La diputada provincial Lucila De Ponti utiliza muchas veces la tercera persona del plural, sabiendo que, más allá de su rol como legisladora, cada palabra suya representa al espacio político que la contiene dentro del peronismo: el Movimiento Evita. En el medio de los dardos que la organización cruzó recientemente con la ex presidenta Cristina Fernández, De Ponti propone debatir “qué es el trabajo en la Argentina” y cree que en esa discusión todavía falta comprender muchas cosas, tanto en Nación como en provincia, en un mundo que dejó “fuera de la formalidad del trabajo a una enorme porción de la población”. Al mismo tiempo, cree que los dichos de la ex presidenta son “lecturas simplificadas de una realidad que es muy compleja”. Y apunta hacia adentro del peronismo: “Pareciera que es muy difícil que el conjunto de los compañeros asuma que el cartonero que sale a juntar basura porque no tuvo otro trabajo es también un trabajador”. Sobre el escenario electoral del año próximo en Santa Fe, señaló: “El peronismo tiene que animarse a poder encontrarse con otras expresiones políticas y sociales”.
—Hubo mucho ruido con las declaraciones de Cristina en relación con las organizaciones sociales. ¿Cuál es tu mirada como integrante del Movimiento Evita?
—Bueno, en realidad nosotros entendemos que muchos de los movimientos populares en la Argentina se ubican en una tradición que forma parte del peronismo, y que en ese sentido hemos formado parte también de la construcción de proyecto de país e incluso de un gobierno que en alguna oportunidad encabezó Cristina. Y a veces escuchar algunas lecturas o declaraciones que puedan sonar acusatorias y nos parecen injustas nos duele. Porque entendemos que lo importante es construir un entendimiento entre los distintos sectores, sobre todo un horizonte común que nos permita seguir convocando a la sociedad a formar parte de la construcción de un modelo distinto de Argentina, donde nos parece que el peronismo tiene esa responsabilidad histórica de representar a las mayorías populares.
En ese marco, hubo algunas declaraciones que a mi entender son interpretaciones o lecturas simplificadas de una realidad que es muy compleja y merece un análisis que dé cuenta de toda esa complejidad. Nosotros desde los movimientos populares venimos intentando dar ese debate acerca de qué ha pasado con el mundo del trabajo y cuál es la clase trabajadora hoy en Argentina. Nos parece que en ese sentido no podemos hacer la misma lectura que se hacía hace 50, 40 o 30 años, porque la sociedad se ha transformado, porque el modelo económico o la estructura productiva argentina se ha transformado y el mundo también.
Esto ha dejado afuera de la formalidad del trabajo a una enorme porción de la población y nos parece que eso merece una lectura particular y también la planificación de políticas específicas destinadas a intervenir en esa realidad para poder garantizar derechos para todas las personas que necesitan trabajar. Y nos parece que esa mirada no estuvo, si bien es algo que se puede debatir. Y por otro lado entendemos que los movimientos populares lo que hacemos es proponer una salida, proponer que la dirigencia política discuta cómo se supera la pobreza a través del trabajo y cómo se planifica una política en ese sentido. Y nosotros creemos que somos parte de eso y no un obstáculo.
—¿Cómo tomaste la frase de que “las mujeres son las más explotadas”?
—Bueno, ahí también me parece que se introduce de forma un poco forzada una lectura acerca de una desigualdad social que por supuesto existe, pero que se la pone en el marco de un debate distinto. Es lógico, es cierto, es un dato de la realidad que las mujeres cargamos con niveles de explotación en todos los ámbitos de la sociedad, que son más altos, y que incluso eso se profundiza en los contextos de mayor pobreza, de mayor vulnerabilidad.
Ahora eso no es una acción deliberada de las decisiones de las organizaciones sociales, sino que forma parte de la realidad en la cual las organizaciones sociales intervenimos y que por el contrario trabajamos para de alguna forma revertir o dar vuelta esa realidad. Y que sobre todo se centra o se focaliza en que nosotros podamos atribuirle un valor económico y social a esas tareas del cuidado, que puede ser doméstico, pero que también son comunitarios, en los territorios, donde las mujeres tienen un rol protagónico. Si vos vas a cualquier comedor o a cualquier merendero vas a ver, sí, a un montón de mujeres, ejerciendo estas tareas y organizando estos espacios, pero con muchísimo orgullo de sus saberes, del trabajo que realizan, y que son también las mujeres que conducen los procesos políticos en sus territorios.
