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Clases de lucha: del Día del Maestro al Día de las y los Trabajadores de la Educación

En su libro ·"Hora de abrir los ojos. El proceso de sindicalización docente en la provincia de Santa Fe, 1969-1976", Guillermo Ríos da cuenta el proceso de sindicalización que culminó, el 11 de septiembre de 1973, en la conformación de Ctera. Dejaban de ser "apostoles" para ir por sus derechos

Especial para El Ciudadano

“El 11 de septiembre no sólo es el Día del Maestro, sino también es el aniversario de la fundación de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera), en 1973. El mismo día de esa fundación en la que confluyeron fuertemente estos sindicatos combativos, fue la noche del golpe de Estado de Augusto Pinochet en Chile. Es un tanto paradójico, porque mientras se hacía la asamblea de docentes para constituir la Ctera, en el país vecino se iniciaba una época trágica”, afirmó Guillermo Ríos, el ex secretario de Cultura de la Municipalidad de Rosario y especialista en ciencias de la educación y ciencias sociales a raíz de su libro “Hora de abrir los ojos. El proceso de sindicalización docente en la provincia de Santa Fe 1969-1976”, un texto de historia oral que analiza una época de profundos cambios en el gremio docente que alumbró experiencias de lucha sindical, así como una reconfiguración de los principios en los que se pensaba la labor docente. Desde esa época, según el autor, los y las docentes dejaron de pensarse como “apóstoles de la educación” para reconocerse como “trabajadores de la educación”. En una entrevista con El Ciudadano, Ríos analizó los pormenores de su libro.

 

Luchas que dan a luz

En 1969 la Argentina vivía un momento de intensa agitación social en contra de la dictadura militar de Juan Carlos Onganía. Los Rosariazos de ese año movilizaron a la sociedad y la llevaron a organizarse para defender sus derechos. “Fue entonces cuando numerosos docentes se acercaron, por primera vez a diferentes espacios, tales como la Casa del Maestro o el Comedor Universitario de la Universidad Nacional de Rosario. Estos docentes no sólo buscaban un espacio de participación en el momento en que toda una ciudad se movilizaba, sino que tomaron la palabra y dejaron sentada su posición en torno a los acontecimientos que se estaban produciendo”, repasó Ríos. En marzo de 1971 se produjo una larga huelga de maestros, y muchos de sus participantes encontraron diferencias con la Comisión Pro Mejoras Económicas del Magisterio, la antigua entidad sindical, y crearon otra organización llamada Pro Sindicato Único (Pro-Sud). Más tarde, en 1972, se formó el Sindicato de Trabajadores de la Educación de Rosario (Sinter), una experiencia similar a la del Sindicato de Trabajadores de la Educación de Santa Fe (Sintes).

“La aparición de estos sindicatos se produjo en toda la provincia de Santa Fe en distintos momentos de ese mismo proceso. Ello posibilitó la organización de la Federación Única de Sindicatos de Trabajadores de la Educación (Fuste) y, en el ámbito nacional, de la Central Única de Trabajadores de la Educación (Cute), donde se agruparon veintisiete entidades de todo el país. Estas entidades, junto con las organizaciones que constituían el Acuerdo de Nucleamientos Docentes (AND), formaron parte del proceso fundacional de la Ctera”, explica Ríos en su libro.

 

Trabajadores, no apóstoles

“Yo no usaría la palabra proletarización y lo inscribo históricamente. Para que un militante se proletarizara, hacia fines de los 60 y principios de los 70, tenía que ir a trabajar a una fábrica y vivir la misma experiencia que obreras y obreros. Sin embargo, entre los docentes no se trató de eso sino de un cambio identitario en el que pasan de pensarse «apóstoles de la educación» a «trabajadores de la educación», y esa fue la marca más fuerte de la época, el nombre que tomó la Ctera”, explicó Ríos en referencia al concepto que consideraba a una maestra como a un apóstol en el sentido de entrega total a la actividad. En cambio, hacia fines de los 60 –aunque se podría afirmar que incluso desde antes– los docentes comenzaron a percibirse como trabajadores, en el sentido de verse como personas con derechos en sus lugares de trabajo, además de obligaciones.

“Eso significó inscribirse en el territorio en el cuál pertenecían sus propios alumnos y los padres y madres de sus estudiantes. Tenía que ver con una cuestión de clase y estaba inspirada, esa idea, en la experiencia de los sindicatos clasistas”, subrayó Ríos. Y agregó: “Justamente correrse de esa imagen de apostolado, de maestra como segunda madre, e identificarse con la idea de que son trabajadores de la educación. Eso implicaba una postura totalmente diferente”.

“Pensemos que también es el tiempo donde entran muy fuerte en toda América latina las ideas de Paulo Freire y se empiezan a producir textos muy interesantes como Maestro pueblo o maestro gendarme, de la rosarina María Teresa Nidelcoff. Hay una nueva generación de docentes y universitarios que comienzan a pensar distinto a la educación”, relató Ríos.

 

Haciendo balance

“¿En qué quedó todo eso? Primero están las historias singulares, que son similares a las de los militantes de otras organizaciones. Los que lograron sobrevivir a la dictadura militar tomaron distintas decisiones. Algunos siguieron militando en otras organizaciones como el Movimiento de Mujeres, por ejemplo. Algunos retomaron la docencia, otros no. Algunos fueron asesinados, encarcelados o exiliados, pero los sindicatos combativos cesaron sus actividades en 1976”, expresó Ríos sobre las personas que fueron protagonistas de esa experiencia de sindicalización docente de fines de los 60 e inicios de los 70.

“Todo esto quedó en la memoria, en lo que recoge la organización docente en la actualidad con su espíritu de expresión, de discusión y de debate. De ligar los procesos históricos al presente. Creo que eso está muy presente. En otro sentido, es una historia que no fue escrita como se merece en cuanto a su importancia”, afirmó el autor y subrayó por último: “Sostener el nombre de «Trabajadores de la Educación» fue la conquista más sostenida en el tiempo. Cualquiera que se pregunte de dónde viene este nombre, se va a encontrar con esta historia y con los principios educativos que se pensaron”.

 

Datos del libro

Nombre: Hora de abrir los ojos. El proceso de sindicalización docente en la provincia de Santa Fe, 1969-1976

Autor: Guillermo Ríos

Editorial: Homo Sapiens

Páginas: 256

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