El director, guionista y productor argentino Daniel Burman es el creador de Iosi, el espía arrepentido, la miniserie de Amazon Prime Video que sigue la historia de un agente de inteligencia infiltrado en la comunidad judía porteña y con la que, admitió, quiso hacer “una de espías, pero a la argentina”.
Ya disponibles en la plataforma, los ocho episodios de una hora de este thriller protagonizado por Gustavo Bassani y Natalia Oreiro se centran en la historia de José Pérez, luego rebautizado como Iosi Peres, un espía que la policía planta bajo la delirante aunque popular teoría conspirativa antisemita de que Israel preparaba el “Plan Andinia” para anexarse la Patagonia.
La serie muestra cómo Pérez/Peres recoge información durante años pero luego inicia un camino redentor tras comprobar que esa teoría pudo ser usada para perpetrar los terribles atentados a la Embajada de Israel y la Amia.
Burman, que codirigió la serie con el también cineasta Sebastián Borensztein, abordó así desde un ángulo nuevo el universo de la comunidad judía de Buenos Aires, que visitó acaso con un enfoque más cercano a la comedia o comedia dramática por ejemplo en los films como Esperando al Mesías (2000), El abrazo partido (2003) o El rey del Once (2016).
“Sentí una necesidad, diría irrefrenable, de contar esta historia. Así de simple”, confesó el realizador en charla con Télam, sobre el momento, “hace tres o cuatro años”, en que se cruzó en una librería con el libro de investigación del mismo nombre de Miriam Lewin y Horacio Lutzky, en el que se basa la serie.
“Me parecía una historia extraordinaria no solamente como camino heroico de este espía que se enamora o empatiza tanto con esta comunidad que tiene que espiar al punto de que termina conformando su identidad en función de ella, sino por todo lo que atraviesa en esos 15 o 20 años de su infiltración”, contó.
Rodada en Uruguay, Iosi… cuenta con un elenco de estrellas entre las que se encuentran Mercedes Morán, Alejandro Awada, Carla Quevedo, Minerva Casero, Marco Antonio Caponi, Daniel Kuzniecka, entre más.
Consultado sobre si considera que esta historia supera a la ficción, Burman sostuvo: “Para mí ahora es muy difícil desagregar, hay mucho pasado, muchas motivaciones y muchos elementos psicológicos del personaje que no tienen que ver con el Iosi original, que de hecho tampoco lo conocí. Pero sí hay hechos trascendentales históricos que son reales y muchísimos aspectos de su camino de infiltración y de búsqueda de redención que sí tienen que ver con el Iosi real”.
Y agregó sobre su trabajo en dupla con Borensztein: “La verdad que muy virtuoso, Sebastián es un autor extraordinario; fue cabeza del equipo de los autores, con los que trabajamos casi tres años en el proyecto. La verdad que fue un placer; y es un proyecto que tiene una complejidad y un tamaño, una épica, que solo con alguien como Sebastián podría haberlo hecho”.
Sobre el fuerte de cada uno, mencionó: “Un extraordinario manejo del ego, ponerlo en otro lugar y saber que trabajamos juntos. Cuando uno tenía una idea mejor abrazarla con el mismo entusiasmo que si fuera propia, y eso es algo bastante infrecuente en el trabajo sobre todo de dirección, en la cual siempre hay un liderazgo muy claro”.
A su vez, dio detalles sobre el proceso de investigación para desarrollar el proyecto recientemente estrenado. “Hubo mucha investigación histórica de un período que a mí me parece absolutamente fascinante, que son los primeros años de la democracia. De alguna manera está un poco borrado de la historia; lamentablemente la economía devastadora que hubo eclipsó lo que fue mantener en pie a un país amenazado de manera fulminante por todos los sectores. Lo que era tomar un país que hacía cinco minutos estaba administrado por una dictadura”, dijo y agregó: “De hecho, la serie comienza en 1985, cuando la Policía Federal infiltraba gente, no solo en la comunidad judía, con hipótesis de conflicto reñidos con toda legislación sobre lo que se puede hacer en inteligencia interna. La serie se hace un montón de preguntas incómodas más allá de la coyuntura que está bueno tenerlas en cuenta, y también que tanto los atentados como ciertos hechos de nuestra historia son funcionales a una maquinaria y a una conspiración real atravesado por muchos temas, uno de ellos el tráfico de armas en el cual Argentina fue pivot”.
Por otro lado, compartió cómo fue la selección de los actores, en especial la de Gustavo Bassani, un intérprete experimentado pero relativamente desconocido para el público. “Queríamos que fuera una cara fresca. El efecto que quería lograr para el público tenía que ser con alguien nuevo, tenía que ser alguien que pudieras infiltrar en un lugar y no llamar la atención. Si era un actor demasiado conocido había algo que se podía perder. Buscamos mucho y Gustavo hizo un primer casting extraordinario y después lo fuimos a ver al Microteatro, que estaba haciendo una obra, y no podíamos creer cómo un actor tan experimentado y con tantas herramientas físicas, intelectuales y de interpretación podía aún no ser tan conocido. Y el resultado es una revelación increíble, un actor como yo nunca he visto”, resumió.
Consultado sobre si este protagonista podría llamarse héroe, Burman dijo: “Es muy complejo; hay cierto heroísmo en todo camino de redención porque es un camino que no tiene vuelta y de sacrificio. Creo que tiene actitudes heroicas y un camino heroico, que no es lo mismo que ser un héroe. Para mí lo fascinante de este personaje es que nace con una misión, con un móvil impuesto por la fuerza que de alguna manera es la familia que lo adopta, pero en ese camino encuentra una familia nueva que lo dota de una identidad más genuina. Aquellos a los que tenía que espiar los transforma en su familia”.
Claro está que en medio del rodaje se encontraron con desafíos relacionados a un género poco transitado en la historia audiovisual argentina y al abordar un tema tan sensible como el antisemitismo y los atentados. “Los dos andariveles fueron los más complejos. Queríamos hacer una serie de género, una de espías pero a la argentina, donde los espías no tienen un mango para la misión y se las tienen que arreglar (risas). Respecto de los temas reales que aborda la serie, fueron decisiones éticas que tomamos con los autores. Ser fieles a los hechos, no inventar víctimas, no inventar sobrevivientes, no acusar a nadie que no haya sido acusado o declarado culpable por la Justicia. Tuvimos un espacio de mucho cuidado, pero de poner al servicio de la narrativa todos los elementos de la realidad que lamentablemente son tremendamente atractivos”, concluyó.