Nosotros tratamos todo el tiempo de promover la jerarquización de las mujeres en nuestra organización. Por supuesto que es una lucha que se da en un contexto de asimetría y desigualdad, y de machismo generalizado en la sociedad, con el cual nosotros también convivimos. Pero no me parece que sea justo poner ese argumento para dar otro debate, que de alguna manera se quería dar, o atribuirle a las organizaciones sociales la responsabilidad de las desigualdades de género que existen, y sobre las cuales trabajamos.
—Yendo al escenario electoral de 2023, ¿cómo lo imáginas?, ¿habrá unidad en el Frente de Todos?
—Creo que siempre tenemos que apostar, no sólo a la unidad de los espacios que constituyen el Frente de Todos, sino a la posibilidad de ampliar esa convocatoria y de poder agrandar la propuesta y el programa político, que tiene que expresar una agenda de demandas y de preocupaciones sociales. Nosotros entendemos desde nuestro lugar que el peronismo tiene que animarse a poder encontrarse con otras expresiones políticas y sociales, que también dan cuenta de cómo la sociedad ha ido construyendo sus demandas, y cómo la sociedad ha ido poniendo sobre la mesa un montón de necesidades que tienen que ver con problemáticas que todavía no están resueltas y que a la política se le ha hecho difícil resolver. Y que tiene que ver con una forma de hacer política que está totalmente vinculada a los objetivos transformadores que para nosotros tiene que tener cualquier proyecto, cualquier programa, y que son centrales a la hora de poder plantear y comunicar un proyecto, al cual se intenta convocar al conjunto de la sociedad.
Nosotros tenemos que tener siempre la iniciativa y la voluntad de lograr que este espacio crezca, porque hay muchísimos sectores de la política o muchísimas formas de organización social con las cuales tenemos que coincidir en un programa que nos permita pensar en una Santa Fe que se piense creciendo, desarrollándose, no sólo en términos del aumento cuantitativo de los índices de la producción o de la economía, sino fundamentalmente creciendo en términos sustentables y en términos integrales, con la capacidad de garantizar más y mejores derechos, más y mejores oportunidades, una mejor calidad de vida para el conjunto de la sociedad.
Y creo que eso es un gran desafío que el peronismo tiene que asumir, sobre todo en tiempos en los cuales la política está muy cuestionada por la sociedad, en tiempos en los cuales la sociedad vemos que se aleja, o que crece su desconfianza, en la capacidad que la política tiene de transformar, y me parece que a esto hay que responderle profundizando nuestros esfuerzos, profundizando nuestros compromisos, profundizando nuestra mirada de la política como vocación de servicio y no como un privilegio, intentando hacernos cargo de estos debates y de por qué queremos gobernar, por qué queremos construir una Santa Fe y una Argentina donde se pueda vivir dignamente.
—¿Qué señales tiene que empezar a dar la política para recuperar esa cercanía con la sociedad?
—A mí me parece que hay algo fundamental, que es esto de recuperar la idea de la política como vocación de servicio y no como un espacio de privilegio. Esto tiene que ser un aspecto principal, un aspecto muy claro, y esto se puede lograr democratizando todos los espacios de organización y de gestión, convocando a la sociedad a hacerse cargo de los procesos de gobierno, de distinta manera, o de los procesos políticos, cuando uno no tiene la posibilidad de gobernar.
Hay otro aspecto fundamental que tiene que ver con la necesidad de profundizar la idea de tener gestiones que puedan resolver demandas, algunas insatisfechas desde hace muchísimo tiempo, que son demandas estructurales, que tienen que ver con las condiciones de vida, que tienen que ver con la posibilidad de proyectar y de construir proyectos individuales o colectivos desde lo económico, desde lo laboral, desde lo infraestructural. Creo que las gestiones tienen que ser mucho más eficientes en ese sentido, y poder pensar cómo poder construir políticas de Estado que puedan trascender los distintos gobiernos, donde realmente el objetivo tenga que ver con saldar estas deudas históricas. Algo que le hace mucho daño a esta relación entre la política y la sociedad es esta actitud recurrente de incapacidad de acuerdo que hay en la política. Que un sector cuando gobierna da por tierra con todo lo que se hizo en el período anterior.
