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Marcelo Antelo, el asesino que tenía un pacto con «San La Muerte» y mató a por lo menos cuatro personas

Fue condenado a prisión perpetua por el crimen de cuatro hombres, pero se sospecha que pudieron ser varios más. Por robo o directamente sin motivos cometió todos esos homicidios

Por: Gastón Marote/ NA 

Marcelo Antelo, conocido en la zona del Bajo Flores porteño como «Marcelito», mató a cuatro personas, pero se cree que fueron por lo menos tres más, luego de perpetrar robos a sus víctimas y ofrendarlas a «San La Muerte».

Nacido en 1988, Antelo cometió los homicidios entre febrero y agosto de 2010, con solo 22 años, y fue sentenciado a prisión perpetua.

El asesino de «San La Muerte» vivió una infancia muy dura, ya que su abuela era alcohólica, su padre era adicto a las drogas y su madre lo golpeaba en reiteras ocasiones.

Lo paradójico fue que en una casa con casi todas las personas adictas, fue echado por su progenitora cuando ella descubrió que consumía pasta base.

Antelo se fue a vivir con su tío, quien tiempo después fue asesinado en un ajuste de cuentas.​

La adolescencia la pasó en varios centros de rehabilitación, pero no pudo curarse de su adicción a las drogas y a los 20 años su novia embarazada lo echó de la casa después de que él la golpeara.

Al pasar a ser un indigente, buscó refugio en una iglesia llamada «Iglesia de Dios en Fuerza» para obtener un techo donde vivir, pero su problemas con la pasta base lo obligaron a tener que irse de allí.

Antelo empezó a adentrarse en el narcotráfico y durante un tiroteo fue herido y perdió un riñón.

El 21 de febrero de 2010, «el asesino de San La Muerte» casi se cobra su primera víctima, cuando intentó matar a Jorge Díaz en un supuesto asalto. El hombre sobrevivió y Antelo fue condenado por intento de asesinato y robo, pero fue liberado a las pocas semanas.​

Sin embargo, menos de dos meses después, este criminal se cobró su primer crimen: Rodrigo Ezcurra, un estudiante de filosofía de 27 años, que también había estudiado derecho. Ezcurra consumía drogas y buscó dejarlas mediante un tratamiento que arrancó en febrero de ese año.

El 11 de abril de 2010 cerca de las 2:00, el joven fue abordado en la zona porteña del Barrio Rivadavia por Antelo y otros cinco cómplices no identificados, quienes le apuntaron con un arma y le robaron las pertenencias.

Ezcurra no opuso resistencia, pero Marcelo lo ejecutó de un disparo en el pecho antes de darse a la fuga,en un hecho que fue grabado por un testigo.

El 24 de junio de 2010, Darío Romero, que era un amigo del criminal y le había dado hospedaje, fue abordado por Antelo, quien gritó su nombre y enseguida le disparó con una escopeta. Romero sobrevivió al ataque y Marcelo fue condenado por el intento de asesinato, pero, de nuevo, fue liberado a las pocas semanas.

El 8 de agosto de 2010 mató a Jorge Mansilla, un ex amigo que también lo había hospedado pero que lo había echado de su departamento por la adicción a las drogas que padecía. Antelo tocó el timbre y cuando Mansilla abrió lo asesinó rápidamente de un disparo en el pecho.​

Horas después, el criminal le disparó al mecánico Mario Jorge Quiero después de que tratara de cobrarle una deuda. Los investigadores creyeron en ese entonces que Marcelo intentó rematarlo, pero se dio a la fuga tras darse cuenta de que estaba siendo visto por unos testigos.​

Unos días posteriores, el 15 de agosto, Antelo se cruzó en la calle con dos conocidos, Pablo Zaniuk y Marcelo Cabrera, y al instante sacó su arma y mató al primero de ellos de un disparo en la cabeza, mientras que luego hizo lo propio con el segundo, de nueve balazos.

Antelo también fue llevado a juicio por el asesinato de Santos Valeroso Vargas, pero no fue encontrado culpable.

Asimismo, se sospecha que fue responsable del homicidio de un indigente identificado como Pablo Villa y de un joven no conocido como «El Diablo», quienes fueron ejecutados de un disparo en la cabeza y posteriormente quemados. La Policía cree que Antelo pudo haber cometido mas crímenes que nunca se hicieron públicos.

Una vez detenido, algunos familiares le revelaron a los investigadores que el asesino era devoto de «San La Muerte» y que había hecho una promesa a cambio de su protección.

De hecho, un testigo dijo que «Marcelito» se había filmado a sí mismo con el teléfono celular robado a Ezcurra y que en esa grabación contaba que le había prometido a «San La Muerte» matar una persona por semana. De todas maneras, el aparato robado a su primera víctima fatal nunca apareció.

«San La Muerte o el Santo de la Buena Muerte» es una figura religiosa no reconocida, aunque sí tolerada, por la Iglesia Católica. Es un culto muy arraigado en la Mesopotamia argentina, en la provincia de Buenos Aires y en algunas provincias del norte del país.

Más allá de que su nombre sea atemorizante, «San La Muerte» es otro de los integrantes de un santoral popular que incluye al Gauchito Gil y a la Difunta Correa, entre otros.

Antelo fue detenido a finales de agosto de 2010 y el juicio empezó el 6 de agosto de 2012.

El acusado negó conocer al santo pagano y alegó haber sido inculpado injustamente por la Policía al remarcar que le habían implantado un arma en su departamento.

Sin embargo, había muchas pruebas en su contra, entre ellas el relato de testigos, las pruebas balísticas y la grabación de la muerte de Ezcurra que un presente en el asesinato grabó.

El 14 de septiembre de 2012 el Tribunal Oral en lo Criminal número 27 de Capital Federal condenó a «Marcelito» a prisión perpetua por el homicidio de cuatro personas (Ezcurra, Mansilla, Zaniuk y Cabrera) y por las heridas a otros tres (Díaz Armas, Quiero y Romero). La defensa de Antelo apeló la sentencia y consideró inconstitucional la prisión perpetua.

Finalmente, en junio de 2014, la Sala III de la Cámara Federal de Casación Penal, con las firmas de Mariano Borinsky, Eduardo Riggi y Liliana Catucci, rechazó el recurso de casación presentado por la defensa y confirmó la sentencia a prisión perpetua para «el asesino de San La Muerte».

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