El Frente de Todos se juega una de las últimas cartas que tiene a disposición para desactivar la crisis política interna y superar las dificultades económicas. Luego de un contundente respaldo por parte de gobernadores (entre ellos Omar Perotti) y de funcionarios nacionales, Sergio Massa tendrá poder de decisión y ejecución sobre áreas troncales para este momento. Su designación expone un gesto de moderación y búsqueda de consenso por parte del gobierno nacional, pensando en sortear la coyuntura, pero con proyección al 2023.
En diálogo con El Ciudadano, Gustavo Córdoba, analista político y director de la consultora Zuban Córdoba, consideró sobre los cambios que definió el gobierno nacional: “Lo que pasó el jueves reconfigura la política argentina por varias cuestiones: la primera es que Sergio Massa es quizás uno de los pocos políticos argentinos que, a pesar de su mala imagen, puede hablar de futuro”. De hecho, afirmó que con la nueva designación, “hoy gobierna la tercera vía en Argentina”.
Durante la última semana, una encuesta de Zuban Córdoba reflejó que el 74% de los consulados cree que la situación institucional y democrática en Argentina es frágil. También quedó de manifiesto que, si bien la mayoría no aprueba la gestión de Alberto Fernández, cree debe terminar su mandato, y para eso necesita consenso hacia adentro y aval de los gobernadores. Parte de estas demandas parecen haber sido, por lo menos, atendidas a partir de las decisiones tomadas entre el jueves y el viernes de esta semana.
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Los rumores de su probable asunción, a principios de semana, coincidieron con cierta estabilización de las variables financieras que le venían marcando la cancha al gobierno nacional. Sobrevuela la idea de que este gesto de moderación por parte del Frente de Todos ratificaría un mínimo nivel de estabilidad. Lo cierto es que se reconfigura el mapa político, tanto para el oficialismo como para la oposición, con el empoderamiento de una figura que siempre le escapó a al polarización.
—¿Cuál fue el hecho que impulsó al gobierno a tomar esta definición o acelerar su concreción?
—La situación económica aceleró todos los tiempos. La suba de tasas por parte de la FED (Banco Central de Estados Unidos) le dio el último indicio de que, si había alguna posibilidad de financiarse con dólares, esa posibilidad se iba alejando cada vez más; entonces el dramatismo aumentó y eso precipitó un poco las decisiones. De la salida de Guzmán a esta parte se vio un gobierno fuera de eje, que no logró establecer una relación con la sociedad, no pudo transmitir de manera práctica los motivos que llevaron a la salida de Guzmán. Mientras tanto entró Silvina Batakis, luego salió, y la narrativa del gobierno estuvo ausente. El jueves hubiese sido importante que haya un funcionario de primera línea explicando lo sucedido y sacaron un comunicado: son desprolijidades llamativas.
—¿Qué mensaje intenta dar el Frente de Todos con el empoderamiento de Sergio Massa?
—Lo que pasó el jueves reconfigura la política argentina por varias cuestiones: la primera es que Sergio Massa es quizás uno de los pocos políticos argentinos que, a pesar de su mala imagen, puede hablar de futuro. El resto de los espacios de poder tiene una mirada muy nostálgica. Massa es uno de los pocos también que tiene un margen de negociación distinto al resto. Se ha destacado en la Cámara de Diputados por ser uno de los políticos con margen de maniobra amplia, con capacidad de diálogo hacia adentro y hacia afuera del Frente de Todos; eso es una condición que hay que destacar, ya que no hay países con estos niveles de inflación que hayan salido adelante sin consensos.
—¿Qué impacto tiene esta determinación en términos políticos?
—Esta reconfiguración del sistema político argentino también implica una reconfiguración de la oposición, que se ha quedado sin el principal eje de acción que es el antikirchnerismo. Ese quizás era el clivaje más fuerte de la política argentina. Hoy, con el corrimiento de Cristina, han perdido protagonismo los extremos a ambos lados los núcleos duros en ambos lados de la grieta. Hoy gobierna la tercera vía en Argentina: más allá de que sigue gobernando el Frente de Todos, está claro que hubo un cambio interno muy potente.
—¿Cristina Kirchner debería manifestar abiertamente su apoyo a Sergio Massa?
—No tengo dudas de que Cristina está alineada con Massa. Las demostraciones de poder que se hicieron ayer (por este jueves) alcanzan para pensar que hay un bloque entre el massismo y el kirchnerismo que está soportando el último tramo del gobierno. Creo que Cristina entiende perfectamente el corrimiento que tiene que tener en esta instancia y el protagonismo que necesita tener Massa.
—¿La reconfiguración puede ser otra maniobra para ganar tiempo o realmente se puede pensar en un nuevo punto de partida?
—Creo que Massa tiene una potencialidad de haber ganado el centro de la escena y haber ganado tiempo para el gobierno en un contexto de crisis profunda; eso ya de por sí es meritorio. Los márgenes de reacción que tiene son inexistentes, no sé cuánto tiempo tiene si no empieza a desactivar la cuestión inflacionaria. Lo que habría que esperar es que termine de conformar el gabinete y termine de delinear nuevas políticas, esto es un nuevo gobierno.
—¿Su designación representa una inclinación del gobierno hacia el centro?
—Me parece que pasó a ser un gobierno de centro. El diálogo es el único camino y Massa es el único capaz de articular en este momento tan dramático hacia adentro del Frente de Todos y hacia afuera con interlocutores, con el resto de los espacios políticos. Esa característica no se la veo a otro referente. Massa ha puesto su enorme poder de lobby al servicio del Frente de Todos; hace rato que no veo a un dirigente que genere consenso en torno a su figura con tal nivel de imagen negativa: ahí hay una clave. Esta medida se hubiese tomado con anticipación si Alberto Fernández hubiese entendido la gravedad de la situación antes. Ahora hay que esperar que delineen las primeras políticas.
—¿El gobierno llegó a esta situación de crisis por cuestiones políticas o económicas?
—Me parece que hay un poco de todo, solemos hablar de la multicausalidad. Sí creo que hubo cierta lentitud por parte de Alberto Fernández para entender el contexto. Hasta la asunción de Massa, el gobierno llegó tarde o no llegó y hoy vemos un presidente con poder diluido. Esto representa una enorme posibilidad para Massa, que se juega todo. Hay una enorme mayoría de argentinos que ya no cree en el Frente de Todos, pero eso puede terminar siendo positivo para el actual gobierno, porque si vos partís de altas expectativas, es fácil defraudar. Ahora, cuando las expectativas son bajas, con una política gradualista, incremental, enfocándose en pequeños logros y no en grandes conquistas, es posible que de a poco se pueda revertir la hostilidad de la opinión pública y así reconducir el clima de negocios.
—¿Esto condiciona a la oposición o no la afecta en su conducta actual?
—Está claro que hay un cambio político muy fuerte. Se ha reconfigurado el escenario en el oficialismo y en la oposición. La sociedad argentina también percibe a Juntos por el Cambio como parte del problema, no de la solución. Esto está claro que va a tener impacto en el escenario electoral. Argentina vive una ansiedad electoral exacerbada, pero las candidaturas se van a definir entre fines de mayo y principios de junio del año que viene, ya va a haber tiempo para eso, pero hay que ir viendo cómo se posicionan los núcleo duro de la oposición, pero también los del kirchnerismo.
—¿La decisión se tomó también teniendo en cuenta las elecciones presidenciales?
—Si al gobierno le va bien con esto va a tener chances electorales, después hay que ver nombres, pero si no articula y no modera expectativas económicas, las chances del gobierno son muy bajas.