Me parece que eso puede darse en ocasiones donde hay proyectos muy antagónicos, pero me parece que tenemos que ser capaces de construir algunos acuerdos. Tenemos que ser capaces de construir acuerdos respecto de que los alimentos tienen que ser accesibles en el marco de los ingresos que una familia tiene. Tenemos que poder construir un acuerdo político respecto de que la vivienda tiene que ser una posibilidad concreta para cualquier familia de Argentina, la posibilidad de tener la oportunidad de acceder a un trabajo con derechos, son cuestiones muy básicas que creo que todos los sectores políticos tienen que poder acordar cómo sostener a lo largo de los gobiernos una política de Estado en ese sentido. Y me parece que la incapacidad que muchas veces se da en no poder alcanzar esos acuerdos es muchas veces lo que termina quitándole legitimidad a la acción política.
—La apertura a la sociedad y la búsqueda de consensos, ¿son dos señales que ves como ideal o lo estás viendo en la política actual?
—Nosotros trabajamos en ese sentido. Por supuesto que uno puede plantearse escenarios más utópicos hacia los cuales caminar, pero me parece que también son cuestiones que en la práctica y en la realidad desde algunos sectores impulsamos. Y esto tiene que ser cada vez más un lenguaje común en el marco del conjunto de los sectores políticos. El proceso de urbanización de barrios populares en la Argentina es un proceso que se viene dando desde el gobierno nacional anterior y se viene profundizando con este gobierno, con instrumentos legislativos, con instrumentos de gestión, con financiamiento nacional e internacional, que se viene dando en una escala acotada, desde mi punto de vista tendría que darse en una escala mucho más grande, pero es una política que se viene sosteniendo.
Y me parece que eso se da porque hay un acuerdo de que no podemos para siempre pensar que es sustentable vivir en un país pensando que el 20 por ciento de la población vive en condiciones de absoluta marginalidad, de hacinamiento, sin acceso a los servicios públicos, en un país que tiene una extensión territorial amplísima. Y me parece que encontrar esos diálogos tiene que ser casi un imperativo, lo cual no quiere decir renunciar a las tradiciones, a los modelos de país en los cuales se cree, pero creo que podemos encontrar muchas coincidencias.
Yo creo que la mayoría de los argentinos está de acuerdo con saldar determinadas cuestiones: el caso del precio de los alimentos me parece que tiene que ser un acuerdo fundamental que tenemos que poder hacer. Tiene que estar vinculado al fortalecimiento de los ingresos de los argentinos y al valor de nuestra moneda. Creo que hay que esforzarse en ese sentido. Si no, el análisis que hacemos es que estamos en una situación de meseta constante, en la cual no podemos terminar de superar algunas problemáticas que desde hace tanto tiempo nos vienen atravesando.
—En un escrito reciente te preguntabas si el peronismo iba a “poder volver al futuro». ¿Qué quiere decir esa frase?
—Que, como militante peronista, pero que también sueña con una Argentina de justicia, me pregunto si tendremos la capacidad de actualizar ese sueño que tuvieron Evita y Perón y reactualizarlo a la luz de los tiempos históricos, con los signos de cada época, para poder convertirlo en una realidad para el conjunto del pueblo argentino. Y que el peronismo siga siendo la identidad política en el proyecto de dignidad que nuestro pueblo asumió como propio.
A veces me parece que al interior de nuestro partido tenemos esta discusión, este debate, respecto a cuál es la forma de actualizar esta doctrina. Esto que discutíamos antes respecto de la polémica de la cuestión de los mal llamados planes sociales. Ahí, en el fondo, hay un debate respecto de qué es el trabajo en la Argentina, qué es el trabajo con derechos, y cuáles son los trabajadores, y cuáles son las políticas públicas que tenemos que llevar adelante para que quienes trabajan sean el motor fundamental de nuestro movimiento político y construyan esa identidad.
