Con motivo de celebrarse la apertura de la nueva temporada del Puerto del Arte, acompañando la llegada de la primavera, hoy se presentará un nuevo grupo de artistas en los jardines del Ente Administrador del Puerto de Rosario (Enapro), donde todos los domingos alumnos y docentes de la Escuela de Bellas Artes de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, exponen sus obras. Allí habrá paneles con obras realizadas por los mismos estudiantes de la facultad de Humanidades y Artes, dependiente de la Universidad Nacional de Rosario. Las obras estarán en exposición y a la venta, cual galería de arte a cielo abierto, desde hoy y todos los domingos y feriados de 17 a 23, con entrada libre y gratuita.
Puerto del Arte es un proyecto que surgió en 2009 con motivo de reactivar el mercado del arte en la ciudad de Rosario, dándole la oportunidad a alumnos de la Escuela de Bellas Artes de exponer y vender sus obras de arte plásticas.
Entre sus objetivos, la propuesta intenta conciliar la relación entre artista y público, y generar una mayor interacción entre ambos agentes. Puerto del Arte comenzó como una idea de imagen y diseño urbano de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario, a cargo de Dante Taparelli. Luego el licenciado Oscar Vega, subsecretario de de extensión de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, adhirió y convocó a estudiantes y docentes, mientras que el Enapro, ofreció los jardines para desarrollar este proyecto.
“Esta iniciativa tiene como fin exponer obras de los alumnos de la facultad de Bellas Artes y esperamos que se vayan renovando a media que se vayan vendiendo. En función de este espacio se irán seleccionando las obras y cada alumno curará su panel (de 2,20 metros por 1,80 metro) donde mostrará y ofertará su trabajo”, explicó a este medio Oscar Vega, uno de los mentores de esta idea.
Por su parte, Dante Taparelli, responsable de la Dirección de Diseño e Imagen Urbana, recordó que el espacio surgió al ser un “plan B”. “En primera instancia teníamos pensado otro espacio, propio del arte, pero como hubo un par de inconvenientes que frenaron nuestro trabajo, decidimos reutilizar el espacio del puerto. El único «no» que encontramos fue el del portón principal, que hacía 29 años que no se abría. Entonces, pacientemente, con un palito de paraíso lo limpié y se tiraron un par de durmientes y se volvió a abrir, sin gastar un peso”, dijo.
Sobre la respuesta que tuvo la primera edición del Puerto del Arte, Taparelli digo mostrando orgullo: “Fue una apuesta a algo extraño como lo era el espacio del Enapro, un lugar que muy pocos conocían y que fue un gran espacio donde se vivieron experiencias maravillosas que impulsaron a nuestros artistas a seguir creando”.
El diseñador también sostuvo con pesar que “últimamente se están cerrando espacios de arte en la ciudad y los nuevos artistas encontraron en el Puerto del Arte una vía de comunicación con el público al cual también le cambiaron la visión del arte en sí”.
Cada uno de los artistas que expusieron sus trabajos en la galería a cielo abierto, frente al río, “tuvo la experiencia de vender su obra, de ponerle precio a su trabajo y crecer en la profesión, siendo aún estudiantes”.
“Sobre la propuesta realizada el año pasado, se había planteado con el decano de la facultad de Humanidades y Artes que esta propuesta iba a ser una nueva vuelta sobre la expresión cultural de la ciudad y que los chicos iban a vivir el riesgo de ponerle valor a una obra de arte que no sólo es para decorar la pared, sino que es un medio de vida. Fue algo superador, porque ya pasó un año y con esta segunda edición los chicos seguirán creciendo”, declaró Taparelli.
En tanto, el responsable de este empuje advirtió que muchos estudiantes que expusieron sus obras las vendieron, “y los que no, estudiaron el gusto de la gente, qué se compraba, qué gustaba, para amoldarse y renovar su obra para poder venderla más adelante”.
A su vez, advirtió que la zona, sobre todo los domingos y feriados, es “una visita obligada del turismo”, por ende la convocatoria toma mucho más fuerza, teniendo en cuenta los días soleados y cálidos que se avecinan por la propia estación del año. De hecho, el éxito de esta idea “dejó en claro que existe la posibilidad de explotar muchos lugares hermosos de la ciudad para este tipo de actividades”.
El valor del trabajo
Más allá del aporte cultural que la iniciativa riega a orillas del río, el objetivo de la misma ha sido y continúa siendo la confrontación de los artistas con el mercado en sí.
“Acá se aprendió a trabajar, y a darle un valor económico a lo producido. Los chicos recibieron una «espalda» importante a su profesión mucho antes de recibir su título universitario y eso los prepara para salir al mercado con la experiencia que no muchos estudiantes suelen tener”, dijo.
Por otra parte, Dante Taparelli tomó este logro como algo propio, en relación a cuánto le costó “ponerle precio a sus producciones”.
“Los artistas siempre han sido apartados de la movida comercial por el simple hecho de que no todos advierten el valor cultural de cada obra. Sin embargo, veo el avance de estos chicos y recuerdo que a mí me costó casi 20 años de mi vida darme cuenta de que mis obras debían tener un valor económico. Para mí el arte es y ha sido un placer, por ende me daba vergüenza ponerle precio a mi trabajo”, confesó.
En tanto, dijo entre risas que, de alguna manera y a pesar de la timidez inicial, cumplió el sueño de su padre: “Mi viejo siempre quiso que fuera aviador, bueno, con tantos años de trabajo artístico puedo decir que he remontado vuelos bien altos”.
Un portón abierto
El diseñador hizo mención sobre el pasado del espacio, tan relacionado con los años en las que el país estuvo inmerso en la dictadura militar que comenzara en 1976. “Hubo generaciones de rosarinos que pasaban por este lugar y no miraban para este lado porque tenían miedo. Este lugar está muy asociado con la época oscura, con los años de la dictadura, entonces, que Rosario como Alicia (por Alicia en el país de las maravillas) haya apoyado las manos en el espejo y se haya ido a un lugar diferente, es reparador que nosotros mismos tengamos una mirada diferente de cada espacio, de nuestra ciudad en sí”, aseguró.
“Este espacio es de la carrera. Los estudiantes van a incursionar, además de toda la currícula, con esa sensación de confrontarse con el público desde el valor de la obra. Esa experiencia, tan temible como encantadora, es crucial y estará con ellos desde sus primeros trabajos”, confió. Paralelamente, se quejó del gusto de sus conocidos: “Tengo amigos a los que les quemaría con querosén los cuadros que tienen colgados en sus paredes y les pondría en su lugar trabajos hechos por los estudiantes de bellas artes”.
Más allá de toda adulación, Taparelli fue claro con el consejo que se le puede dar a quien busque una obra de arte: “Uno compra una obra de arte y es como una póliza de seguro: a futuro va tener un valor mucho mayor. Además, si una obra te conmueve, es tuya”.
La propuesta para esta nueva temporada, que se inicia con la llegada de la primavera, es revalorar el significado que tienen para la ciudad, lugares como el puerto, la costanera, el río Paraná, el Monumento a la Bandera, entre otros. Por este motivo, las obras expuestas están relacionadas con la llegada de la nueva estación, tanto desde el punto de vista formal como simbólico. Actualmente, haciendo énfasis en su identidad, se busca una mayor legitimación del Puerto del Arte como galería de arte, y como referente de la cultura local.