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Martín Miguel de Güemes, el salteño que soñaba con la Patria Grande

Fue el único de los grandes próceres argentinos que murió en combate, el 17 de junio de 1821. Pasados dos siglos, “Güemes. El héroe postergado”, del periodista Alejandro Tarruella, rescata la figura del general que detuvo a los realistas acompañado por una tropa de gauchos

A contramano de lo que sucede con Manuel Belgrano o José de San Martín e incluso Juan Jose Castelli la historiografía no fue muy amable con Martín Miguel de Güemes. Bartolomé Mitre lo llamó “caudillo menor” y “centinela fronterizo” y José María Paz lo describió en sus memorias como “un gangoso mal aspectado”.

Para saldar la deuda histórica con el general que comandó la Guerra gaucha, a 200 años de su muerte se acaba de publicar “Güemes. El héroe postergado”, de Alejandro Tarruella, que relata su acción en favor de la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata y su prédica por lograr una Patria Grande latinoamericana.

El libro, declarado de interés provincial por la Cámara de Diputados de la provincia de Entre Ríos, cuenta la vida del salteño que fue gobernador de su tierra. Usando la metodología de la guerra de guerrillas, Güemes detuvo a las invasiones realistas que llegaban desde el Alto Perú con una milicia formada por gauchos y nativos de la tierra. Murió tras recibir un balazo defendiendo a la ciudad de Salta el 17 de junio de 1821. Tenía 36 años.

“La historia oficial no le perdona a Güemes que luchase por la Patria Grande, por conservar los territorios del Alto Perú. Bartolomé Mitre representaba el centralismo porteño, la idea de un país que abarcase la provincia de Buenos Aires y el Uruguay, que viviese de las rentas de la Aduana”, analiza Tarruella y describe el procedimiento por el cual la mayor parte de la historiografía argentina “invisibilizó o le bajó el crédito” al militar que detuvo cinco veces a los realistas en la frontera Norte del territorio del entonces Virreinato.

En base a textos de historiadores salteños, y al trabajo de varios revisionistas como Fermín Chávez y Enrique Pavón Pereyra, Tarruella documenta las hazañas de Güemes, entre ellas el haber capturado una fragata inglesa durante las invasiones inglesas luego de abordarla a caballo mientras estaba encallada en el río de la Plata, a la altura de Retiro.

La otra gran hazaña que narra “Güemes. El héroe postergado” es el protagonismo del salteño en la batalla de Suipacha, la primera que ganaron los patriotas tras la Revolución de Mayo. “Castelli llegó al Norte con la idea de recortar el territorio. Entonces cuando Güemes pelea en Suipacha, él estaba a 100 kilómetros del lugar. Pero lo manda a Salta y se adjudica el triunfo”.

A la vez que resalta el enfrentamiento del general salteño con el “orador de la Revolución de Mayo”, Tarruella destaca la importancia que iba a tener en el plan emancipador que ideó José de San Martín que consistía en un mecanismos de pinzas mediante el cual él llegaría a Lima para darles batalla a los realistas desde Chile y Güemes avanzaría hacia allí por el Alto Perú: “Su muerte prematura a los 36 años le crea a San Martín un serio problema porque debió llegar solo a Lima para enfrentarse con los realistas y liberarla”, sintetiza el autor. “Pero San Martín, Belgrano y Güemes estaban consustanciados en la misma lucha por la independencia”.

Al contar la gesta güemesiana Tarruella les concede un papel fundamental a varias mujeres de la vida de Güemes, desde su esposa, Carmen Puch, que lo siguió en su desplazamiento por el Alto Perú y la actual zona de Salta aún embarazada, su hermana Macacha Güemes, la capitana Juana Azurduy y las mujeres salteñas.

Así lo sintetiza el autor: “Macacha fue una gran colaboradora, fundamental en su gestión en la provincia ya que ella gobernaba mientras él luchaba. Pero además las mujeres tuvieron una función de inteligencia que fue clave. Contaban los soldados enemigos, iban a las fiestas donde estaban los españoles para buscar información y, luego, Juana Azurduy pelea a su lado. (…) Así como Juan Domingo Perón tiene antecedentes en San Martín y también en Martín Miguel de Güemes, en relación con el conocimiento del pueblo, Macacha prefigura lo que luego va a ser Eva Perón”, postula.

A la hora de justificar la vigencia del ideario güemesiano a dos siglos de la muerte del héroe, el biógrafo más reciente enumera su decisión de concederles derechos a los hombres de campo que se unían a su lucha. “Fundamentalmente es actual su mirada de la Patria Grande, la construcción de hermandad. No vamos a recuperar todo aquel territorio, la salida al Pacífico, el Norte de Chile y Bolivia, pero necesitamos esa visión nacional no vinculada a las grandes potencias y con una percepción americana mucho más profunda”, sintetiza.

En Buenos Aires, un «mimo» para los salteños

Esta semana en la que se recuerda el bicentenario de la muerte de Martín Miguel de Güemes, un «infernal» -integrante de uno de los ejércitos de gauchos salteños- se unió a los Granaderos para realizar el cambio de guardia en la Casa Rosada. Así lo contó con orgullo el gobernador Gustavo Sáenz en sus redes sociales.

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