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Jurado popular: ¿Nora Dalmasso fue asesinada por un sicario contratado por su marido?

A más de 15 años del crimen de Nora Dalmasso, el viudo Marcelo Macarrón comenzará a ser juzgado. Está acusado de pagar para estrangular a su esposa en su propia casa del barrio Villa Golf, de la ciudad cordobesa de Río Cuarto

Pablo Rivero – Télam

«Se trató de un agresor especializado, que sexualizó la escena del crimen para que parezca que este se produjo en el contexto de un encuentro sexual». A más de 15 años del crimen de Nora Dalmasso, el viudo Marcelo Macarrón comenzará a ser juzgado por un jurado popular. Está acusado de contratar a un sicario para estrangular a su esposa en su propia casa del barrio Villa Golf, de la ciudad cordobesa de Río Cuarto.

Macarrón, un reconocido médico traumatólogo de esa ciudad cordobesa, llegará en libertad al juicio que se desarrollará en los Tribunales de Río Cuarto y del que participarán 8 jurados populares, cuya misión será escuchar la declaración de más de 300 testigos y determinar por unanimidad un veredicto de culpabilidad o inocencia.

El viudo, el único sentado en el banquillo de los acusados ya que nunca se pudo identificar ni detener al o a los presuntos sicarios, deberá responder una acusación por el delito de «homicidio calificado por el vínculo, por alevosía, y por precio o promesa remuneratoria en concurso ideal», en calidad de instigador, que prevé una pena de prisión perpetua.

El último fiscal que investigó el caso y cerró la instrucción de la causa, Luis Pizarro, consideró que el móvil del crimen de «Norita» estuvo motivado por «desavenencias matrimoniales y cuestiones económicas».

Es que el denominado «Caso Dalmasso» tuvo tantos fiscales, como hipótesis del crimen y sospechosos en la mira, al punto que hasta el propio hijo de la víctima, Facundo Macarrón, estuvo imputado como autor hasta que finalmente fue sobreseído.

En el requerimiento de elevación a juicio, el fiscal Pizarro consideró que el viudo, «valiéndose de coartadas previamente organizadas, de la certeza tanto de la ausencia de los demás integrantes de la familia, como de la presencia, sola en su domicilio, de Nora Dalmasso, contrató una/s persona/s para dar muerte a su esposa, por precio o promesa remuneratoria».

En el escrito, al que tuvo acceso Télam, el fiscal Pizarro explica que la acusación contra Macarrón está fundamentada en una serie de indicios que permiten establecer que la madrugada del 25 de noviembre del 2006, el viudo «planificó dar muerte a su esposa por desavenencias matrimoniales y con la intención por parte de su/s adlater/es de obtener una ventaja, probablemente política y/o económica».

La sospecha del fiscal es que el traumatólogo «le suministró (al sicario) información del movimiento de la casa y presumiblemente le entregó un juego de llaves». Y que «eligió como fecha» el último fin de semana de noviembre de ese año «en el que se disputaría un torneo de golf» en Punta del Este, al que concurrió con sus amigos «con la finalidad del éxito de su plan delictivo y despejar cualquier posibilidad de sospecha sobre su persona».

En base al relato de testigos, el representante del Ministerio Público estableció que, para llevar a cabo el crimen, el sicario contratado «aguardó que la víctima realice su rutina previa al descanso y la abordó una vez que ésta se encontraba dormida en la habitación de su hija, ubicada en la planta alta de la vivienda».

La sospecha es que el agresor sorprendió a Dalmasso, la tomó del cuello «ejerciendo una fuerte presión con sus manos, anulando así toda posibilidad de defensa», tras lo cual «utilizó el cinto de toalla de la bata de baño que se encontraba en la habitación, realizando un ajustado doble lazo alrededor del cuello, ocasionando la muerte por asfixia mecánica».

«Al final, probablemente y como parte del plan criminal, ordenó la escena con la finalidad de simular un hecho de índole sexual, tras lo cual se retiró del lugar, sin dejar rastro alguno de su persona», consideró el fiscal.

De acuerdo a los datos que constan en el expediente, para el fiscal no caben dudas de que el crimen fue cometido por «un agresor especializado, un sicario» que nunca fue identificado ni detenido, que «sexualizó la escena del crimen a efectos de que parezca que el mismo se produjo en el contexto de un encuentro sexual con el amante».

Para llegar a esa conclusión, Pizarro entiende que existen distintas circunstancias en la escena del crimen que lo corroboran: la ausencia de rastro biológico del agresor y de pisadas y de barro, pese a que la noche del hecho llovía y las calles del lugar eran de tierra, que no había daños en las cerraduras y el orden de los ambientes.

Además, que el agresor no robó nada: en la casa fue encontrada «la billetera de la víctima con 800 pesos (valor que duplicaba sus ingresos), un (reloj) Rolex, el auto y anillos de oro, entre otros».

Al momento de ser indagado, asesorado por su abogado Marcelo Brito, Macarrón negó tener responsabilidad en el crimen de su esposa y dijo que era inocente.

Sin embargo, para el fiscal «el homicidio (…) fue deliberadamente planificado y organizado por el aquí traído a proceso, quien actuó en las sombras, de manera artera y solapada».

De la pesquisa surgió también la existencia de relaciones extramatrimoniales tanto de la víctima como de su esposo, que fueron admitidas en las declaraciones testimoniales, y ese pudo haber sido, para el fiscal, parte del móvil homicida, además del móvil económico porque presuntamente Dalmasso había anticipado que iba a gestionar el divorcio y la división de bienes.

Cuando la causa fue elevada a juicio, el abogado defensor Britos había manifestado que «la hipótesis del fiscal Pizarro es fantasiosa y absurda, no sólo porque es insustancial en cuanto a lo probatorio sino porque jamás se planteó en la investigación» esos móviles.

El «Caso Dalmasso» tuvo como particularidad que fue investigado por cinco fiscales distintos y todos ellos tuvieron distintas hipótesis investigativas.

El primero de ellos fue el fiscal Javier Di Santo, y luego pasaron Fernando Moine, Marcelo Hidalgo, Daniel Miralles y Luis Pizarro, que cerró la instrucción y elevó la causa a juicio.

A lo largo del proceso, fue imputado el pintor Gastón Zárate, quien fue bautizado por la comunidad de Río Cuarto como el «perejil», ya que nadie creía que pudiera tener relación con el homicidio, y hasta se generaron marchas en su apoyo hasta que fue sobreseído.

También estuvo imputado Facundo Macarrón, hijo del matrimonio de Dalmasso y Macarrón, y también el abogado Rafael Magnasco. Ambos también fueron finalmente sobreseídos y posiblemente declaren en el juicio como testigos.

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