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Horacio Vargas: “La aparición de La Trova Rosarina fue una irrupción que sorprendió a todo el mundo”

Así lo definió el periodista antes de la presentación del libro “Las cosas tienen movimiento/40 años de la Trova Rosarina” que será este miércoles, desde las 19, en la Sala Lavardén

“La aparición de La Trova Rosarina fue una irrupción que sorprendió a todo el mundo”, afirma Horacio Vargas quien compila el libro Las cosas tienen movimiento. 40 años de la Trova Rosarina que reúne textos de periodistas y escritores como Jorge Llonch, Juan Aguzzi, Edgardo Pérez Castillo, Pedro Squillaci, Beatriz Vignoli, Patricia Dibert, Mauro Aguilar y Gerardo Rozín, entre otros y otras que analizan a fondo el movimiento musical conocido como La Trova Rosarina que comenzó a germinar hacia fines de los 70 y emergió en la música argentina en los primeros años de la década de 1980. Se trata de un libro homenaje a ese conjunto de músicos liderados por Juan Carlos Baglieto y su disco Tiempos difíciles y que reúne a Adrián Abonizio, Jorge Fandermole, Rubén Goldín, Lalo de los Santos, Silvina Garré, Fabián Gallardo, Fito Páez y Liliana Herrero. En una entrevista antes de su presentación que será hoy (miércoles 8 de junio), a las 19 en la Sala Lavardén (Sarmiento y Mendoza), Vargas dejó sus opiniones sobre el fenómeno que generó el mito de la Rosario cuna del rock nacional.

—¿Cómo definirías a La Trova, por qué recordarlos a 40 años?

40 años con respecto al disco de Juan Carlos Baglieto, Tiempos difíciles que marcó el origen simbólico de La Trova que aún no era denominada así. Esa, la de La Trova Rosarina fue una categoría, una definición que usaron dos periodistas porteñas Silvina Camps, de Clarín y Gloria Guerrero de la revista Humor. Ellas fueron las que descubrieron esos músicos que ya desembarcaban en Buenos Aires. En un primer momento los llamaron tropilla o movimiento, hasta que quedó Trova. No remitía a la Trova cubana y tampoco tuvieron un manifiesto que justificara su presencia artística, sino que fue espontáneo pero llevaban un bagaje musical que respondía a lo que se estaba haciendo y tocando en ese momento en Rosario antes de 1982 que fue cuando llegaron a Buenos Aires o en 1981 cuando fue el recital en oposición a Frank Sinatra. Por eso sorprendió. Por la creatividad de estos músicos por parte de un público rockero que se sorprendió por la creatividad musical y por las letras muy impactantes que ponían sobre el tapete lo que estaba pasando con el rock en Argentina.

El libro “Las cosas tienen movimiento/40 años de la Trova Rosarina” tendrá su presentación oficial

—¿La Trova fue como un desahogo con respecto a la censura de la dictadura militar?

Si, por supuesto. El contexto está presente. Es un crecimiento musical en medio de la censura, en medio de la persecución y de las detenciones arbitrarias. Ahí hay un germen. Amar, por ejemplo. También estaba como un faro para todos los músicos de Rosario lo que era MÍA, de los hermanos Vitale. Que tenían un sentido de organización bastante estricto y fuerte y fue también modelo en cuanto a que había una alternativa musical ahí presente. El fin de los 70 encuentra a los músicos rockeros, pocos, con la influencia de grandes compositores como Nebbia, Spinetta y Charly García. Ellos fueron no sé si maestros pero si marcaron el camino del rock nacional.

—¿Qué dejó La Trova para el rock futuro, de fines de los 80 y los 90?

Yo creo que a la hora de trazar una historia de las canciones argentinas, muchos temas de La Trova Rosarina están incluidos. Hay temas emblemáticos como Mirta de regreso o El témpano, de Adrián Abonizio, las composiciones de un joven Fito Páez y de Jorge Fandermole que forma la otra punta de grandes composiciones. Éste último abrevaba más desde el folclore, mientras que Abonizio se incorporaba desde el tango.

—¿Es un mito que Rosario es la cuna del rock nacional?

Es una interesante discusión. Hay un proyecto del senador Roberto Mirabella, que tiene media sanción del Senado que propone a “Rosario capital del rock en español”, a partir de la figura de Lito Nebbia. Suena un poco exagerado. Lito sería el primero en decir que él no es el padre de nada pero por otro lado es absolutamente cierto que Los Gatos surgieron acá, y por tanto las primeras canciones de la banda en español se hicieron en Rosario. Y para mi Los Gatos son los fundadores del rock en español. Eso es indiscutible. Si a eso le agregamos la movida que significó en los 80 La Trova Rosarina. Yo creo que Rosario, desde ese punto de vista es una ciudad con una impronta rockera muy importante, después de Buenos Aires, y que desde el interior fue incorporando una música que no se escuchaba y mucho menos esas letras que sonaban tan creativas y tan significativas que fusionaban entre el rock, el tango y el folclore. Eso no se debió a un capricho existencial sino que esos músicos se habían formado previamente escuchando las canciones de los 60, del canto popular. Volviendo a Lito Nebbia, yo creo que él marcó un precedente y su figura es la de un padre del rock nacional, por más que él no quiera otorgarse ese honor. Todos los músicos de la Trova Rosarina coinciden en que la figura de Lito fue muy importante para ellos.

—¿La Trova impactó en los músicos posteriores?

Me parece con sus 40 años La Trova le da la consistencia de lo hecho, de lo que significó para el futuro y la influencia que generó. A mi me parece que está bien celebrar. Porque el disco Tiempos difíciles es una obra que va a quedar en la historia de la música argentina por todo lo que representó en ese momento, por toda la carga musical nueva y creativa que tiene. Ahí fueron muy importantes los arreglos musicales de Fito Páez y de Rubén Goldín. También, en esa obra musical fue muy importante la decisión de Baglieto de decirles no a los directivos de la discográfica EMI cuando lo convocaron para grabar. La compañía pretendía hacer lo de siempre, rodear al artista con músicos porteños elegidos por la empresa. Entonces Juan tuvo una actitud muy solidaria porque les dijo que no, que él iba a tocar con los músicos rosarinos que ya venían acompañándolo. Por eso salió un disco tan bueno y tan redondo, sin fisuras, con los arreglos de Fito y Goldín que le incorporaron elementos del folclore, el tango y hasta el candombe. Por eso fue que vendieron tantos ejemplares más allá de la Guerra de Malvinas, más allá de la prohibición de difundir música en inglés por las radios.

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