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Ramiro Sorrequieta: «Con el vestuario me expongo en escena de una manera invisible»

El destacado vestuarista y caracterizador local, de proyección nacional e internacional, inaugurará este martes en la Sala de las Miradas del multiespacio provincial Lavardén, de Sarmiento y Mendoza, la muestra de bocetos "Vestir la ficción", que se podrá visitar hasta el 9 de octubre

Un personaje empieza a encontrar su camino, su lugar, su destino en el cuerpo de un actor o de una actriz cuando aparece el vestuario. Incluso, en muchos casos, es el vestuario el que lleva a ese encuentro. En un vestuario teatral desarrollado con criterio artístico aparecen las huellas de ese personaje que en muchos casos oscilan entre lo cotidiano y lo extracotidiano.

“Pienso en el personaje, su cuerpo me dispara imágenes y sensaciones, hallo variados enlaces: actor-personaje, personaje-cuerpo, cuerpo-vestuario; me quedo con este último”, escribe Ramiro Sorrequieta sobre su trabajo, convertido en el mayor referente del presente en materia de vestuario de la escena local de proyección nacional e internacional, con más de dos décadas de experiencia.

El vestuarista y caracterizador inaugurará este martes 14 en el Salón de las Miradas de la Lavardén, la muestra Vestir la ficción, un encuentro con una serie de bocetos y figurines que fueron la antesala de los vestuarios de otra serie de puestas que contaron como vestuarista a este innovador creador local que en este tiempo se desempeñó no sólo en el país sino también en Chile y España, pero que, con una veintena de sus trabajos repartidos en los últimos años, marcó el pulso estético de la escena rosarina del presente.

“El boceto es la aproximación a esta etapa inicial, donde en algún momento ese dibujo se llevará a la tela, esa tela se transformará en una prenda, esa prenda envolverá al cuerpo; así, ese boceto se transformó en vestuario”, plantea como génesis de su trabajo y sentido de la muestra Vestir la ficción.

Descubrir la vocación  

“El tiempo es como una ráfaga que pasa; son 23 años que me dedico a esta profesión. Aquellos comienzos fueron en el teatro independiente, en principio desde la actuación, pero el teatro siempre me interesó. Desde muy chico sentí una gran fascinación por el arte teatral en general, por esa sucesión mágica de engranajes. De pequeño, entendía que la relación con ese arte tenía que ver con la actuación; después, con el paso del tiempo y ese acercamiento, entendí y me interesé por esos otros rubros que también son signos de la puesta en escena. De todos modos, lo primero fue que terminé el secundario y me metí en la Escuela de Teatro a estudiar actuación. Todo lo demás vino con el tiempo y fue un descubrimiento”, dijo a modo de introducción a la charla Ramiro Sorrequieta, que en sus comienzos se formó en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y en la Universidad de Buenos Aires, y más tarde se capacitó con diferentes maestros nacionales y extranjeros, al tiempo que se desempeña como docente de Vestuario Teatral, Plástica Escénica y Caracterización en diferentes universidades nacionales y ha dictado cursos de vestuario operístico en el Instituto Superior de Arte del Colón.

“Con ese proceso de estudio y aprendizaje me encontré con que la actuación es fundamental, pero también lo son los elementos que componen una puesta en escena que escapan a ese cuerpo presente. Ahí empecé a entender que existía el rol del vestuarista y el del caracterizador, como también el iluminador o el escenógrafo entre otros rubros; eso me llevo a entender que podía expresarme desde otro lugar, un lugar mucho más plástico, incluso porque siempre me interesó también la indumentaria y la historia de la moda”, sumó el creador que destacó que en ese primer proceso trabajó en el aprendizaje “junto a maestros de plástica escénica y ahí estaba lo que quería, lo que me interesaba; entendí, como quizás entiende un actor o una actriz, que ésa era la forma en la que yo me quería exponer”.

