Difícil que pasara desapercibido, ni en una cancha de básquet ni en la peatonal rosarina. Armando Cisneros y sus muchos centímetros se acostumbraron a que los desprevenidos desviaran su mirada hacia él. Esos mismos centímetros que lo llevaron a elegir el básquet como deporte y como forma de vida, un básquet lo vio triunfar en su ciudad y que lo llevó también por otras latitudes, a tal punto que es reconocido y querido en todo el país y el exterior.
Pero ese cariño no es sólo por su etapa de jugador, exitosa y prolífica, porque también fue formador, además cumplió funciones de dirigente, también fue activo promotor de encuentros de ex jugadores para mantener vivo el recuerdo en una cancha o en un asado. Y se dio el gusto de viajar con la selección y seguir cosechando amigos. En cada ciudad el recuerdo será el mismo.
Y fue periodista, inconfundible periodista para aquellos que incluso poco conocían de básquet y que lo asociaban por sus apariciones televisivas y radiales.
Armando Cisneros siempre estuvo dispuesto a dar una mano, generó iniciativas para que el básquet crezca, y fue puntal de una familia maravillosa, que luchó junto a él en estos momentos duros que tocó pasar.
Este domingo toca despedirlo, con el mejor recuerdo y afecto, lo mismo que él supo brindar.
En la foto, Armando Cisneros en Central, equipo que ganó títulos locales del 79 al 82, fue bicampeón provincial y tercero en el Nacional de Clubes del 82.
Sus restos serán velados este lunes desde las 8 en Caramuto.