El diputado provincial Carlos Del Frade presentó este lunes su último libro, “El Caso del Juez Triglia”, con la presencia de la compañera de vida de Carlos Triglia, Beatriz Fullone. Y por las Abuelas de Plaza de Mayo estuvieron Estela de Carlotto y Buscarita Roa, en el primer piso de Sarmiento 829.
El libro relata una investigación dedicada a la vida y obra del magistrado que le da título, y de cómo la causa que llevó adelante, en diciembre del 2001, contra los magnates del multimedio Grupo Uno, José Luis Manzano y los hermanos Vila, por el delito de defraudación contra quien les había vendido el grupo La Capital, desató una persecución mediática y judicial contra el juez investigador. “Murió en el año 2005 notablemente afectado por una causa que lo llevó a la muerte”, reza la contratapa del libro.
El legislador comenzó la presentación afirmando que «cuatro hechos históricos se conjugan en el presente. Nosotros siempre decimos que el pasado siempre está abierto en el presente a través de una avenida de doble mano. Como en toda avenida de doble mano, una de esas calles son las impunidades. El pasado está abierto a través de las impunidades» dice Del Frade, haciendo referencia al saldo de los hijos e hijas de desaparecidos en la última dictadura militar aún sin encontrar: «La otra calle de la avenida de doble mano, que es el presente, son los sueños colectivos inconclusos, que se sintetizan en el verso de Vicente López y Planes, que escribió que nosotros ‘vamos a ser felices en el día en que en el trono de la vida cotidiana esté la noble igualdad’. El pasado abierto a través de esta avenida de doble mano”.
El juez de instrucción Carlos Triglia, nacido rosarino y graduado en la Universidad Nacional de Rosario como abogado, y de recorrido sindicalista como delegado metalúrgico, inició el 17 de diciembre del 2001 “una causa por defraudación contra José Luis Manzano, Carlos y Daniel Vila”, por entonces dueños del tercer multimedios en importancia en el país, incluido un periódico clae para el interior de la Argentina, “como es el diario La Capital”.
Del Frade, sentado en la misma mesa que quien fuera la compañera de vida de Triglia, Beatriz Fullone, es categórico y afirma que “Carlos Triglia se muere no de cáncer sino de cómo le aceleraron el cáncer a partir» de los hechos narrados en el libro: «Esos tres tipos fueron denunciados por Triglia en los tribunales de Santa Fe. Horas después en Buenos Aires, el 18 de diciembre, le hacen una causa a Carlos Triglia por supuestas coimas. Porque se había atrevido a denunciar a los medios de comunicación dominantes”.
El autor del libro parafrasea a Eduardo Galeano y dice: “Hoy en la Argentina, desde hace 40 años, los medios de comunicación justifican los fines del sistema: concentración de riquezas en pocas manos, alienación cultural y domesticación a partir de una cultura de entretenimiento banal”.
«Lo cierto es que aquella denuncia generó un primer hecho de tremenda falsificación histórica que destruyó la imagen de Carlos Triglia, pagando con su vida el costo de cumplir con su tarea de impartir justicia en un sistema adverso, impregnado de otros poderes”, añadió Del Frade.
El legislador define como “falsificación histórica” al proceso padecido por el finado juez, y denuncia que «no se ha podido difundir esta actividad (de presentación de su libro) a través de los grandes medios de comunicación de la ciudad de Rosario porque, justamente, la provincia con mayor concentración de medios de comunicación en pocas manos es la provincia de Santa Fe”. Y agrega: «Se inició aquí, con el llegar de Vila y Manzano, el proceso de la ‘noticia obediente’: las trabajadoras y trabajadores de prensa tienen que pedir permiso para informar, no sea cosa que afecten a algún amigo de los factores de poder. Y en forma paralela, los medios se empezaron a transformar en empresas que buscaban uno de los caminos más directos para el lavado de dinero: el boom inmobiliario. Carlos Trigilia había avanzado en la investigación de que esas defraudaciones llevaban a estafas, y esas estafas llevaban al lavado de dinero”.
Según Carlos Del Frade, «se iniciaron 90 causas por lavado de dinero en la Argentina el año pasado, y en más de 30 años que se sanciona el lavado, 14 solamente causas tienen sentencia».
«Como se metió con delincuentes de guante blanco, dueños de medios de comunicación vinculados a sectores políticos tradicionales el juez Carlos Triglia terminó acelerando su cáncer y se murió en el año 2005. Este libro habla de todo eso, pero habla también del presente. Porque cada cosa que está sufriendo el pueblo de Santa Fe está relacionado con la fenomenal ciénaga institucional que padecen en la provincia. Y denuncia la falta de una ley de acceso a la información pública, de un protocolo de ESI, entre otros elementos postergados históricamente en la provincia. Es una vergüenza», sentencia el periodista.
A su vez, Del Frade es tajante, y esgrime que “en el Senado se hacen negociados, como lo expresa y lo sintetiza el caso del senador Armando Traferri, del cual es cada vez más difícil que los trabajadores de prensa puedan informar”.
