Sara Hebe, quien actualmente está transitando las últimas presentaciones en Argentina de su último disco Sucia estrella, aseguró que forma parte de una industria musical en la que celebra se esté “abandonando el purismo” y postuló, retomando la voz de su clásico “Histórika” donde jugaba a ser una candidata presidencial trans, algunas propuestas para la Argentina de hoy.
Luego de sus presentaciones nacionales, la artista emprenderá una gira de tres meses por Europa donde tocará en festivales y shows por diferentes países como España, Suiza, Francia, Italia y Alemania, entre otros.
Su nueva obra, con la que continúa su expansión desde la música urbana de protesta hacia su mixtura con el punk, el pop y la música electrónica, cuenta con las colaboraciones de Ana Tijoux, The Colorated, Sassyggirl y Rattlesnakke y la producción repartida entre Ramiro J, Río del Pari, Don Peligro, Punga y Manuel Calmet: “Es la vez que más estoy disfrutando del lanzamiento de un disco. Me gustan los anteriores, pero siempre me gustan más los temas nuevos”, resumió Sara, bendecida por la participación de tantos “amigos y colegas del ambiente de la música y la joda”.
En diálogo con la agencia de noticias Télam, la cantautora señaló que hay canciones que “nunca” dejará de tocar pero que con este nuevo trabajo alcanzó lo que nunca creyó que iba a poder encontrar: “Todos mis discos son reflejo de una etapa, aunque no sea buena para armar concepto. Los artistas jóvenes que admiro sí son de armarlo, pero yo soy un desastre, de otra escuela y otra época. El concepto aparece cuando lo escucho después o en los ensayos”, confesó la prolífica artista oriunda de Trelew, Chubut.
“El tiempo es un monstruo veloz que se viene encima, y quiero que suene bien en vivo. Nuestros recitales se caracterizan por ser diferentes a lo que se escucha en el disco. Tienen una cuota de tracción a sangre y rock. Más con este disco que es todo electrónico, pero en vivo va a ser de una potencia muy hardcore y fuerte”, definió acerca de lo que será la presentación oficial.
Consultada sobre cómo fue apareciendo en su música la mixtura con los géneros electrónicos y cuánto tuvo que ver que se abriera a trabajar con otros productores además de Ramiro J, que se despidió del proyecto con estos últimos aportes, la cantante aseguró: “Creo que es un signo de época que los artistas y las artistas abandonen el purismo; tiene que ver con este momento histórico. En lo musical, experimentamos con todo. Y también pasó que con Ramiro cumplimos un ciclo. Fueron muchos años de giras y me acompañó en la producción desde que empecé con mi primer disco. Él ahora se está dedicando a producir su propia música, muy metido en el house, haciendo una música buenísima. Era difícil que se bancara la gira de mi proyecto, queriendo hacer lo suyo. Creo que para poder sostener algunos vínculos está bueno distanciarse. Produjo la mayoría de los temas de Sucia estrella, como cuatro o cinco, y quisiera siempre tener temas producidos con él, pero esta separación hizo que me tuviera que abrir a conocer más gente y abrir el panorama musical. Así se fue condimentando el disco con el nuevo sonido y las improntas de otros productores”.
Respecto del concepto de Sucia estrella, Sara explicó: “Aparece escrito en «Refix», donde hablo de una espera, un ghosteo y de un amor que se le puede tener a alguien que un artista o una estrella que uno admire. Y ahí se adelanta esta idea sobre la falta de ética que hay en la industria de la música, donde hay producciones que están buenas, que son perfectas y están saliendo de Argentina como nunca antes hacia países como Estados Unidos. Pero creo que a veces la estética está por sobre la ética y ahí es donde se mancha un poco la pelota. Y Sucia estrella remite a esto, de ver que algo brilla tanto pero que si te acercás un poco no está tan bien como parece. Cuando la escribí no me acordaba de aquella canción: amo muchas canciones de los Ratones Paranoicos porque sigo siendo «rolinga» creo. Amo el rock & roll barrial, y cuando terminé de escribirla, como soy bastante colgada con muchos nombres de temas, me sonaba que estaba escrito en alguna canción, pero me terminó gustando cuando me enteré porque termina por hacer referencia a un pasado y también a mi carrera con mis discos anteriores donde hay más rock e instrumentos grabados. Es una referencia a la Sara de antes pero desde esto que estoy haciendo ahora”.
Entre las perlas del disco está “Almacén de Datos”, un tema en el que, junto a Ana Tijoux, Sara hace una lectura muy crítica pero divertida acerca del capitalismo de la música y la hegemonía de las plataformas digitales. “Los chistes son cosa seria. La de la música es la industria de un mercado de productos en serie, donde lo que a mí me gusta es cuando se encuentra singularidad en las cosas que se hacen, tanto en el arte como en cualquier lenguaje artístico. Yo soy muy permeable y admiro mucho a todas las producciones nuevas y los nuevos sonidos. Hay temazos. De ahí absorbo un poco y hago lo que me sale manteniendo mi esencia. Pero quiero trabajar, y me frustra mucho tener que estar ahí atrás para que me pongan en una «playlist». Es un sistema que se mejora así mismo en uno de los mejores momentos del sistema capitalista y me da un poco de frustración, tristeza y desgano sostener una carrera de manera independiente, trabajando con mi gente, pero poniendo el dinero absolutamente yo. Quedé en la lona por hacer tantos videos, que es algo que me encanta, porque si no me gustara estar parada haciendo música en este sistema productivo estaría tocando en la calle como tantas otras bandas que hay invisibilizadas porque la industria no las mira. El mercado marca la existencia, eso es horrible”.
Consultada sobre si toda canción es política y si el artista debe asumir siempre un compromiso frente a la sociedad, Sara aseguró: “Para nada. Estoy en contra del deber ser. Un artista no tiene por qué tener esa responsabilidad o por qué pronunciarse ni nada. Muchas bandas han sido de gran ayuda para acompañar movimientos políticos o causas, sin que en sus canciones haya explícitamente pronunciamientos a lo político o lo social. Pero lo importante, y creo que todo el mundo estaría un poco mejor, si más bandas hacen acciones solidarias o van a un territorio de lucha con su música. La música es una herramienta de transformación social que nace desde lo íntimo cuando un artista la saca de la mierda y después también cuando acompaña a los movimientos. Seria muy importante que los artistas del «mainstream» hablaran un poco más de las cosas que pasan, pero por ahí por contrato no pueden”.