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Humo sobre Rosario: quienes más cerca están de los focos de la quema están expuestos en modo crónico

El cardiólogo e investigador Carlos Vozzi concientiza acerca de los efectos que tiene sobre la salud la contaminación ambiental que producen los incendios en el Delta. En los últimos meses se triplicó el nivel de toxicidad en el aire y, mientras tanto, sólo queda usar mascarilla para atenuar efectos

Hay focos de incendio activos en las islas del Delta del Paraná, frente a la ciudad de Rosario. No importa cuándo leas esto. Tal podría ser la frase introductoria a una nota de cualquier día del año, por lo menos desde que comenzó esta última fase del ecocidio, hace poco más de dos años. Es desde aquel momento que el fuego en los Humedales no cesa.

Como ya se ha abordado en múltiples notas periodísticas y de otra índole, los impactos de estos incendios tienen numerosas dimensiones, entre ellas la salud. Al comienzo de esta semana Carlos Vozzi, cardiólogo e investigador rosarino, se presentó en la comisión de salud del Concejo Municipal para concientizar sobre los severos efectos que tiene la contaminación atmosférica, provocada por el humo de las islas, en la salud cardiovascular de todos aquellos que respiran en esta ciudad día a día. Y dejó inquietantes revelaciones: «En la ciudad se han triplicado los niveles de contaminación y hay una constante exposición al material particulado. Y cuanto más cercanos estamos a la zona de emisión, nos encontramos expuestos de modo crónico”, remarca.

En conversación con El Ciudadano, Vozzi cuenta que desde hace ya varios años que trabaja estudiando enfermedades cardiovasculares relacionadas con la contaminación. “Estoy en contacto con profesionales de otras partes del mundo, donde se han realizado investigaciones y publicaciones que evidencian que la contaminación afecta decisivamente la salud”, explica. 

El titular del Instituto Vozzi detalla que, entre los distintos tipos de contaminación, la que sufrimos los rosarinos a causa de las quemas de los humedales del Paraná es la contaminación atmosférica. 

La contaminación atmosférica es la presencia en la atmósfera de sustancias en una cantidad que implique molestias o riesgo para la salud de las personas y de los demás seres vivos. “Estamos expuestos a un material que se llama material particulado, una mezcla de sustancias con distintas toxicidades que incluyen hollín, hidrocarburos, compuestos de azufre, nitrógeno, polvo y un cóctel de metales, como por ejemplo arsénico, cadmio y níquel. Eso está flotando en la atmósfera”, explica Vozzi. 

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Cuando las partículas están en suspensión en el aire ingresan al sistema respiratorio. Las más grandes se detienen en la nariz y en la garganta, pero las más pequeñas viajan y se depositan en las partes más profundas de los pulmones, llamadas alvéolos, y luego pasan al torrente sanguíneo. Así es como penetran en el sistema cardiovascular y pueden promover el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.

Las partículas más finas suelen proceder de actividades como la quema de madera, la industria, la construcción, los automóviles y el sector del transporte en general. Las quemas en las islas frente a Rosario empeoran los ya existentes niveles de contaminación que experimentan las ciudades.

El cardiólogo sostiene que cuando hablamos de factores que predisponen a tener enfermedades cardiovasculares, hay un listado que todos conocemos: la presión alta, el hábito de fumar, la obesidad, la diabetes, el colesterol elevado, el estrés, el sedentarismo. “Pero nadie dice la contaminación atmosférica. Lo que queremos compartir es que se demostró que la contaminación atmosférica es un nuevo factor de riesgo tanto como los demás”, afirma.  

“Hemos estudiado, aprendido, consultado y visitado a expertos mundiales en el tema. La magnitud de evidencias epidemiológicas y toxicológicas en investigaciones publicadas demuestran que hay una clara relación”, sostiene el profesional de la salud.

Aún no hay estudios y estadísticas sobre esta vinculación en la ciudad de Rosario, pero sí existen en otros sitios, como es el caso de España, donde se ha investigado cómo afectan las tormentas de polvo que llegan desde el desierto de Sahara o los efectos de las erupciones volcánicas que hubo recientemente en las Islas Canarias. “Ellos han evaluado y estudiado cómo esa contaminación incrementa los eventos cardiovasculares”, comenta Vozzi, y agrega: “Hay una relación de causa y efecto. Si ya se ha evidenciado en otros escenarios veamos cómo podemos empezar a medir en nuestra ciudad. Qué tipo de mediciones nativas, argentinas, rosarinas podemos desarrollar. ¿Qué estará pasando acá?”, propone el cardiólogo. 

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¿Cómo afecta la contaminación del aire al corazón? “El material particulado, al ingresar al torrente sanguíneo, genera primero un estadío de inflamación. Después se altera la capa interna de las arterias, que se llama endotelio. Secundariamente, se altera el tono de las paredes arteriales y se produce vasoconstricción, lo que genera hipertensión arterial. Adicionalmente, se aumenta la posibilidad de afectar el estado de coagulación y provocar trombosis dentro de los pequeños vasos arteriales”, define Vozzi. Este incremento de inflamación se ha asociado a arritmias, insuficiencia cardíaca, déficit de irrigación del corazón.

En el año 2020, en un estudio realizado por el Laboratorio de Medio Ambiente de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura (Universidad Nacional de Rosario), se aportaron datos alarmantes sobre la calidad del aire en la ciudad como consecuencia del humo ocasionado por los incendios en la zona de islas. En aquel momento, en comunicación con Radio Universidad de Rosario, Rubén Omar Gabellini, ingeniero e investigador del Observatorio Ambiental de la UNR, contó que las mediciones que se realizaron en junio de tal año daban como resultado una contaminación 5 veces más alta de lo que normalmente hay. 

La situación no es muy diferente a la de este fin de semana, con el aire irrespirable en toda la ciudad. “Tenemos que saber cuál es el grado de contaminación que tenemos los rosarinos cuando caminamos por la ciudad”, manifiesta Vozzi en referencia a esa exposición crónica, mucho mayor para quienes residen en la zona ribereña, porque están más cerca de los focos de las quemas.

“Nosotros, yo trabajo con mi hija, participamos de un grupo internacional que está trabajando en el concepto de una rama nueva de la cardiología, la cardiología ambiental”. En una publicación reciente de la Revista Española de Cardiología, de la que participó Vozzi, se define a la cardiología ambiental como la rama que estudia la contribución de las exposiciones ambientales con el objetivo de minimizar las influencias nocivas de la contaminación y promover la salud cardiovascular mediante estrategias preventivas o terapéuticas específicas

“La legislación, la mitigación y el control de los contaminantes en el aire, el agua y los alimentos y las políticas ambientales de espacios cardiosaludables son medidas clave para la salud cardiovascular”, plantea el artículo.

La recomendación, por ahora, es usar mascarilla para minimizar en parte el impacto sobre el organismo. “Si una persona quiere fumar, es su decisión. Pero en este caso no es nuestra decisión, nosotros no vamos a buscar contaminarnos, estamos cautivos. Alguien está interaccionando con la naturaleza quemando bosques, quemando humedales. ¿Nosotros qué podemos hacer? Por lo pronto tomemos conciencia, pero no podemos sólo enunciarlo, tenemos que hacer algo”, concluye.

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