Especialistas coinciden en que la salud humana y la animal están cada vez más interconectadas debido a fenómenos como los climáticos, la interacción entre seres vivos y humanos, el aumento de territorios invadidos, y la falta de cuidado ambiental.
Cada 6 de julio se conmemora el Día Mundial de la Zoonosis, con el fin de frenar el avance de estas enfermedades, y en conmemoración de un hecho histórico producido en 1885, cuando el científico francés Louis Pasteur, salvó la vida de un niño de 9 años aplicándole la primer vacuna antirrábica, luego de que fuera mordido por un perro infectado de rabia.
Según el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), las zoonosis «constituyen un grupo de enfermedades de los animales que son transmitidas al hombre por contagio directo con el animal enfermo, a través de algún fluido corporal como orina o saliva, o mediante la presencia de algún intermediario como pueden ser los mosquitos u otros insectos».
También, «pueden ser contraídas por consumo de alimentos de origen animal que no cuentan con los controles sanitarios correspondientes, o por consumo de frutas y verduras crudas mal lavadas».
Desde la Sociedad Argentina de Infectología (Sadi) , los médicos infectólogos miembros de la Comisión de Endémicas y Emergentes, Cristian Biscayart y Susana Lloveras, explicaron a Télam que «la intervención humana sobre ecosistemas naturales como por ejemplo la deforestación de la tierra para actividades de agroganadería, trae aparejado cambios que pueden favorecer un impacto negativo sobre la salud humana, promoviendo la expansión de estas enfermedades y un contacto más estrecho entre el ser humano y los animales».
Por otra parte, señalaron que «el aumento de la actividad comercial, los viajes y el comercio internacional de animales, sus productos y subproductos también favorecen la rápida diseminación de las zoonosis».
Para los especialistas de Sadi, la interacción entre el ser humano y animales voluntaria o involuntaria (incluyendo los de compañía tradicionales y las mascotas consideradas «exóticas») favorecen «la emergencia o reemergencia de microorganismos por lo que es esperable que estas enfermedades sigan apareciendo y se conviertan en un problema mundial de salud pública.
Además, los viajes internacionales y el movimiento de personas generan que ningún país esté exento de padecer este tipo de enfermedades, como el coronavirus y viruela símica, que demuestran «el impacto de la globalización en la dispersión de enfermedades».
En tanto, advierten que estas enfermedades son de importancia porque muchas de ellas son potencialmente graves y otras son de curso crónico, con secuelas a largo plazo; mientras que de otras, al ser emergentes, se desconocen las consecuencias a largo plazo sobre la salud humana, como la actual viruela símica.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), precisó que en la actualidad hay más de 200 tipos zoonosis conocidos en el mundo.
Además, destacó que de los 1.415 patógenos humanos conocidos en el mundo, 61% son zoonóticos.
Al respecto, Tiago Arantes, director general de MSD Salud Animal en Región Sur dijo a Télam que «cada día las personas como los animales interactuamos mucho más porque somos partes de un mismo ecosistema donde compartimos espacio y alimentos».
«Los distintos actores involucrados son los responsables para frenar esto y concientizar sobre la importancia de construir un cambio cultural y de comportamiento a nivel mundial, trabajando todos juntos involucrados en pos de la salud de seres humanos, animales y medio ambiente, como una unidad», añadió.
En este punto explicó que es donde surge el concepto «Una salud» o «One health» como estrategia mundial para evitar la propagación de estas enfermedades.
Para Arantes, es importante que los sectores productivos inviertan en sanidad para aumentar el bienestar animal y cuidar la comida que llega a la mesa de los consumidores.
«Tenemos que tener la conciencia que la salud de las personas, animales y el medioambiente es una sola, si una se ve afectada también lo estará las demás»; advirtió.
Por su parte, la infectóloga del Hospital Muñiz, Gabriela Piovano, consideró que «siempre hablamos de la invasión del hombre y de la cultura humana a distintos lugares que actúan como reservorios de determinados ciclos biológicos y entonces estas disrupción de lo humano en su ganado (porcino o aviar) puede posibilitar el salto de una especie a otra o, por ejemplo, tomar contacto con los vectores de las infecciones como son los mosquitos en determinado lugar».
«Tiene que ver con la expansión de la actividad humana a zonas donde se actuaba como reservorio de determinadas infecciones que se transmitían dentro de ese ecosistema que ahora al ser invadido por el hombre incluye dentro de su ciclo vital al hombre», agregó.
Algunas de las zoonosis más prevalentes de nuestra región son: brucelosis, fiebre amarilla, hantavirus, hidatidosis, rabia, sarna, síndrome urémico hemolítico, toxoplasmosis, triquinosis y tuberculosis bovina.