Parece mentira, pero es una realidad. Newell’s había podido cortar la racha adversa sin ganar, pero lo que no pudo de-tener es la seguidilla interminable de lesiones. Y es imposible no analizar los resultados a partir de esta situación a esta altura anómala. Porque hay errores, también buenos rendimientos individuales; aparecen arbitrajes cuestionables y perjudiciales y enojos razonables, pero con tanta secuencia de lesionados, perder es una consecuencia casi lógica.
Era un 0-0 con Huracán, a pesar de perder a tres futbolistas por lesiones –dos en la primera parte-. El punto no estaba mal y resaltaba más frente a la adversidad de los jugadores que se sumaron a la enfermería. Pero hubo un descuido de Panchito González en un intento de despeje que el milimétrico ojo de Baliño y el VAR vieron como penal, y la Lepra se quedó sin nada.
Sanguinetti no lo podía creer. Primero le preguntó varias veces a Ramiro Sordo si podía seguir, pero la voluntad del delantero no pudo con su cuerpo. La interminable lista de lesionados sumaba un nuevo paciente, pero no iba a terminar allí. Casi en el cierre de la primera parte, en una jugada desafortunada, Méndez recibió toda la humanidad de Hezze sobre su rodilla. El DT leproso se tomó la cabeza y suplicó al cielo. Otro más, con mala perspectiva en el futuro cercano. Segundo cambio, otra ventana utilizada para incluso generar un problema más al DT, que quedó atado de pies y manos en cuanto a su estrategia de variantes. O metía a alguien en el entretiempo y se guardaba dos cambios para meter juntos, o apostaba a un triple cambio en algún momento de la segunda parte, siempre que las lesiones no le volvieran a jugar una mala pasada. Por suerte para Archu, el paraguayo Velázquez hizo honor a la historia de zagueros guaraníes y jugó con la cabeza emparchada tras un choque fuerte.
En medio de eso, Huracán in-tentó un poco más, en especial cuando la pelota pasó por Hezze o Cristaldo, pero Newell’s se plantó bastante firme, con Sforza muy prolijo para quitar y jugar. A la Lepra le faltó lo mismo que en otros partidos, el pase final, ese que sí tuvo con Pablo Pérez frente a Lanús.
Newell’s mostraba alguna fragilidad por afuera, con Martín Luciano complicado cada vez que lo atacaba profundo Cristaldo, al igual que Méndez o Velázquez ante la velocidad de Cabral. Pero el Globo tampoco tuvo certeza en la puntada final, con Cóccaro –por suerte para la Lepra- muy apagado.
Sanguinetti metió a Juanchón en el entretiempo (no está para jugar), pero Velázquez, con un ojo cerrado por la hinchazón no aguantó y a los 15 minutos el DT tuvo que mandar a Mansilla a la cancha, pero también puso a Pérez porque ya no tenía otra ventana.
Con tantas dificultades, una falla podía ser fatal. Y apareció. Un despeje quedó en la puerta del área y Panchito se llevó puesta la pierna de un rival. Y el penal lo pateó Cóccaro para romper un cero que pintaba para quedarse.
A Newell’s se le hizo cuesta arriba empatar a pesar de Pablo Pérez, Sforza y Balzi. Juanchón mostró una lentitud exasperante, el pibe Aguirre se enredó en su propia habilidad y Panchito fue Panchito. Y la derrota duele, pero mucho más golpean las lesiones, que no tienen fin.