El Coliseo, el símbolo de Roma, volverá a abrir desde hoy su tercer nivel, con dos nuevos recorridos que revelan magias y misterios de uno de los monumentos más visitados del mundo, luego de los trabajos de restauración realizados en los últimos meses.
Para permitirlo fueron necesarias “intervenciones estructurales considerables”, explicó el comisario extraordinario del área arqueológica de Roma y Ostia, Roberto Cecchi, quien anunció de inmediato otras restauraciones con la inauguración, antes de fines de diciembre, del Templo de Venus y de la Casa de las Vestales.
Dos mil años atrás, este sector ahora restaurado del Coliseo era el ámbito que hospedaba a fieras y gladiadores e incluso los cadáveres que quedaban al finalizar los “juegos”.
Concluidos los primeros cuatro trabajos, con un gasto de poco más de 2 millones de euros –fue restaurado incluso el ático que tenía problemas de estabilidad, pero que no se abrirá al público–, el desafío más grande consiste ahora en obtener los 23 millones de euros necesarios para limpiar todo el monumento, darle un nuevo cerco e instalaciones más modernas.
Mientras tanto, las visitas al anfiteatro Flavio, tal su verdadero nombre, se duplican.
De la puerta libitinaria, que los antiguos romanos habían dedicado a Libitina, diosa del inframundo, los muertos y los funerales porque desde ese lugar precisamente se sacaban los cadáveres, se podrá ingresar en forma directa a los subterráneos, el sector más fascinante y oculto, nunca hasta ahora abierto a los visitantes.
Éstas son las entrañas del anfiteatro, el lugar donde los gladiadores esperaban su destino, y donde había montacargas para izar a las fieras a la arena del gran circo romano.
Aquí se preparaban las escenografías y se hacían los últimos preparativos antes de los espectáculos, aquí se colocaban los animales y aquí los gladiadores se preparaban para luchar.
Enterrados en el siglo V, explicó la directora Rossella Rea, estos espacios se conservaron en el tiempo sin sufrir cambios que afectaron, en lo sucesivo, a la parte más alta del anfiteatro.
La restauración y las luces apuntan a devolver la atmósfera, indudablemente sombría, pero también muy sugestiva del lugar.
Decididamente espléndida es, en cambio, la visita a la terraza del tercer nivel, altísima y espectacular con sus 33 metros de altura desde el nivel de la plaza y la increíble vista sobre Roma.
Este sector será el primero que se podrá visitar en forma experimental desde hoy y hasta el domingo. Las puertas de los nuevos recorridos se abren en cambio desde el martes próximo.
Se podrá elegir visitar, acompañados por un guía, el monumento entero, un recorrido que dura unos 90 minutos, o una entrada de mayor valor que incluye, además del Coliseo, los Foros Imperiales y el Palatino, que cuesta 8 euros.
Quien no quiera o no pueda subir las escaleras para llegar a la terraza del tercer nivel, puede hacer una visita más breve con un precio reducido de 6 euros.
Ahora se espera que las visitas aumenten –en lo que va del año 4 millones y medio de personas ingresaron al lugar–, aunque el Coliseo es un enfermo crónico difícil de cuidar.