A pocas semanas de presentar un dramático informe sobre la violencia letal en Rosario, el titular del Observatorio de Política Criminal porteño Ariel Larroude visitó la ciudad para reunirse con el intendente Pablo Javkin, con quien intercambiaron durante dos horas los aspectos más relevantes del espeluznante récord de muertes que ostenta Rosario con la tasa de homicidios más alta del país desde hace una década.
“Lo urgente es que Rosario deje de sangrar”, dijo Larroude luego del encuentro que tuvo lugar el jueves 18 de agosto en el Palacio Vasallo momentos después de que el intendente promulgara la ordenanza antilavado que busca cortar el blanqueo de dinero proveniente del narcotráfico.
En abril, el abogado porteño había presentado un informe sobre la crisis de seguridad rosarina en el que expuso como causas fundamentales del alto índice de homicidios el cambio de paradigma en el consumo y comercio de drogas; la consolidación de un orden económico clandestino y la pérdida del monopolio de la violencia por parte de la Policía local, a la que considera parte crucial del problema por lo que propone directamente sacarla de la calle y reemplazarla –Ley de Seguridad Interior por medio– por Fuerzas federales.
“Lo más raro de todo esto es que la sociedad rosarina aceptó esta violencia como parte de su engranaje social”, dijo Larroude en un bar céntrico mientras comentaba con asombro la noticia del día, el asesinato de un preso tras una emboscada a tiros al móvil del Servicio Penitenciario que lo trasladaba: “Esto no es normal, no pasa en otras ciudades”, refirió.
“No digo que la sociedad acepte esa violencia en términos de que la acompaña o esté a favor. Pero sí que la toman como parte de una realidad que hace diez años está instalada y que ningún sector político ha podido redoblar en plenitud”, agregó Larroude tras aclarar que no está alineado a ningún partido político.
Su atención en Rosario, dijo, se debe a la cantidad de crímenes por habitantes comparados con otras ciudades del país. “En el mejor momento de los últimos diez años la tasa de homicidios se triplicaba y en el peor momento se quintuplicó. Razón por la cual, los diferentes sectores políticos tienen el mismo problema que es un problema instalado”, dijo el consultor en políticas de seguridad pública para volver a expresar asombro “por la preeminencia en los barrios populares del uso de la violencia para resolver los conflictos, cuestión que no se da, por lo menos en términos de análisis de narcotráfico, en otras partes de la Argentina”.
En ese sentido, el ex director de Política Criminal del Ministerio de Seguridad de la Nación dijo que “pagar con la muerte de una persona es muy costoso para el entramado criminal y no es fácil. Quedan muchos dedos marcados con cada una de las muertes. En otros territorios, la Policía se ocupa de ese rol que es fundamental, que es regular ese espacio público, y eso acá no se ve”.
En el marco de largo debate, el Concejo rosarino aprobó la primera agencia antilavado del país
La muerte sigue llegando
La violencia no parece encontrar techo en Rosario, que este fin de semana superó su propio récord con 190 asesinatos en lo que va del año. La tasa de homicidios crece, la edad de las víctimas baja y los escenarios en los que se cometen los crímenes son cada vez más cruentos: tanto quienes ordenan matar como sus ejecutores ya no muestran reparos a la hora de gatillar si cobran alguna vida de más, como si fuera un simple daño colateral. También se propagaron ataques destinados a masacrar familias enteras –no por error– con un notable aumento de niños, bebés y embarazadas entre las víctimas fatales como parte de esa feroz manera de disputar territorios.
Larroude lo resumió así: “Está recontra picante”. Tanto, que consideró necesario separar lo urgente de lo importante.
“Lo urgente es que los pibes se dejen de matar. Los pibes de la periferia, de los barrios humildes que rodean acá a este distrito centro se están matando disputando el territorio. Esos pibes cada vez son más chicos, son más violentos y no están respondiendo a facciones organizadas, vertebradas, que pueden gerenciar esa violencia en niveles generales como pasa en otras ciudades de la Argentina”, opinó.
