Por Romina Sarti*
Intentamos contribuir a la desmitificación meritocrática que se obstina en instalar la imagen angelada o heroica de las personas que tienen/tenemos algún tipo de discapacidad, trastorno o condición. Quizás (para no ser tan taxativos) es momento de que como sociedad calmemos la moralina artificial, que sólo pretende aplastar, homogeneizar, neutralizar y anular. Por eso es importante recordar algo tan simple que casi como que avergüenza recordarlo: todas, todos, todes somos personas. Es en esa calidad que, claramente, la pulsión del placer, sexualidad, goce, nos atraviesan como algo más en nuestra composición bio-psico-social. Frente a la invisibilización, al “prurito culposo capacitista” o a la ignorancia, es un desafío pensar la sexualidad en personas que muchas veces siguen sin ser consideradas personas, en sujetos que pueden tener 30 años y siguen siendo vistas como niñas o niños, seres humanos donde las opciones de proyecto de vida parecen debatirse entre el encierro y segregación o ser “un ejemplo de vida” (con toda la bajada ideológica meritocrática correspondiente). Resulta aberrante que estos cuerpos vivos se vean también condicionados por esta lógica de expropiación del propio derecho al goce. Es esencial (y natural) que la persona con discapacidad decida de manera autónoma la experimentación sobre su propia sexualidad
Sexualidad es mucho más que un pene erecto o una vagina lubricada. Eso no es garantía. No es sólo un encuentro de genitales. Es hacer el amor, encontrarse, tener contacto y conocimiento del propio cuerpo y del cuerpo del otro, es acariciarse, expresar afecto, sentir placer, erotizarse, empatizar con el otro…Hay personas que no ejercen su sexualidad a través de los genitales. (Iglesias, P. La sexualidad en las personas con discapacidad).
¿Cómo naturalizar el goce, el disfrute sexual cuando persiste una mirada discriminatoria capacitista?; ¿acaso hay un orden prioritario que debiéramos establecer donde, por ejemplo, prime el derecho al trabajo frente al derecho al goce, al deseo?; ¿Quiénes serían las personas que se ufanarían a definir la prioridad de la otredad?
En Francia, las luchas por el reconocimiento en torno a la relación sexualidad-discapacidad comenzaron a hacerse visibles a partir de la Ley de 2005 “Por la igualdad de derechos y oportunidades, participación y ciudadanía de las personas discapacitadas”, cuando varias asociaciones de personas en situación de discapacidad empezaron a reclamar la reglamentación de servicios de acompañamiento sexual similares a los de Holanda, Suiza y Dinamarca (CCNE, 2012) En el año 2007 surge el Colectivo discapacidades y sexualidades (CHS), el cual se presenta al Senado en marzo de 2008 solicitando se trate el tema de la asistencia sexual. (…) en junio de 2011, la entonces Ministra de Solidaridad y Cohesión Social, Roselyne Bachelot, planteo: “La sexualidad es una libertad de la cual ningún ser humano adulto debe ser excluido. Somos todos seres sexuados (…). El disfrute sexual que surge del deseo implica lo más íntimo del cuerpo y, por lo tanto, a la persona en todas sus dimensiones sensoriales, emocionales y afectivas” (CCNE, 2012: 3). (en Míguez, M. N., -2019-: Discapacidad y sexualidad en Europa. Hacia la construcción del acompañamiento sexual. Revista Española de Discapacidad, 7 (I): 140.) destacado nuestro.
¿Cuántas veces nos preguntamos o pensamos concretamente sobre el derecho al goce de las personas con discapacidad, sea desde la perspectiva sexual, emocional, sensorial? ¿Cuánto nos falta como sociedad comenzar a repensar estructuras teñidas de conservadurismo falaz que niegan toda pulsión de la diversidad?
La sexualidad sigue siendo un tabú, sobre todo cuando la vinculamos a personas con discapacidad. Son muchos los frentes de batalla que se abren cuando pensamos entonces en el cumplimiento integral de los derechos de las personas con discapacidad. Con esta breve y acotada aproximación inicial, esperamos abrir el debate, cuestionarnos y recuestionarnos respecto a esta temática. Un cuerpo vivo reprimido, encarcelado en nociones anacrónicas que cristalizan la invisibilización, el prurito, la desinformación, la incomodidad, siguen anulando las pulsiones de estos cuerpos, tan vivos como cualquier otro.
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*Licenciada en Ciencia Política (UNR), gorda, aprendiz de las diversidades en todos sus niveles docente de Problemáticas de la Discapacidad en Tecnicatura de Acompañante Terapéutico y de Sociología de la Discapacidad en la Lic. En Órtesis y Prótesis de la Universidad del Gran Rosario (UGR). Colaboradora en “Tu mejor golpe”, programa radial Wox 88.3 con la columna “Cuerpas mutantes”. Siempre rockera, o como diría mi amiga Berni, laRomiPunk. IG: romina.sarti