En las últimas horas, El Ciudadano informó que el tradicional inmueble del bar Jekyll and Hyde, en Mitre y la cortada Fabricio Simeoni (frente a la plaza de la Cooperación), será demolido en breve y allí se levantará un edificio de altura. Atrás quedaron los pedidos para que la propiedad pueda conservarse dado su valor histórico. Y también el anhelo de los asistentes a ese concurrido espacio nocturno, ubicado en una cortada emblemática.
Justamente, sobre esta última cuestión, vuelve a sobrevolar un debate que plantea la posibilidad de que el Estado pueda expropiar inmuebles que albergan emprendimientos del alto valor cultural, simbólico e histórico. ¿Vale la pena hacerlo? ¿es posible?. Y de ser así, ¿en qué casos?
En las últimas horas se supo que la Secretaría de Planeamiento del municipio avaló la solicitud de demolición presentada por los dueños del inmueble. La posibilidad de que eso ocurriera había alertado hasta el propio intendente Pablo Javkin, quien le pidió a esa repartición que tomara el caso y se intentara hacer algo para evitar que la propiedad vaya a la picota. Pero no se pudo.
Desde la Secretaría de Planeamiento explicaron que legalmente no se le puede denegar el pedido a un inmueble que no está incluido en el catalogo de preservación y valor patrimonial. Es por eso que en el lugar finalmente se construirá un edificio de 8 pisos.
Un poco de historia
Vale recordar que esta propiedad que irá a la picota fue una de los tantas que rodeaba el viejo Mercado Norte, que durante unos cien años funcionó en el lugar donde se encuentra actualmente la plaza de la Cooperación (conocida como del Che).
En la década del 80, con el regreso de la democracia, el local se transformó en un lugar de culto. Fue el punto de encuentro donde artistas, músicos escritores y estudiantes universitarios compartían trasnoches. Tuvo varios nombres: en la primavera alfonsinista se llamó Don Nicanor, el último fue Jekyll and Hyde y cerró en julio del año pasado.
Este último nombre estuvo inspirado en el cuento homónimo. El espacio siguió siempre abriéndose a manifestaciones necesarias de todos los campos del arte.
En diálogo con el portal Planetacabezon, Lulo Corradín, gestor de Jekyll and Hyde, contó los motivos del cierre: “Vale la pena aclarar de entrada que tuvimos siempre un propietario demasiado generoso. Ocurre el hecho de que el fenómeno inmobiliario se lleva puestas cuestiones culturales y familiares. Para mucha gente que tiene propiedades céntricas como ésta y depende de un alquiler para equilibrar la economía familiar, los alquileres pasan a ser de muy baja rentabilidad. Y lo sostienen hasta que llega un momento que no pueden resistir más ante una oferta de una constructora”.
“El negocio estuvo abierto casi 12 años. Cuando tomamos el proyecto, no depositamos ahí una gran expectativa en lo comercial, por eso el lugar rápidamente ganó el espacio que buscábamos. Y en estos tiempos en que prima lo económico, estos bares que no tienen su fin mayor en lo comercial, sino que tiene que ver más con un aporte cultural para la sociedad, se hacen cada vez más necesarios, mientras que abundan cada vez menos. Es que más allá de la pandemia, quedan muy pocos espacios que albergan a artistas de todos los colores», añadió.
Lulo recordó luego que “lo que lo hizo muy conocido al lugar fue un ciclo del que participaba, entre otros, Fabricio Simeoni, que se llamaba Ciclotimia, y estuvo durante muchos años los martes a la noche. Ahí se presentaban lecturas de poesía, artistas en general, músicos de todos los géneros».
«También tuvimos ciclos de teatro. En una época pudimos lograr que en el subsuelo funcione una pequeña salita, y había magia, marionetas, stand up, de todo un poco. Era un espacio concurrido todo el tiempo por gente del palo de la cultura», agregó.
Piden expropiar
En ese marco es que en las últimas horas volvió a ponerse sobre el tapete y a discusión una idea planteada por la concejala opositora local Fernanda Gigliani,
Apenas se conoció en agosto del año pasado el cierre de Jekyll and Hyde señaló que “a la obra privada no se la frena con declaraciones de patrimonio cultural”.
“Si se quieren preservar estos lugares, la única manera sería que el Estado se haga cargo de los inmuebles y defina sus funcionalidades. Es decir, para preservarlos hay que expropiar”, amplió.
Para la concejala, la normativa vigente es básicamente una declaración, por lo que debería existir, considera, una ley provincial para definir qué ocurre con tantos espacios de la ciudad que han sido demolidos o que están próximos a demolerse.
“Los arquitectos y especialistas que analizaron manzana por manzana para poder confeccionar este catálogo valoraron si los inmuebles pertenecían a algún movimiento arquitectónico o si fueron hechos por algún arquitecto reconocido. ¿Con el valor cultural cómo se hace? Con una ordenanza no se puede frenar que esos inmuebles no se derrumben ni se hagan edificios”, desarrolló la edila.
Avanzó en su planteo y consideró que sería bueno que el Estado se dé un debate donde las vecinas y vecinos estén involucrados.
«Quizás sea hora de pensar al patrimonio desde una perspectiva cultural, histórica y simbólica, no sólo arquitectónica y urbanística. Con la participación de vecinos en cada barrio se podría pensar qué sectores tienen que estar protegidos y si coincidimos el Estado tiene que avanzar hacia la expropiación. Hoy existen convenios de patrimonio pero no siempre se destinaron donde más se lo necesita, como pasó con el (hotel) Savoy. Mientras tanto, hay personas que no tienen los recursos para mantener lugares declarados como patrimonio y pueden caer en el estado de ruina porque no hay con qué conservarlo”, señaló.
“Se trata de definiciones políticas de los gobiernos”, sostuvo Gigliani y afirmó: “Lo que muchas veces se siente es que en las gestiones municipales hubo complicidad para destruir algunos lugares, no hay ánimo de conservación”.
Si bien hay sectores de la sociedad en línea con esta postura, hay otros que no lo están y que no encuentran amparo para sus reclamos.
De pasaje Zabala a Pasaje Simeoni
Vale recordar que la cortada donde se ubica Jekyll and Hyde conecta las calles Sarmiento y Mitre y cambió de nombre en diciembre de 2013. La iniciativa fue en homenaje al periodista, filósofo y artista de la ciudad que falleció el 14 de octubre de ese mismo año, Fabricio Simeoni.
Antes se llamaba Pasaje Zabala. Bruno Mauricio de Zabala fue un militar español que ofició como gobernador rioplatense desde 1717 hasta 1734. A él se debe la creación del Curato de Rosario en 1730. Y así consta en la publicación oficial N°2 de la Junta de Historia y Numismática Americana, hoy Academia de Historia, Filial Rosario, bajo el título ”Creación del Curato del Rosario. 1730 – 1731”, edición de 1931. El nombre completo era Curato de la Capilla del Rosario del Pago de los Arroyos.