Por: Mauro Federico/ dataclave.com.ar
Spruille Braden fue embajador de los Estados Unidos en Argentina entre el 21 de mayo y el 23 de septiembre de 1945. Durante su breve paso diplomático por Buenos Aires, Braden mantuvo tres encuentros personales con Juan Domingo Perón, quien por entonces se desempeñaba como vicepresidente de la Nación y ministro de Guerra del presidente de facto Edelmiro Farrell. El último de estos contactos tuvo lugar el 5 de julio y terminó de manera intempestiva. El propio Perón recordó aquellas cumbres en una extensa charla que mantuvo durante su exilio madrileño con el historiador Félix Luna. La reconstrucción en primera persona no tiene desperdicio.
“Lo recibí en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, nos pusimos a hablar a calzón quitado, como hablábamos siempre y me empezó a plantear una serie de problemas. Yo le dije: vea, embajador, nosotros, como movimiento revolucionario, queremos liberar al país de toda clase de férulas imperialistas. Usted se ha embarcado en una tendencia totalmente contraria a la nuestra y nosotros estamos en contra de lo que ustedes quieren. Me habló de Cuba, me dijo que la isla no era una colonia, porque yo le había dicho que no estábamos dispuestos a ser una colonia. Entonces le dije: mire, no sigamos, embajador, porque yo tengo una idea que por prudencia no se la puedo decir. Dígamela, replicó él. Bueno -le contesté- yo creo que los ciudadanos que venden su país a una potencia extranjera son unos hijos de puta. Y nosotros no queremos pasar por hijos de puta”.
A pesar de formar parte del mismo bloque durante aquellos aciagos días previos a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos de Estados Unidos y de Inglaterra presentaban una visión estratégica muy diferente respecto a los intereses de ambos países sobre Argentina, que pocos meses antes le había declarado la guerra a Alemania y Japón.
Mientras que las administraciones de los presidentes demócratas Franklin Roosevelt y Harry Truman presionaban por cambios políticos en el escenario local, el premier laborista Clement Attlee intentaba mantener y acrecentar la vinculación comercial con Argentina en pos de satisfacer las urgencias sociales británicas tras el fin de la guerra. El embajador inglés en Argentina David Kelly envió un cable a la cancillería de su país en julio de 1945 en el que, contradiciendo a su colega Spruille Braden, señalaba que “se acusa a Perón de ser nazi, fascista e incluso comunista; pero lo cierto es que la diferencia de opiniones respecto de la etiqueta que hay que adherirle es tan grande que por sí misma indica que ninguna resulta apropiada”.
Lo que esta comparación pone de relieve, claramente, es que los posicionamientos geopolíticos -sin dejar de contemplar las distintas posturas ideológicas- siempre tienen como prioridad establecer vínculos convenientes para la economía de los países. Y que ni el peronismo ni ninguna otra fuerza política sobre la faz de la tierra, optaría por sacrificar un buen intercambio comercial en aras de sostener un enfoque sesgado de los vínculos internacionales. “Ni yankis, ni marxistas, peronistas”, solían argumentar en las inmediaciones del General para sostener la tan mentada Tercera Posición.
Un peronismo que sonría y otro que ladre
Esta semana se realizó en el hotel Alvear una nueva edición del Council of the Americas, una organización empresarial fundada en 1963 por David Rockefeller, que hoy integran unas doscientas empresas representativas de las inversiones privadas estadounidenses en Latinoamérica. Ademas de buena parte del establishment económico de la Argentina, del encuentro participaron funcionarios del gobierno nacional -como Sergio Massa, Eduardo “Wado” De Pedro y Juan Manzur-, gobernadores, jefes comunales, legisladores y diplomáticos.
De hecho De Pedro fue invitado de honor a la exclusiva cena organizada por la Cámara Argentina de Comercio y Servicios y el Council of Americas el miércoles por la noche, donde frente a sesenta de los empresarios y CEO’s más grandes del país, expuso alrededor de media hora y pidió “hablar sin intermediarios” con el sector productivo para lograr “un acuerdo político y empresarial para la Argentina”.
Durante la jornada del jueves, el embajador estadounidense Marc Stanley pronunció unas palabras que levantaron polvareda en el universo peronista. Al retomar una parte del discurso del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, quien se había referido a la necesidad de consolidar un nuevo gobierno de coalición en 2023, el estadounidense lo chicaneó: “Olvídense de las ideologías y los partidos y armen ya esa coalición. Se los digo como representante del país que quiere ser su socio y como alguien que ama la Argentina y ve su potencial: trabajen esos acuerdos ahora, no esperen 16 meses”, dijo el estadounidense.
La tapa del diario Clarín del viernes incluía un título donde se usaba esta frase del diplomático norteamericano para plantear la necesidad de armar una coalición que marque un “punto de inflexión” de crecimiento que “se sostenga durante 30 años seguidos”, en lo que claramente parecía una indebida injerencia en los asuntos internos del país ante el cual Stanley representa los intereses de Estados Unidos.
La primera en salir a “ladrar” fue la vocera presidencial Gabriela Cerruti, indicando que el representante estadounidense “debería empezar por casa con las coaliciones, porque con (Donald) Trump no les está yendo muy bien” y agregó: “a ver si allá hacen alianzas entre los demócratas y los republicanos”. En declaraciones al programa “Argenzuela” (Radio 10) la funcionaria sostuvo que “es fácil opinar desde afuera” y concluyó que “es un embajador más”.
Acto seguido apareció el referente de La Cámpora y ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, Andrés “Cuervo” Larroque, quien apeló a la ironía para responderle a Stanley desde su cuenta de twitter: “Tranquilo Marc Braden” le sacudió, en obvia comparación histórica con el recordado Spruille, tuit likeado por el canciller Santiago Cafiero.
