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«Granada», la exhumación de la memoria a través de una poética de los exilios

La psicóloga y escritora Ivonne Laus presenta su primera publicación literaria este jueves en el Complejo Cultural Atlas y un día después, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Rosario   

Unos años viviendo en España, la evocación de un lugar que es el lugar de un momento pero que dejó una huella para siempre, casi como una “maldición” gitana. La imponente e inquietante belleza de Granada, esa ciudad andaluza de cultura poderosa que mira a la Sierra Nevada y donde su impronta de ciudad medieval y amurallada tiene su punto máximo en la Alhambra y en la mixtura cultural que la caracteriza, pero también los viajes, las partidas, el no pertenecer, los personajes que encontraron nombres y los regresos que se eternizan fueron materia para la escritura de Granada, una potente autoficción y el primer libro de Ivonne Laus (Pergamino, 1973), de Punto Final Ediciones, que se conocerá este jueves en el Complejo Cultural Atlas con presentación a cargo de Clara Castronuovo, lecturas de Agustina Canaves, Fernanda Lemole, Mónica Polidoro y María Serena Sottile, una entrevista a la autora a cargo de Antonio González Laus y un cierre flamenco, con baile y cante, a cargo de Gabriel Arango, Caro Salvatierra y Axel Ábalo.

Así, a mitad de camino entre la ficción y la realidad, con la impronta de una bitácora poética por momentos dolorosa y aciaga donde los exilios se exhuman, y desde esa idea de relato en primera persona, se potencian en otros tantos exilios propios y ajenos, Granada es, al mismo tiempo, un mapa vital, un recorrido al acecho mirando al horizonte, y esa fruta que al partirse, sangra.

Recuperar lo escrito

“El proceso de escritura del libro comenzó en Granada, hace veinte años, y terminó poco tiempo atrás, cuando me atreví a recuperarlo y luego a publicarlo. Esta última etapa fue un proceso un poco tortuoso; no me atrevía a hacerlo. Cuando lo desempolvé, encontré un texto «joven», y por lo tanto ya lejano, incluso a mi modo de escribir actualmente. Creo que, entonces, tapa y contratapa oficiaron de puerta de entrada y salida. Tanto la sinopsis de Juan Cammardella, como la pintura de Antonio, mi hijo de 9 años, en la portada, hicieron del texto algo seguro, algo que va mucho más allá de una estética. Envuelven exactamente ese objeto que transporta una historia que, por estar escrita, tiene la intención de llegar otros. Digamos que, a partir de esas cubiertas, pude terminar de confiar en el libro, en que probablemente sea bien recibido”, contó Laus a modo de racconto de este largo proceso de recuperación de lo escrito convertido en un libro que más allá de su presentación oficial en el Atlas tendrá una segunda chance este viernes en el marco de la Feria Internacional del Libro de Rosario, en el Centro Cultural Fontanarrosa, junto a otras publicaciones de la misma editorial.

“Granada, para mí, es el efecto aleatorio de una emigración de este país, esa especie de éxodo sin precedentes que se configuró a partir de 2001. Fui una más entre tantos. Incluso, conocí a muchos argentinos en Granada que habían llegado en la misma época. Tucumanos y mendocinos sobre todo, que son las ciudades que tienen más similitudes geográficas y ambientales con Granada. Ellos estaban mejor acostumbrados a las sierras que, definitivamente, achican más rápido el horizonte, ése que es característico de nuestros pagos, y que tanto se echa de menos cuando falta. Creo que Granada es una metáfora de sí misma. Entonces, estando allí, no encontraba modo de explicarla, de poder vivirla como más literalmente. Escribir me ayudaba a pasarla por la malla del lenguaje, tomar un poco de distancia de una ciudad que se te viene encima: tanta sierra alrededor, las murallas del palacio, las cuevas, las calles tan angostas. La ciudad misma, si la mirás en el mapa, está apretada entre otras cuatro, como sin aire. Y con nieve, a contramano de sus vecinas y de toda ciudad andaluza, donde existe un clima más tropical, cálido, estable. Por alguna razón, Granada resiste hasta climáticamente a ser como cualquier otra ciudad. Es un encanto, en el máximo sentido de la palabra: te maravilla cuando la ves, pero te deja en posición encantada, así como cuando los chicos juegan a la mancha encantada: una vez que te tocan, no te podés mover. Acorde con esas sinuosidades, esas ideas y vueltas permanentes, menos de aeropuerto a aeropuerto, que con la imaginación, que con los sueños, creo que se forjó esa escritura que, años después, no desaparece del libro. Es decir: la idea no ha sido la de llevar a cabo un diario o una crónica, sino que estaba tomada por esa metáfora que es, en sí misma, esa ciudad”, contó Laus, psicóloga, especialista en Educación y doctorada en la materia, quien se desempeña como docente en la Facultad de Psicología de la UNR y en el Instituto Italiano Universitario de Rosario.

