender. Tengo que entender que es una nueva oportunidad y no todos pudieron superarlo. Tengo que entender que allá arriba alguien entendió que tenía cosas pendientes de este lado. O como le digo a mis amigos: “me hicieron tocar el arpa y como soy tan horrible porque desafino me mandaron de vuelta”.