Según pudo confirmar Data Clave, la embajada de Estados Unidos le hizo llegar en privado a la Cancillería una explicación de lo ocurrido, donde aseguraron que “no era su intención inmiscuirse en asuntos internos” y que los dichos “fueron malinterpretados por los medios”, tras lo cual pidieron que “no se analicen las palabras del representante diplomático por el recorte periodístico”, en obvia referencia a la citada tapa de Clarín (bienvenido a la Argentina Mister Stanley). Desde el Palacio San Martín evitaron polemizar pero hicieron llegar su malestar y sorpresa por lo ocurrido: “es el ABC de la diplomacia, esas cosas no se hacen”, deslizaron desde el entorno de Cafiero.
Prioridad: mantener la unidad de la región
Simultáneamente al encuentro del Alvear, en el Centro Cultural Kirchner se llevó a cabo el cierre del seminario internacional “El futuro de la integración: Unidad en la Diversidad”, donde en su rol de líder pro témpore de la Celac y ante la presencia de los líderes latinoamericanos y del Caribe, Alberto Fernández llamó a institucionalizar el organismo y pidió unidad para terminar con los bloqueos de Cuba y Venezuela.
“Sería bueno que Argentina inicie el proceso de institucionalización de la Celac. Hasta aquí somos un grupo de países que conversa y analiza, pero no toma decisiones de conjunto y es hora de que lo hagamos”, dijo el mandatario, y reseñó que, para concretar esa iniciativa, recurrió a la “memoria de la Unasur”, para que la Celac “adquiera otra fuerza, otra dimensión y además nos represente adecuadamente, que nos permita tomar una decisión comunitaria” y que no quede al “arbitrio de cada país”.
Fernández indicó que “debemos trabajar unidos, para que los bloqueos se terminen en este continente”, en una frase seguida de un aplauso de la audiencia. “Tenemos dos países bloqueados y eso es imperdonable”, añadió en referencia a la situación de Cuba y Venezuela. En esa línea, el Presidente llamó a “tomar la decisión política” de “aprovechar la paz y la unidad para lograr el desarrollo y la justicia social”.
“Un continente singular, que le ha tocado enfrentar el dilema de la unidad en un momento singular de la historia de la humanidad. El siglo XXI ya nos ha dado la primera catástrofe, la pandemia”, detalló y añadió que “un virus” dejó al descubierto “la debilidad del sistema económico en que vivimos y fue capaz de derribar imperios económicos”.
También señaló que la región tiene “una gran oportunidad y un enorme desafío” por delante, que consiste en “suministrar energías renovables y alimentos en cantidad” al resto de mundo. “Entre Chile, Bolivia y Argentina somos el 60% del litio que el mundo va a necesitar, tenemos las condiciones perfectas para desarrollar energía eólica, hidrógeno verde, energía solar”, ejemplificó y destacó que “tenemos que dejar de exportar materia prima e industrializarla”.
Mirar al Norte sin descuidar al Sur
Más allá de las diferencias por las expresiones de Stanley, la relación del gobierno argentino con el estadounidense es positiva. Incluso, el embajador Jorge Argüello confirmó durante el Consejo de las Américas que Fernández se reunirá durante el mes de septiembre con Joe Biden, y concretarán el encuentro bilateral que estaba previsto para el 26 de julio, pero fue postergado por el covid positivo del mandatario norteamericano.
Por su parte, Massa, estaría viajando la semana del 6 de septiembre a los Estados Unidos, donde tiene previstas reuniones con Kristalina Georgieva, titular de FMI, representantes del Departamento del Tesoro, y Juan González, asesor de la Casa Blanca para América Latina en el Consejo de Seguridad Nacional, con quien el ministro de Economía mantiene, además del vínculo profesional, una estrecha relación personal. También se encontraría con autoridades del Banco Mundial y con el presidente del BID, Mauricio Claver Carone, para agilizar desembolsos de préstamos existentes y evaluar nuevas oportunidades de financiación tanto de obras como de proyectos productivos.
El embajador Arguello coordina desde Estados Unidos la agenda de trabajo con el diplomático Gustavo Martínez Pandiani, histórico asesor de Massa en relaciones internacionales, periplo del que también participará la ex ministra Silvina Batakis. Durante el último tramo de la gira, Massa tiene previsto ir a Houston para analizar proyectos en ejecución y oportunidades de inversión en Vaca Muerta con representantes de las principales compañías petroleras estadounidenses (Exxon y Chevron). Además, se reuniría con la cúpula de Livent, empresa líder global en tecnología de litio, con operaciones en el norte del país.
Massa y Fernández tienen bien claro que el peronismo siempre supo bascular entre los intereses geopolíticos y económicos de los protagonistas en los diferentes escenarios mundiales durante los cuales le tocó gobernar. En su célebre discurso del 11 de noviembre de 1953 en la Escuela Nacional de Guerra, Perón decía que “el futuro del mundo, el futuro de los pueblos y el futuro de las naciones estará extraordinariamente influido por la magnitud de las reservas que posean: reservas de alimentos y reservas de materias primas. Esto es una cosa tan evidente, tan natural y simple, que no necesitaríamos hacer uso ni de la estadística y menos aún de la dialéctica para convencer a nadie”.
Y completaba aquel brillante discurso con una frase que lo sobrevivió largamente: “el año 2000 nos va a sorprender o unidos o dominados; pienso también que es de gente inteligente no esperar que el año 2000 llegue a nosotros, sino hacer un poquito de esfuerzo para llegar un poco antes”.
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