“Eso es lo urgente: bajar la tasa de homicidios. Después está lo importante, que es todo el circuito del lavado de la agroindustria, del juego clandestino y de los circuitos históricos de recaudación de la Policía y de la política. Pero ahora lo que prima es que Rosario deje de sangrar. Porque si no se interviene rápido, la situación va a ser cada vez más compleja”, expresó para referirse a que ya empezaron a registrar “chispasos” en otras ciudades del país con mayor cantidad de hechos de violencia ligados a disputas narcos. Y agregó: “En esto hay que ser inteligente, porque el delito se va perfeccionando y en un contexto de crisis económica hay que hacer un pie fuerte para que esa narcocriminalidad, ese delito complejo, no avance de la forma en que está avanzando”.
La violencia en los barrios como modo de supervivencia ligada a la crisis económica y la falta de oportunidades de jóvenes es otra parte de un problema que se pueden abordar, por fuera de la Policía, con otras agencias del Estado. Consultado sobre el tema, Larroude dijo entre comillas que “hay que robarle el tiempo muerto a los pibes” con políticas de contención social, deportes y divertimentos.
“Hay que hacerles entender que la única salida no puede ser cagarse a tiros para ver quien vende dos o tres gramos de la peor merca que se puede consumir. Ese no puede ser el futuro de un pibe que nace y que se va a morir en la segunda ciudad más rica de la Argentina. Que un chico de 12 a 18 años no puede ser más respetable por tener un arma en la mano que por jugar bien a la pelota”, expresó.
Sobre su encuentro con Javkin, el abogado dijo que conversaron sobre los aspectos más relevantes de la violencia estructural y que el intendente le mostró parte del trabajo urbano que intenta desarrollar en los barrios vulnerables, entendiendo la problemática criminal desde un enfoque multiagencial.
“Vi en Javkin una persona muy preocupada y con mucho énfasis en mostrar las intervenciones del municipio en los territorios más vulnerables. No obstante, lo que le advertí es que sin el manejo de la Policía, sin el manejo de una Justicia eficiente y sin una mesa de diálogo sincero entre provincia y Nación sobre lo que pasa en Rosario es imposible, porque no tiene el manejo de los elementos que necesita para por lo menos empezar a trabajar de lleno en lo más urgente que es bajar los homicidios. Esto no depende del intendente”, dijo Larroude.
Además de una purga total de la Policía local, punto que desarrolla en su informe «Rosario: un sueño de paz», Larroude propone un trabajo conjunto con todos los poderes del Estado y la sociedad. “Yo creo que la Municipalidad le puede allanar el camino a la gobernación. Porque para resolver este tema tiene que haber cuatro patas, la sociedad civil, la intendencia, el Estado provincial y el Estado nacional, sin esas cuatro patas en conjunto esto no tiene solución”, sentenció para decir que es posible: “Son muy pocos kilómetros cuadrados para no poder solucionarlo”.
El encuentro entre el consultor porteño y el intendente de Rosario se dio luego de algunas publicaciones por redes sociales no tan amigables que surgieron a partir de una foto de Javkin en su viaje oficial a Nueva York tomada en el Manhattan Institute junto a funcionarios que hace 30 años implementaron la controvertida teoría de las “ventanas rotas”, una estrategia que consistió en bajar el índice de criminalidad dotando de más poder a la Policía y la Justicia para la persecución de delitos menores, como el vandalismo.
Javkin mantuvo un encuentro con el Director Institucional de la Policía de Nueva York
La imagen despertó especulaciones sobre la posibilidad de que el intendente buscara aplicar políticas similares en Rosario, según algunos comentarios publicados por Twitter. Pero los mismos fueron desmentidos por Javkin, quien salió a aclarar que nunca tuvo en mente ese tipo de recetas.