Del 18 al 25 de mayo se rinde tributo al dulce más consumido de nuestro país: el dulce de leche. Lo usamos en tortas, para untar o “cucharear”, que equivale a buscar la pizca dulce después de las comidas o la necesidad de una golosina en el algún momento del día.
Según cuenta la leyenda popular, el dulce de leche es argentino y se creó casi por error en una estancia en Cañuelas en el año 1829. Una de las criadas del entonces General Juan Manuel de Rosas olvidó al fuego una lechada (mezcla de leche y azúcar) y al buscarla se encontró con una sustancia espesa y de un color similar al marrón. Podría haberla desechado, pero por suerte no lo hizo.
Se dice también que la criada decidió darlo de probar a Rosas y le gustó. Incluso lo compartió durante reunión con el General Juan Lavalle para discutir los principales puntos del Pacto de Cañuelas.
Identidad nacional
El dulce de leche está reconocido como «Patrimonio Cultural Alimentario y Gastronómico de la Argentina». Un sello bien argentino.
En el 2021, en Argentina se consumió 3 kg/cápita por año, y se produjo 96.728 toneladas. Ese mismo año, el país exportó 3.600 toneladas, un 12 % más que en 2020 según datos de la Dirección General de Lechería. Entre los principales destinos se encuentra Estados Unidos, Brasil, Paraguay y Uruguay.
Los ingredientes nobles del dulce de leche son sólo dos: leche y azúcar. La receta argentina es lo que lo hace único. En cuanto al color, se obtiene por la caramelización del azúcar con la leche, lo que se denomina reacción de Maillard.
Para qué lo usamos
Según una encuesta realizada por Consumer in touch, el 52% lo usa para untar en panes y tostadas, el 28% para realizar preparaciones dulces en el hogar, y un 20 % para “cucharear”, en reemplazo de una golosina o un chocolate.
Un dato más: alrededor del 70% de las preparaciones dulces con dulce de leche son en tortas y bizcochuelos.
Los momentos del día de mayor consumo es durante el desayuno y la merienda, seguido del consumo seguido después de las comidas a modo de postre.