El proyecto de ley de Etiquetado Frontal puede perder estado parlamentario: este martes la oposición no dio quórum para la votación en Diputados. La normativa había tenido media sanción en 2020. La nutricionista rosarina Natalia Retamar estuvo presente en el Congreso y habló con El Ciudadano sobre la importancia de que exista esta normativa de este tipo en el país.
Uno de los objetivos básicos de la iniciativa es que los productos que se exhiben en las góndolas y tengan excesos de grasas, sodio y/o azúcar lleven una etiqueta octogonal negra, con borde y letras de color blanco, que advierta sobre el exceso del nutriente crítico que corresponda.
Retamar indicó tres puntos claves del proyecto: etiquetado, publicidad y entornos escolares. «La importancia radica en que la ley se aplica no solo sobre el rótulo de los productos comercializables alertando sobre excesos de nutrientes críticos y presencia de cafeína y edulcorantes, sino también sobre la publicación, la promoción y el patrocinio de cada producto que contenga al menos un sello de advertencia. El proyecto también trabaja con los entornos escolares. Entonces, no se podría ofrecer ni comercializar productos que contengan al menos una de las advertencias en todo ambiente escolar».
«No habría ultraprocesados en los comedores», dice desde Buenos Aires. Hoy sigue pareciendo una ilusión, la sesión cayó y entre feriados y las próximas elecciones en noviembre con renovación de bancas es poco probable que se trate de nuevo, consideró la licenciada. El proyecto puede perder estado parlamentario y el proceso para su tratamiento tendría que empezar de cero, con nuevos legisladores.
De acuerdo a la última Encuesta de Factores de Riesgo del Indec (2018), en Argentina el 61,6 por ciento las personas tienen exceso de peso -el 36,2 por ciento tienen sobrepeso y el 25,4%, obesidad-. Retamar citó también los resultados de la última encuesta mundial de salud escolar donde se puso de manifiesto cómo empeoró o se empobreció la calidad de los alimentos que consumen niñas, niños y adolescentes. Hay un bajo consumo de frutas y verduras y alto consumo de bebidas con azúcar y artificiales.
«Por todo esto necesitamos una ley que regule y además traiga información clara a la población». Señaló cómo algunos productos en sus empaquetados dicen tener vegetales o nutrientes cuando en realidad no los tienen, «es publicidad engañosa».
Aquí aparece un problema: son los profesionales que se dedican a estos temas los que mejor entienden qué significan las palabras que aparecen en los rótulos de los productos. «La población en general no conoce esta información, no tiene por qué saber, y hasta tiene que ir con la lupa al supermercado para ver qué es bueno y qué es malo. De hecho hoy nuestra recomendación es no ir al súper, sino directamente a la verdulería o dietética o carnicería si consumen carne».
«La recomendación es no comprar paquetes. Hoy por hoy por cómo están las fórmulas de los ultraprocesados, todo tiene exceso de nutrientes críticos. Por eso hay tanta resistencia de los funcionarios alineados con la industria alimentaria. Es porque la ley incitaría a que reformulen sus recetas y a que, de alguna manera, se trabaje en pos de que la población tenga acceso a alimentos naturales. Hoy no es que escasea la producción, hay producción pero no hay acceso ni económica ni físicamente a ese alimento. Se está faltando al derecho a una alimentación sana y segura», explicó.
¿Qué pueden hacer los consumidores mientras no haya ley? Leer el listado de ingredientes de cada paquete y verificar que sean pocos y que sean alimentos -harina, aceite, semillas, entre otros- y no aditivos como jarabes, estabilizantes, aromatizantes. El problema es que la mayoría de los productos que se venden en las góndolas tienen largas listas de aditivos.
Además de la letra del proyecto de ley está «todo lo que detona porque generaría que empecemos a reformular las formas de producir nuestros alimentos, su origen, distribución y comercialización». «Implica revisar toda la cadena alimenticia. No estamos en contra de la industria sino de que no haya una regulación que determine estos límites de publicidad, lo que ponen dentro de los productos», planteó.
Retamar es docente, trabaja en un hospital y también atiende en consultorio de forma privada. «Hago educación alimentaria y nutricional en todos los lugares donde trabajo. También promuevo la alimentación natural. Que los alimentos que consumimos no hayan sido sometidos a un procesamiento, de esta manera tenés más garantías de obtener los nutrientes necesarios para el desarrollo de la vida. Intento que las personas conecten con alimentos reales y revaloricen el tiempo invertido en la cocina», contó.
También apunta a conocer lo que comemos, hacer la experiencia: «Así se estabiliza el cuerpo, el peso, se pasan los dolores, se acomoda todo. No es hacer dieta sino comer alimentos reales, que no tengan un combo de aditivos que los convierten en productos comestibles y no alimentos».
El proyecto de ley de Etiquetado Frontal en Argentina retoma aspectos generales que ya se aplican en otros países desde 2016: Chile, Uruguay, Perú y México.