“Con el vestuario me expongo en escena de una manera invisible –continuó–. Yo siento que si bien me expongo, lo hago a través del cuerpo de otro o de otra. Así arranqué a estudiar Caracterización en la UBA y así aparece también como ámbito de formación en el Teatro Colón. De todos modos, siento que el mayor aprendizaje se da desde la praxis que en definitiva es lo que te hace crecer. Más allá de los maestros formales, fueron los directores y las directoras y todos los compañeros y compañeras que fueron apareciendo en el recorrido de este oficio, los que terminaron de acercarme las herramientas para entender de qué va la cosa”.

“De todos modos, creo que fue el teatro independiente el que me ayudó y me ayuda a entender los procesos; esa cocina del teatro independiente es la que me facilitó el acceso para poder meterme luego en producciones más grandes, particularmente en el mundo de la ópera. Empecé en Rosario y después me fui a Buenos Aires, y si bien esos procesos son distintos, la experiencia de foguearme en el teatro independiente fue de un enorme valor para poder entender y encontrar lineamientos y metodologías para encarar otro tipo de proyectos con una dimensión mucho mayor. Y lo mismo pasa cuando se trabaja para el teatro oficial, que está a medio camino entre los procesos de la ópera y los del teatro comercial”, desatacó quien en el medio de ese recorrido también encontró un espacio de trabajo en el cine.

“En el medio de esos recorridos también apareció el cine; fue otro cambio radical y no lo digo desde la conceptualización y el entendimiento con las diversas estéticas, sino que técnicamente la cosa va por otro lado, la comunicación es diferente y el proceso de trabajo es diferente. En el rubro audiovisual, trabajo tanto en Rosario como en Buenos Aires”, contó Sorrequieta, quien también se formó como director teatral buscando sumar herramientas que le permitieran entender los entretelones de una puesta en escena para ponerlos en diálogo con su tarea más específica.

Vestir la ficción

“El título de esta muestra, Vestir la ficción, tiene que ver con el inicio de un proceso, con esa instancia de poder poner la idea en un papel y luego poder materializarla. Pero además tiene que ver con poder hacer una separación entre lo que es el personaje, un ser de ficción frente a la idea de indumentaria; me interesa mucho hacer esta diferencia entre lo que es vestuario y lo que es moda. Siempre se intentó cruzar ambos lenguajes y es algo que sigue pasando, pero la realidad es que no se relacionan más allá de lo histórico. La moda tiene su historia y los vestuaristas muchas veces la tomamos a la hora de trabajar un vestuario cronológico o cuasi arqueológico o quizás como puntos de partida”, dijo Sorrequieta en relación con la creación de un vestuario.

Y respecto a los procesos de trabajo que siempre están vinculados a los tipos de producción, profundizo: “En ese proceso, se construye en relación con una comunicación muy particular; es en relación a un espectáculo teatral, a una idea, a un relato y a una psicología de personaje y no es sólo desde el punto de vista estético como sí suele ser la moda. Y en los procesos hay aspectos que siempre están vinculados al tipo de producción y cada producción puede tener procesos muy distintos. Por ejemplo: en el teatro independiente, y a diferencia del comercial o de la ópera, muchas veces no hay un texto previo desde donde empezar a trabajar. Suele haber ideas y cuerpos en escena si la dramaturgia se va construyendo desde el cuerpo del actor. En ese caso, el punto de partida suelen ser los ensayos; la posibilidad de registrar esos cuerpos en el espacio, entender qué están expresando y desde el vestuario poder potenciar esa expresión. Ese momento, más allá de las charlas con directores o directoras, sirve para entender cómo ese cuerpo estará vestido o incluso desvestido en escena. La otra opción, que se da en el teatro más comercial o en la ópera, e incluso muchas veces también en el teatro independiente, es poder iniciar esa construcción a partir de un texto dramático, lo que en la ópera llaman libreto. Ese acercamiento sirve para hacer un desglose de personajes, algo de su psicología, en un proceso de lectura que es bastante abierto, dado que es muy personal lo que cada uno entiende de lo que el texto está disparando; después desde el acercamiento a la dirección, se podrán entender versiones o lineamientos estéticos sobre ese texto y sobre todo, cómo será el pase de ese texto escrito al texto espectacular (escénico). Allí se pone en juego lo más interesante que es esta mímesis entre texto e idea; texto y concepto plástico, algo que, por fuera del teatro independiente, se suele dar incluso antes del proceso de ensayos y tiene que ver con la conclusión de un lineamiento estético de toda la puesta”.

