La manifestación por el Día Internacional de la Mujer Trabajadora fue más que imponente: convocó a más de 70 mil personas, según fuentes de la organización. Dentro de ese colectivo tan masivo que hizo eco de la consigna “La deuda es con nosotras”, múltiples voces disidentes e historias poco contadas dieron el presente, entre ellas el colectivo de mujeres antirracistas, afrodescendientes e indígenas.
Mérida Doussou Sekel, profesora de historia, activista antirracista e integrante del Grupo de Estudios Afrolatinoamericanos de Argentina (Geala) enfatizó que el grupo de mujeres afrodescendientes, como se denominan, enarbolan la bandera de “Sin racismo nos queremos”: “vinimos con nuestras consignas, nuestros cuerpos, a plantear la bandera del antirracismo dentro del feminismo y en general, porque son nuestros cuerpos los que sufren cotidianamente la hipersexualización” exclama la militante. “Es nuestra propia historia, la historia negra afroargentina la que no se da en las escuelas, tampoco en las universidades y creo que es momento, frente a la situación que estamos viviendo en el mundo en general que las historias no contadas empiecen a contarse y justamente estamos acá para eso, para decir que estamos presentes dentro del feminismo las mujeres negras que cotidianamente batallamos, por ejemplo, contra la hipersexualización de nuestros cuerpos, y también plantear esto del antirracismo” dentro de la agenda de los feminismos.
“Todo quien tenga un poco más de melanina en la piel sufre racismo en Argentina”
En una entrevista brindada el año pasado al programa radial El Mundo al Revés, la activista antirracista fue categórica al decir que “Argentina sigue siendo un país racista”. Según su análisis, “la gran mayoría de la población tiene ese concepto completamente errado y negacionista de esto que sí existe y que las personas racializadas lo viven permanentemente, esto de, incluso, la negación de que en Argentina hay negros. Es una negación de nuestra argentinidad, y esto no sólo pasa con personas que son migrantes sino con las personas negras que nacimos acá en Argentina y que continuamente te están extranjerizando, preguntando de dónde sos”.
“Hay varios niveles para pensar en el racismo y en cómo son sus ramas. La violencia es la más difícil, por ponerle un nombre”, visualizada en hechos entre abiertamente discriminatorios y actos cotidianos. Esta violencia “también existe en otros ámbitos, como por ejemplo la educación: no hablar de que Argentina también es afro, de que tiene un pasado que es negro. Eso también es racismo y eso tiene múltiples formas de verlo”, dice Doussou Sekel, y pone de ejemplo la falta de representatividad en los medios de comunicación.
Para la activista, este racismo demostrado en la invisibilización pública es un fenómeno político internacional, “en donde el Black Live Matters o también en el asesinato de la propia Marielle Franco, hizo que cada vez más personas racializadas, afrodescendientes, negras, empecemos a hablar sobre lo que nos pasa en la calle y sobre nuestros derechos que no se cumplen”. Y continúa definiendo al racismo como “la base en donde se imprimió todo el pensamiento y la acción colonial en todos los estados de América y África”. “Estamos en pleno siglo XXI y todavía hay un prejuicio enorme en función del color de piel. Todo quien tenga un poco más de melanina en la piel sufre racismo en Argentina” sentencia Doussou Sekel.
La investigadora y docente de historia le dijo a El Ciudadano que “en los barrios populares hay mucho racismo, incluso también se vive en Argentina el elemento de no poder autopercibirse afro justamente porque hay una historia no contada”. Al momento de dar estas declaraciones, la activista eleva la voz ya que detrás de ella suenan numerosos tambores, símbolo de resistencia, sonados alegremente por más de una docena de mujeres: “los tambores son resistencia. Son parte de nuestra raíz afro”. Agrega que “las familias no saben su afrodescendencia y estamos acá, en la calle, para eso: para que nuestros cuerpos y nuestras voces digan presente frente a esta situación”.
Mérida da cuenta a este diario de diferentes casos de acoso y discriminación racial padecidos por integrantes de la comunidad afro de Rosario, y recuerda las amenazas de muerte recibidas por parte de tres compañeros y compañeras afrobrasileros y haitianos, ocurridos en la facultad de medicina de la UAI, de la cual eran estudiantes. “Es hora de que Argentina y también el feminismo se enteren de que esa situaciones pasan. El feminismo no es sólo uno, hay muchas voces y nuestra voz también la ponemos acá presente para denunciar esos hechos que parece que sólo suceden en EEUU y no: en nuestros territorios también pasan. Pasan acá, en nuestra propia ciudad. Nuestra bandera es poder plantear eso y decir basta”.