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Suicidios: prevenir sin cobrar

La mayor parte del personal que atiende el servicio creado en Rosario en 1987 por José Somenzini lo hace como voluntario. Son profesionales y gente común que debe someterse a un duro entrenamiento.

Por Nelso Raschia

La titular del Centro de Asistencia al Suicida de Rosario (CAS) , Mirian Ledesma, quien presidió el reciente VII Congreso Argentino de Suicidiología que se efectuó en la ciudad, recordó que la entidad surgió en 1987, a partir de una iniciativa de José Somenzini y en 1988 comenzó a funcionar la línea de atención telefónica.

Y acotó un dato que marca aún más la tarea que realiza una entidad de auténtico servicio: el personal que trabaja en este tipo de servicio “es voluntario”.

Ledesma resaltó que se trata de una “tarea muy difícil, muy complicada”, para agregar que “toda la gente que atiende el teléfono es gente absolutamente preparada, son en su mayoría profesionales psicólogos y gente de la comunidad que hacen un curso de seis meses y luego realizan otros tres meses de guardia pasiva para pasar después a la guardia activa. Y también tienen que estudiar, porque deben participar de seminarios y por ahí, luego de estar dos o tres años, se van, porque no les podemos ofrecer más perspectivas que ésta de seguir creciendo en la tarea intelectual, pero no en el bolsillo”.

Al respecto, la psicóloga abundó que los voluntarios del servicio, que depende del Ministerio de Salud de la provincia y es el único oficial del país, “tienen que gastar dinero para el ómnibus, en el material de estudio, dos veces por semana, para ir a las supervisiones”.

Ledesma sostuvo que “en Santa Fe hay una gran demanda en el tema suicidios” y en tal sentido precisó que “antes del congreso una compañera realizó un relevamiento pueblo por pueblo y es un tema tremendo. Nos llaman de todos lados”.

Precisó que en el CAS que funciona en Rosario sólo hay tres personas que se desempeñan en carácter de rentados, mientras que “otros 70, 30 que se desempeñan y otros 40 que están próximos a ingresar, cumplen sus tareas de manera voluntaria, ad honorem”.

Con la gente idónea

Con todo, se encargó de destacar la capacidad del grupo: “Tenemos la gente idónea para hacer el trabajo, sabemos dónde está pasando” cualquier situación que merezca la atención del CAS. Al retomar las dificultades por las que pasa el voluntariado, la profesional explicó que ni siquiera se les paga el transporte. Y remarcó que “es mínimo el dinero que se necesita” para ofrecer al menos esa “compensación”.

Respecto del motivo por los que históricamente han sido voluntarios los que atienden este servicio, la psicóloga indicó que “ello habría que preguntárselo al Ministerio de Salud”, pero deslizó una hipótesis: “Como desde la primera promoción fueron voluntarios (los funcionarios de todas las administraciones), se acostumbraron a que fuera así”.

Mencionó que al fallecer Somenzini –a quien se le rindió homenaje en el marco del encuentro–, en febrero de 2008, “no se sabía qué hacer”. Y acotó: “Nos hicimos una gran pregunta, una gran incógnita, si seguía el servicio y cómo seguía”. Pero destacó la voluntad del equipo: “Más allá del dolor había una tarea por delante, que estamos seguros que José Somenzini hubiera querido que la continuáramos”.

En diálogo con El Ciudadano y respecto de si se puede hablar de prevención en el caso de suicidios, Ledesma sostuvo que “es una prevención inespecífica, porque es muy difícil erradicar el suicidio de Rosario, de la Argentina y del mundo”.

De lunes a viernes, de 8 a 24

Ledesma resaltó que “el Centro de Asistencia al Suicida funciona de lunes a viernes de 8 a 24 y a su teléfono, 4724646, puede llamar cualquier persona, que tenga esta intención o no”. Y agregó: “Trabajamos de manera mancomunada con la Policía, Bomberos y el Sistema Integrado de Emergencia Sanitaria (Sies)”.

Explicó que “ante un presunto intento de suicidio en marcha” se comunican con esas dependencias para que vayan al lugar a rescatar a la persona en riesgo y así “salvarle la vida”.

Por otra parte, mencionó que el CAS realiza jornadas en los colegios y en torno a esa actividad sostuvo: “Más allá de que trabajemos o no, la muerte por suicidio de adolescentes existe”.

Sobre la realidad en esa franja etaria, agregó Ledesma: “La escuela es la que nos llama a nosotros cuando tiene chicos suicidados. Son ellos los que nos piden ayuda: no es que la gente que trabaja en el CAS vaya a los colegios, sino que los suicidios ocurren en esos establecimientos y por ello los que trabajan en el CAS en cualquier lugar de la Argentina van a las escuelas”.

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