Este miércoles, el periodista Diego Giordano realizará la presentación oficial de su último libro, titulado Los trenes ya no vuelven más. El material bucea en la historia del icónico grupo rosarino Punto G, que tiene como líder a uno de los emblemas del rock local, Coki Debernardi, pero también pinta una época en la que el fin de la dictadura militar, el inicio de la democracia y esos puntos grises que quedaron en el medio marcaron a una generación. “A la historia de Punto G había que contarla en algún momento”, aseguró el escritor en una entrevista con Radio Nacional Rosario. “El grupo, y en particular su primer disco, funcionaron un poco como tubo de ensayo de la época porque hay un montón de cosas latiendo ahí adentro”, agregó quien firma el material cuya idea original pertenece a Roque Di Pietro, el director de la editorial Colección Vademécum. “Cuando me lo propuso le dije que sí enseguida”, confesó Giordano.
La historia de Punto G comienza en Cañada de Gómez a mediados de los años 80. “Después vienen a Rosario, ganan un concurso y firman un contrato con CBS. Cuando ese contrato se cancela ellos inventan un sello independiente, una cosa insólita para la época, e incluso editan otro disco. Después hay un tercer material y finalmente se separan en el 94. Pero pasaron muchas cosas en esos pocos años, y no sólo en la carrera del grupo”, relató el periodista y músico que supo formar parte de bandas de rock como Tierra de Nadie, Mortadela Rancia, Coki & The Killer Burritos y Lanzallamas.
Según relata el material de presentación del libro, «en 1988 pareció clausurarse la década de los 80 para el rock argentino. Aquella escena que floreció de la mano del rock-pop democrático, un lustro más tarde, ya estaba ahogada en la frustración económica y experimentaba la muerte de tres figuras indispensables para la época: Luca Prodan, Miguel Abuelo y Federico Moura”.
“Algunos años antes y lejos de todo, en Cañada de Gómez, una localidad del sur de Santa Fe, a 70 kilómetros de Rosario, un puñado de pibes recién salidos del colegio secundario fundan el grupo Punto G y, con notable intuición, ecualizan el sonido de la época y se preparan para el despegue nacional: ganan un polémico concurso de bandas en Rosario, tocan en el Chateau Rock 88 y obtienen un contrato con la multinacional CBS para grabar, en 1989, el disco debut con producción de Fito Páez”, propone el mismo texto.
El foco comienza poniéndose en el concurso. Punto G toca en el Anfiteatro Municipal Humberto de Nito con el objetivo de que la banda se empiece a conocer en la ciudad y ganan. El público no se contentó con la decisión. “Para decirlo de una manera elegante: los cagaron a piedrazos”, resumió Giordano. “Lo que para mi resulta increíble es que hasta el día de hoy sigue generando polémica. Yo no tengo redes sociales, pero ayer estaba viendo una nota que me hicieron, y aparecía el comentario del fan de una banda que no ganó el concurso diciendo que los Punto G habían pagado para ganar”, aseguró el periodista y escritor.
Y agregó: “Esa noche fue particularmente violenta. Coki dice siempre: «Fue la primera vez en mi vida que me tiraron una iguana muerta». Pero ellos no compraron el concurso porque eran unos muertos de hambre, unos pibes de clase media de Cañada de Gómez que vinieron a Rosario y se anotaron en un concurso para que el grupo sonara un poco mas y de golpe lo ganaron porque eran distintos”.
Más que el legado de Punto G, Giordano destacó lo que generó en ese momento. “Era muy diferente a lo que sonaba en Rosario en esa época que era todo pop radial tipo Identi-Kit. De hecho, Ricardo Vilaseca, tecladista de Identi-Kit, lo dice en el libro: «Cuando los vi por primera vez sentí que nos habían convertido en el pasado». Eso para mi es la síntesis más perfecta”, apuntó quien supo ser editor musical del diario El Ciudadano, fundó y editó RIEL (Revista de Investigaciones y Estudios Literarios) y es autor de los libros Inédito. Rock subterráneo en Rosario 1982-1987 (Yo Soy Gilda, 2013) y Uniendo fisuras. Signos y la consagración continental de Soda Stereo (Vademécum, 2019).
Los trenes ya no vuelven más cuenta con una revisión de archivo que incluye la relectura de crónicas de la época que reflejaban lo que pasaba en la ciudad y su cultura, un trabajo que en los últimos años, con el advenimiento de las redes sociales y las peleas por el click en los medios gráficos, se ha visto deteriorado. “Aunque trato de ser una persona equilibrada, de no pelear ni amargarme, una de las cosas que mas bronca, resentimiento y tristeza me generan es eso. Esta es una ciudad de gente muy talentosa, en la música, el teatro, el cine, la literatura, y me genera rechazo y bronca que en los medios grandes, porque en las radios mas chicas o portales no es así, no se ven reflejados. Para qué fueron a la universidad de periodismo, ¿para contar que Wanda Nara discutió con alguien en Twitter?. ¿No les interesa hablar con un actor, con un ingeniero de sonido en vez de estar veinte minutos leyendo Twitter por televisión?”, reflexionó.
“Toda la historia que cuento en el libro es una historia que no viví de cerca. Si bien vivía en esa época (risas), cuando sale el disco de Punto G yo tenía 14 años. No fui a los boliches a verlos. Me interesaba mucho contar cómo era la vida dentro de las universidades en la época, porque ahí había un componente político importante y porque era el público que iba a ver los recitales. Y me resultó, no diría sorprendente, pero sí como un tono de la época que varios y varias de los entrevistados y entrevistadas me hablaran de que, cuando iban a la facultad, siempre estaban viendo cuál era el servicio infiltrado para buchonear gente cuando ya estábamos en democracia. De hecho, a Walter Bulacio la policía lo mata a la salida de un recital de Los Redondos en el 91. Con eso tiene que ver la tapa del libro”, dijo el autor.
Y sobre la brecha que hoy separa a las universidades y la escena cultural amalgamadas en los 80, reflexionó finalmente: “Eso es otra cosa en la que quería indagar, en la que tenía mucha curiosidad por ver cómo habían operado esos cruces interdisciplinarios. Hay una entrevista a Raúl Damelio (artista visual y gestor cultural) en la que cuenta cómo habían hecho las diapositivas que habían proyectado en un recital de Punto G; ellos era alumnos de Luis Bras. Contar todo ese mundo me resultaba muy interesante”.
Para agendar
Los trenes ya no vuelven más tendrá su presentación oficial este miércoles, a partir de las 20, en Casa Brava (Pichincha 120) con entrada libre y gratuita. Estarán presentes los periodistas Carolina Taffoni y Lucas Mendoza Canalda.