“Me ha tocado vestir un mismo texto dramático en diferentes versiones e incluso en versiones que podríamos llamar «tradicionales», y el vestuario siempre es diferente. Podemos pensar en vestir tres versiones del clásico Romeo y Julieta, de Shakespeare, ambientadas siempre entre fines de la Edad Media y principios del Renacimiento, pero las tres puestas no tendrán el mismo vestuario más allá de que compartan una cronología, un tiempo histórico. Sucede que cada director quiere contar las cosas a su manera, hacer su lectura, y por lo tanto cada vestuario es único e irrepetible en relación con cada versión de cada obra. Por eso sostengo que el vestuario es un elemento comunicativo, siempre se está contando algo a través del vestuario, la importancia del vestuario radica en ese punto. Hay todo un proceso específico de investigación para cada trabajo a lo que se suma todo el conocimiento previo; y así me ponga a trabajar con una época que ya conozca, siempre vuelvo a investigar porque nunca encaro ese proceso desde el mismo lugar”, analizó.

Y destacó: “Hay otra pata que me construye bastante y que tiene que ver con lo intuitivo; con el paso de los años, la intuición se va puliendo y todo ese tiempo de observación se vuelve más profundo. Cuando arranco con un proceso de creación, las antenas están más abiertas, puedo ir caminado por la calle y cruzarme con algo o con alguien y algo que veo de cómo están vestidos me sirve para repensar o trabajar en ese vestuario que estoy armando; cualquier cosa que esté sucediendo a mi alrededor puede ser un indicio para anclar en ese proceso de trabajo”.

El paradigma del cuerpo

“Me resulta interesante pensar al cuerpo no como un simple envase, sino como una materia orgánica, psíquica, histórica, sensible, conflictiva, que tiene la capacidad de respirar, sentir y pensar”, sostiene el creador en la presentación de su muestra.

“El paradigma del cuerpo en escena, en estos tiempos de diversidades y de debates sobre su morfología, incluso acerca de supuestos parámetros de belleza que van de la mano con cada momento histórico, es un tema de debate permanente”, expresó Sorrequieta quien se define como vestuarista y caracterizador dentro de un marco más amplio que va asociado a la dirección de arte tanto del teatro como en el campo audiovisual.

“Más allá del vestuario, la caracterización tiene que ver con el peinado y el maquillaje; por lo tanto, todo ese proceso implica una transformación absoluta. Es un principio de transformación de ese cuerpo del actor o actriz que se vuelve personaje. Eso plantea todo otro debate con relación al cuerpo y a la supuesta belleza; más allá de que trabajamos una ficción, lo lindo o lo feo también tiene su incidencia y estamos trabajando con personas. Es una cuestión dicotómica de la que trato de correrme y no se trata de la mímesis necesaria entre el vestuario y lo que está contando ese personaje; va más asociado a ciertas inseguridades porque una cosa es lo que se ve y otra lo que el actor o actriz percibe una vez que lleva ese vestuario en su cuerpo”, cuestionó.

Y cerró: “Vivimos un tiempo en el que todos los cuerpos son válidos y bellos, se rompió cierta hegemonía, más allá de que es algo en proceso. El cuerpo es el disparador más interesante para la construcción plástica del vestuario, tanto desde lo individual como desde lo colectivo que suceda en escena. Como vestuarista, yo entiendo esa exposición y entiendo que hay momentos de gran complejidad en esa exposición tan enorme que siempre implica actuar, salir a escena».

Para agendar 

La muestra Vestir la ficción, de Ramiro Sorrequieta, quedará inaugurada este martes 14, a las 19, en la Sala de las Miradas, del multiespacio Lavardén, de Sarmiento y Mendoza. Estará abierta al público hasta el 9 de octubre y se podrá visitar de manera gratuita, de lunes a viernes de 10 a 13 y de 15 a 19, y también a partir de dos horas antes de cada espectáculo programado. Dadas las restricciones sanitarias por la pandemia, la capacidad está limitada a diez personas en la sala, manteniendo distancia y uso de barbijo obligatorio.

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