“Sí, Bonfatti es una persona que está en condiciones de ser gobernador de la provincia”, dijo Hermes Binner ayer, en el marco de los actos protocolares desarrollados por la celebración del Día de Rosario, donde fue acompañado de su ministro de Gobierno, y donde le tocó coincidir con el intendente Miguel Lifschitz. La situación no ayudó demasiado a apagar el fuego encendido por el gobernador el miércoles, cuando se permitió dudar sobre los conocimientos que los intendentes de Rosario y Santa Fe, Lifschitz y Mario Barletta, tenían de la gestión provincial. Pese a la situación, algo incómoda, Binner rescató su derecho a opinar “como toda la gente”, mientras que Lifschitz reconoció que “a veces hay que aprender a tragar saliva para no enojarse”.
Conforme con el revuelo que había provocado con sus palabras, Binner eligió quitarle tensión a la cuerda que había apretado al extremo en el día anterior, pidió desdramatizar la posibilidad de que haya internas en el socialismo y calificó con un 10 las gestiones de los intendentes y de su ministro de Gobierno.
“Me gustaría tomarles examen para saber si saben lo que se está haciendo”, había dicho el gobernador un día antes, en referencia al grado de conocimiento que los intendentes de Rosario y Santa Fe podrían tener del desarrollo de la gestión provincial, para luego agregar que las candidaturas de cualquiera de ellos significaría “volver a primer grado”.
“Yo tengo mi opinión, como toda la gente. No me parece tan terrible decir que uno opina algo. Lo malo es opinar una cosa y decir otra. Tenemos que jugar a la verdad. Siempre que me he expresado he pecado de demasiada claridad en mis ideas, pero las tengo que expresar porque son parte de mi forma de ser y no me las puedo guardar adentro”, aclaró el gobernador ayer, al tiempo que explicó que con sus palabras del día anterior intentó apoyar “la continuidad” de la gestión, lo que ejemplificó al relatar que ya llevan “45 asambleas ciudadanas en la provincia” y que él y su gabinete conocen “la provincia de Santa Fe como la palma de la mano”.
Miguel Lifschitz, en el marco de su habitual diplomacia, reconoció implícitamente la molestia que le causaron las palabras del gobernador, al afirmar que “hay que aprender a tragar saliva para no enojarse” y que ya “está estudiando” para superar el examen al que lo desafió Binner. “Estoy estudiando. Siempre fui un buen alumno”, fue la ironía utilizada por el intendente cuando los medios de prensa se arremolinaron para preguntarle por las palabras del gobernador.
El intendente también fue tajante a la hora de negar una fractura en el PS: “No, en absoluto. No militamos con vocación de poder sino en el sentido de construcción política. Vamos a seguir aportando al trabajo y la capacidad para seguir haciendo lo mejor para la ciudad”.
El ministro Bonfatti, el principal aludido en este cruce, también fue abordado por la prensa y eligió apostar por un mensaje de conciliación: “Tenemos que sentarnos, tomar unos buenos mates y seguir charlando”, dijo en diálogo con Radio 2 desde la Catedral.
Para Bonfatti el chisporroteo político “no es un problema de decisiones o aspiraciones personales; formamos parte de un proyecto colectivo de muchísimos años”. “En su oportunidad decidiremos quién encarna la continuidad de la gestión Binner en la provincia”, dijo sobre la definición de las candidaturas.
La UCR no quiere “dedazo”
El titular del Comité provincial de la UCR, Hugo Marcucci, dijo por su parte que Binner “tiene derecho a expresar sus preferencias”, calificó como “anecdóticas” las expresiones del mandatario, pero advirtió sobre el método de elección en el Frente Progresista.
“La resolución (del candidato) se tomará por consenso o por internas, pero nunca por el dedo de nadie. Habrá un mecanismo de consenso o de internas, que permiten que sea la población la que defina cuál es el mejor dirigente. Pero en el Frente no habrá dedazo. Y esto es fundamental”, sentenció.