“Este libro no es solamente el primer caso de lawfare en la Argentina y en la provincia de Santa Fe, sino que también exhibe la ciénaga que genera los dolores sociales en la provincia de Santa Fe”, concluye Del Frade.
«Este libro simplemente habla de Verdad y Justicia, nada más»
Beatriz Fullone, compañera del juez Triglia, habla del libro como una verdad “que salió a la luz” y que “que quedó debajo de la alfombra de los Tribunales de Rosario”.
Según ella, «las instituciones tienen oídos: los compañeros, las compañeras y mucha gente del tribunal sabía lo que había pasado. El texto es una denuncia social de una injusticia que se cometió con Carlos Triglia, que fue el primer caso de lawfare que hubo en 2005, concepto del cual no se tenía conocimiento ni claridad en ese momento: Triglia fue sometido por los medios de comunicación y dentro del poder judicial a pesar de que fue sometido a maniobras extorsivas tremendas”.
En el libro se transcribe parte de la defensa y alegato esgrimido por Carlos Triglia. Allí, el magistrado dirá: «La única víctima acá soy yo».
Fullone cuenta que su marido «habla de una crónica de una muerte anunciada. Él se refería a la muerte no del cuerpo, sino a la muerte moral: se lo había denunciado como que él pedía coimas». «Cuando él fallece, la jueza (Carina Lurati) que toma la causa sobresee a estos multimedios donde dice que no había elementos para procesarlos. Una gran diferencia de lectura: Carlos hizo una investigación de tres años y esta jueza subrogante, que hoy es camarista (en la Cámara Penal de Apelaciones de la provincia de Santa Fe), en seis meses determinó que ellos no tenían ninguna implicancia con lo que estaban acusados, que era por estafa».
Carlos Triglia «se enferma, tuvo que dejar la causa pero por enfermedad, pidió licencia pensando que iba a poder volver en algún momento a retomar esta injusticia y este daño moral que se le hizo, pero falleció». «A raíz de esta injusticia es que yo llego a Abuelas y se arma este Centro de Estudios Sociales y Culturales para la comunidad (CESC) con un grupo de profesionales que consideraba que debería haber otro tipo de justicia y otro tipo de instituciones y que creía en una justicia independiente», cuenta Fullone.
Al ser consultada sobre su mirada de la causa por juego clandestino que tiene a Armando Traferri como principal sospechoso, Fullone alega: «Nosotros lo que queremos es que siempre triunfe la justicia, la verdad por sobre todas las cosas. Queremos gente que ocupe lugares de decisiones con compromiso, que lo haga por la sociedad, por todas y por todos. Que se investigue y que la justicia independiente que reclamamos diga qué está pasando en esto: nuestro pueblo merece saber la verdad y merece ser respetado. Trabajar con compromiso y honestidad: no se les pide nada más»
Las Abuelas de Plaza de Mayo: “El pueblo debe saber”
Estela de Carlotto define al libro como un premio, el cual le va a dar «más fuerzas (a Fullone, viuda del magistrado) para seguir siendo como es, y quizá con la esperanza de que tardíamente, aunque nunca es tarde, tenga justicia por su marido. Una justicia, que ojalá sea de los tribunales, de un pueblo que ignoraba lo que decía este libro, porque tenía una historia mala, de los cobardes, de los asesinos, de los impostores, que no son muchos pero tienen mucho dinero y todo el poder de la prensa. No se habla de esto. Hay que hablar de todo, el pueblo debe saber».
La militante por los Derechos Humanos recordó a los presos políticos y a los perseguidos durante el macrismo, y arremetió contra los integrantes de esa persecución mediática y judicial, similar a la vivida por el juez Triglia: «Siguen lo más cómodos en su casa, cuando pusieron en la cárcel a quienes no lo merecían. Aunque sean tres días, la cárcel es el lugar más siniestro para el ser humano: cuando merece estar, tiene que estarlo, pero cuando no merece, y ahora se está diciendo, hay que tenerlo en cuenta» dice Carlotto, abocando al principio constitucional de la presunción de inocencia.
La referenta de Abuelas de Plaza de Mayo también se refirió a la cuestión de la violencia y el narcotráfico en la ciudad, al decir que «es casi el lugar más importante del país» en donde se genera este tipo de violencia, «sobre todo porque ahora pasan, matan y siguen. Hay que decirle al señor gobernador que haga los deberes, que ponga en alerta gente que sepa encontrarlos (a los perpetradores de las balaceras) y que los encarcele. El gobernador tiene la obligación. Ojalá escuche que una Abuela está diciendo esto».
Del Frade dedica el libro a los estudiantes de Derecho, de Comunicación Social y Periodismo, exclamando que «la diferencia entre decir una cosa y no decirla es del 100%, y decir genera conciencia, la conciencia genera acción y la acción genera transformación política: lo vimos en el 2001, lo vimos en Chile y lo vimos en el maravilloso ejemplo histórico que día tras día, 45 años después, siguen dado mujeres extraordinarias como Buscarita y Estela de Carlotto».