Luego de lanzar en 2015 el disco Ritmo, con un tratamiento sonoro absolutamente orgánico, y de dar a luz en pleno confinamiento por la pandemia a Frenkeltronic, un disco marcado por su carácter electrónico; Diego Frenkel lanzó Medusas, un nuevo álbum en el que combina ambos universos y que además presenta la particularidad de haber sido compuesto íntegramente en el piano.
«El mundo nos ha mostrado que la mutación es la única constante. La mutación aparece como forma de supervivencia y de creatividad. Si la mutación es la única constante, la creatividad es un emergente de la mutación o es algo que funciona en paralelo y se vuelve imprescindible para vivir», dijo el músico a Télam al reflexionar en torno a los distintos abordajes elegidos en cada producción.
Este nuevo disco justamente combina con naturalidad el formato canción e instrumentos tradicionales, con bases de hip-hop y distintos sonidos electrónicos.
En ese contexto, el álbum transita entre la melancólica balada «Cuando salga», que cuenta con un videoclip de temática y producción «pandémica» protagonizado por Juan Minujín y Lorena Vega; la placidez de «En casa» y la fuerte impronta electrónica de composiciones como «Algunos días», «Quién sos» o la canción que le da nombre al disco, más cercanas a los llamados nuevos ritmos urbanos.
Y aunque hay sonidos electrónicos y Frenkel tomó el desafío de componer en piano, a la hora de las interpretaciones hay aportes de especialistas en ese instrumento como el caso de Sebastián Schachtel, Diego Vainer y Nico Raffetta; como así también participan María Eva Albistur en bajo, Elizabeth Ridolfi en viola, María Cecilia Gracia en violín, Lucas Argomelo en cello, Yamile Burich en saxo y Miguel Ángel Tallarita en trompeta.
Consultado por la agencia de noticias sobre cómo fue desarrollado el proceso de este nuevo disco, cuando en Medusas reveló una confluencia de lo orgánico y analógico que tenía Ritmo con lo electrónico de Frenkeltronic. “Literalmente, es un poco así. Creo que Medusas, en cuanto a la forma, al tratamiento musical estrictamente, fue un poco haber utilizado el material de lo aprendido en los últimos años al trabajar con lo electrónico pero de manera que se fundiera con el elemento canción. Post Frenkeltronic, post encierro por la pandemia, tuve la necesidad de hacer canciones más emotivas probablemente que el mundo de Frenkeltronic, que no deja de tener situaciones emotivas pero es más distante, si se quiere, más juguetón, a veces bastante irónico y reflexivo y, por momentos, plenamente bailable. Y así salió, como cuando dibujás en tu casa y vas dejando un trazo, luego otro, hasta que entendés hacia dónde va”.
Por otro lado, respecto al haber creado estas canciones desde el piano y no en la guitarra, como lo hace habitualmente, el artista advirtió: “Usé el piano en la composición porque necesitaba otra forma de componer, al igual que me había pasado en Frenkeltronic, y dio un resultado bastante feliz porque encontré nuevas armonías, nuevos lugares desde donde cantar, lo que hace que ahora retome la guitarra con un amor total. Lo mío con el piano es muy precario, lo abordé desde algo que era difícil para mí, así que hice algunas líneas de base en el piano, grabé de a un acorde o dos e iba loopeando. También trabajé pianos virtuales en programas y luego vinieron «los pianistas de verdad» como Sebastián Schachtel, Diego Vainer y Nico Raffetta, y los tocaron”.
Sobre si hubo algún concepto básico a la hora de escribir las líricas, Frenkel manifestó: “Contrario a lo que es el pensamiento cartesiano que domina el planeta y la organización del mundo, racionalmente duro, yo creo que existo y luego pienso. Y en ese existir, no es que estoy conceptualizando cómo o por qué hago una canción, sino que voy fluyendo sobre las sensaciones que me atraviesan. La escritura viene de la mano de la música, obviamente conectada con la realidad. Después me pongo en observador, retoco y me doy cuenta un poco más del universo del que estoy hablando. En las letras hay mucho de la posición subjetiva frente a la belleza del mundo y dónde aparece esa belleza, porque la belleza no es un hecho estético y nada más, es un camino ético. No hay belleza en la maldad ni en la crueldad. Entonces, la belleza está ligada a la verdad. No es una postal edulcorada que nos aísla de la realidad, no es algo estático. Incluye movimiento y muchas veces niveles de fealdad, grotesco o situaciones descarnadas. Probablemente, en la poética del disco rescate lo que puedo de mi posibilidad de ver y extraer poética y de poder sumergirme en el plano poético del mundo, que no está separado de la realidad como nos quieren hacer creer. Están entramados”.
Además, agregó sobre el concepto de medusas para llamar así al disco: “Es común ponerle a un disco el nombre de alguna canción y, de todas, me pareció que era el título que más abarcaba. Luego, en este concepto de existo y luego pienso, me cerró. Cuando escuchás la letra de «Medusas», habla de un robot con tristeza que pide carnalidad, realidad y la certeza de mortalidad, y habla de medusas que cantan en la profundidad. Son imágenes que me vinieron sin pensar porque me parecieron que construían una narrativa bella o interesante. Después me vengo a enterar más sobre las medusas; por ejemplo, que existe la medusa inmortal, que es una medusa milimétrica que crece en forma de pólipos. Es el único animal que se considera inmortal. Cuando me entero de eso, se me vino la certeza de mortalidad que pide el robot y las medusas cantan, me sorprendí por cómo andan las cosas en el inconsciente colectivo. Yo tenía esa información que me armó el concepto del disco porque es un agua que abraza, hay calidez, un borde de lo imaginario, mucho lúdico en esa canción y un poco de sonoridad moderna, con bombos traperos, baterías electrónicas y un homenaje a Ryūichi Sakamoto, que es uno de los músicos que más me gustan, y encima pianista. Así que ahí se me terminó de amalgamar el concepto”.