Imaginario literario

Una frase de Abelardo Castillo (también otra de Antonio Machado) aparecen antes del profuso índice del libro. Hay, sobre todo en Castillo, una búsqueda en espejo a partir de una escritura que se ramifica desde las lógicas estructurantes de Crónica de un iniciado, donde lo real y lo metafísico se fusionan con original maestría y que en Granada aluden a un aire de crónica que en ningún caso reniega de algo que, saludablemente, se corre de la formalidad de ese registro.

“Por aquellos años me encontraba cooptada por la lectura de Abelardo Castillo; Crónica de un iniciado aparece mucho en mi libro. De haber sido una escritura académica, hubiese sido el marco teórico y, a la vez, la referencia bibliográfica permanente. Supongo que, como es imposible aislar el propio texto de las lecturas hechas, sobre todo de las influencias literarias al momento de estar escribiendo, creo que, precisamente, aparece esa idea de crónica. De un ir contando un cuento, por así decir. Después me enteré que existe la «autoficción» y me tranquilizó bastante el hecho de encuadrar el texto allí. Sería esa mezcla entre autobiografía y ficción, que hace que sea difícil delimitar qué es verdad y que es imaginación; no sólo para el lector, sino también para quien escribe”, destacó Laus, quien además es coautora de Letras bastardas. La universidad y su escritura, también publicado por Punto Final Ediciones, al tiempo que Granada es su primera publicación literaria.

Y sumó: “En ese marco, los personajes de Granada, que en la primera versión del texto no tenían nombre, sino que ellos mismos eran también metáforas, están formados por personas que en casi todos los casos existieron. No sabría definir si esas personas están camufladas detrás de los personajes, o si los personajes estaban ya camuflados detrás de esas personas. Ellos fueron también mis lecturas, vi Granada por los ojos de ellos, por las historias que ellos tenían allí y a las que yo, de alguna manera, me acoplaba. En un momento dejaron de ser seres objetivos, como dice (el lingüista húngaro Tzvetan) Todorov, para pasar a ser «personas de papel». Hay algunas indicaciones explícitas  sobre ellos, pero la esperanza que tengo es que, quien lea Granada, pueda reconstituirlos según su propia lectura. Algunos son más de carne que otros, seguramente, pero todos cayeron en la zona fangosa que fusiona la imaginación y la memoria empírica”.

El laberinto de la publicación

“Han pasado muchos años hasta retomar el manuscrito. Y esto fue exclusivamente gracias a que dos amigos, a los que quiero mucho y en quienes confío, comenzaron con la aventura de lanzar un sello editorial, Punto Final, con un nombre muy significativo, además, que pone coto al laberinto interminable y quejoso que suele implicar una publicación. Sabía que iban a cuidar el texto y que iban a cuidarme. De modo que compartí ese viejo archivo con ellos y, con su lectura, rearmé y reconfiguré un poco la historia que, sobre todo en su primera versión, se encontraba muy encriptada en la pura metáfora. Pude dar nombre a los personajes e inventar sus articulaciones, algunas de sus hazañas. Sobre todo, pude entender que el texto, en el fondo, trata acerca del amor, de la amistad, de la emigración, de la soledad. Pero, fundamentalmente, de la nacionalidad; estrictamente de la nacionalidad argentina. No en su aspecto administrativo o identitario, sino en su potencia inexplicable. Ése fue un hallazgo para mí, el hallazgo de una pérdida que, escribiendo del lado de allá, no la había entendido”, contó Laus acerca de un recorrido íntimo y personal que se amplifica en los dolores y las ausencias de muchos otros exilios, tanto forzados como elegidos.

Y respecto del sentido de una Granada ciudad y de una granada fruta que se desarma y sangra y que, de manera ineludible irrumpe en el imaginario a partir de la lectura, la autora cerró: “El título del libro, ese término, «granada», es una metáfora en sí mismo, más allá de la ciudad. Ese fruto que tiene la capacidad de desgranarse, de tener a todas sus piezas reunidas en una misma esfera apretada, incómoda y, de pronto, vira a pura semilla, que ya no son más que pequeños individuos aislados. Me gusta pensarlo así, porque la granada, entonces, que «abierta como una herida estalla en semillas rojas», tal como dice Alberto Castillo en el fragmento que uso como epígrafe, es menos una metáfora de aquella ciudad que de este país”.

Para agendar

La presentación de Granada, de Ivonne Laus (Punto Final Ediciones) tendrá lugar este jueves 15, desde las 20, en la Zona Multimedia del Complejo Cultural Atlas (Mitre 645), con entrada libre y gratuita. Y un día después, tendrá su momento en el marco de la Feria Internacional del Libro de Rosario, en el Centro Cultural Fontanarrosa, a partir de las 19, junto a La Ciudad, de Juan Cammardella y Una erótica del café de Javier Del Ponte.

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