Tienen 5 y 6 años y este jueves fueron testigos del asesinato de su tía Mayra Bustos. Un solo hombre golpeó la puerta de la casa de Necochea al 2600, donde la mujer había improvisado una granja en el medio de la crisis: le disparó al menos tres veces y huyó en la misma moto en que había llegado.
Los niños habían sufrido en 2016 otra pérdida violenta, la de su mamá Tamara. Tenía sólo 22 años, había pasado su vida deambulando, pidiendo limosnas, vendiendo droga. Tamara estaba en Sánchez de Thompson 31 bis, al oeste de bulevar Grandoli, casi en el cruce con Lorenzini, en un complejo que se referencia como el Fonavi de Lola Mora e Hipócrates, esquina ubicada a 300 metros de allí. De Grandoli al este, a esa altura, el 4800, está el Fonavi del Parque del Mercado, y al sur de este barrio se encuentra el Municipal, separado del anterior por calle Gutiérrez, la frontera que en la última década ha sido divisoria de dos facciones que han regado de muerte ese sector de la zona sur.
Motociclista bajó, llamó a la puerta de una casa de Necochea al 2600 y mató a la mujer que atendió
Tamara estaba sola cuando dos hombres se abalanzaron sobre ella y le dispararon. Uno de los plomos le dio en la garganta y le resultó fatal en pocos minutos. El otro tiro le pegó en el pie derecho.
Los vecinos contaron en ese momento que la joven tenía dos niños, quienes fueron testigos este jueves de otra brutal ejecución, la de su tía. Tamara solía pedir limosna en la esquina de Pellegrini y Mitre. Cuatro años antes había sido detenida en un operativo destinado a desbaratar un histórico búnker de Villa Itatí, en Pueyrredón al 2700, acusada de intentar impedir el procedimiento de la Policía antinarcóticos provincial.
Sobre Mayra aún se conoce poco. Sus 32 años, el dolor en las redes donde la despiden sus amigos y familiares, y la tristeza de una niña y un niño que vivirán con la horrorosa imagen de un gatillero matando a su tía.