A veces pareciera que es muy difícil discutir esto a la luz de las transformaciones históricas. Pareciera que es muy difícil que el conjunto de los compañeros asuma que el cartonero que sale a juntar basura porque no tuvo otro trabajo es también un trabajador. Y que ese es un trabajo digno y que lo que hay que hacer es darle dignidad a las condiciones de trabajo y reconocer derechos. A veces parece difícil que el conjunto del peronismo asuma esa realidad, que yo creo que es la realidad de este siglo, la de un sector trabajador cada vez más precarizado, cada vez más excluido y que tenemos que hacernos cargo de eso. Lo que quiero es que el peronismo se anime a debatir esto.
—¿Qué balance hacés de la gestión de Omar Perotti?
—Al igual que la gestión de Alberto, han sido dos etapas de gobierno atravesadas por un montón de dificultades. La crisis económica heredada, el peso de la deuda que hubo que negociar, la pandemia, la guerra.. Han estado plagadas de dificultades, algunas externas, otras nacionales, que por supuesto de alguna manera nublaron lo que fue el panorama inicial, del cual se arrancó. Pero yo creo que tiene muchos aspectos positivos.
De Perotti me parece que se puede destacar una gran inversión en infraestructura, en obras públicas, con fuerte criterio de equidad territorial, de la mano de un ministerio que encabezó (la titular de Infraestructura) Silvina Frana, con un nivel de licitación y ejecución de los acueductos, del gasoducto que está por ejecutarse ahora. Me parece que ahí hay un aspecto destacable. También en lo que tiene que ver con el apoyo al sector productivo de nuestra provincia, que ha tenido índices de recuperación muy importantes, que fue apuntalado por políticas del gobierno y que también se expresa en buenos índices de recuperación del empleo formal.
Después hay otras cuestiones que creo que faltaron, pero ningún gobierno de ninguna provincia argentina lo ha desarrollado con la profundidad con la que me gustaría, que tiene que ver con esta discusión de la economía no formal, o la economía popular, de qué se hace con la población económicamente activa que está totalmente por fuera de la formalidad del trabajo, de un recibo de sueldo, de una obra social, de aporte jubilatorio. Ahí hay una enorme porción de los santafesinos y santafesinas que también necesitan de políticas públicas en los tres niveles que puedan ir reconociendo sus prácticas laborales y garantizando los derechos. Creo que eso es un debe no sólo de esta gestión. Me parece que no se ha hecho nunca en la provincia y creo que tiene que formar parte de la planificación del gobierno, del presente y del futuro.
—¿En la práctica?
—Yo presenté un proyecto de ley, por ejemplo, para crear una secretaría de Estado, que puede ser perfectamente un ministerio, de la economía popular. Y una ley de fomento de la economía social, popular y solidaria de la provincia, que se puede dar a través del acceso al crédito no bancario, con la posibilidad de reservas de mercado de las compras y las contrataciones de servicios públicos para estos sectores, que tienen que ver también con posibilidad de articular con Nación la registración progresiva de todos estos trabajadores, a través de herramientas disponibles hoy, donde la provincia tiene que tener una mirada y sobre todo un mapa muy claro de cuáles son los santafesinos y santafesinas que están en estas condiciones y como ir acompañándolos en la posibilidad de formalizar sus trabajos y sus ingresos, en la posibilidad de acceder al suelo para trabajar en sus distintas formas.
No sólo lo que tiene que ver con el sector agropecuario a pequeña escala, con la agricultura familiar, con los productores de alimentos, sino también después en las distintas etapas de las cadenas, en lo que tiene que ver con agregado de valor, con la comercialización, donde para los sectores que tienen alguna capacidad de sostenerse económicamente es mucho más factible la posibilidad de acceder al suelo para ponerlo al servicio de estos procesos productivos. Para aquellos que están excluidos de cualquier formalidad, que no tienen la posibilidad de acceder a ningún financiamiento, que no tienen la posibilidad de proyectar ingresos sobre ninguna seguridad, es casi imposible. Ahí hay un montón de herramientas que son, la verdad, cosas muy posibles de realizar con las herramientas actuales del Estado, y no han estado en la discusión, ni la que planteó el gobierno ni la oposición, no están en la discusión de la política santafesina y es necesario incorporarla.